Luego de la Guerra de Abril en 1965, se realizaron las elecciones de 1966. Con las tropas norteamericanas y de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) de la OEA ocupando el país, Juan Bosch, líder del PRD, optó por hacer campaña desde la radio, mientras Joaquín Balaguer, del Partido Reformista, recorrió el país.

El candidato a la vicepresidencia por el PRD era Antonio Guzmán, quien sí hizo campaña presencial. Y en general, a pesar de que Bosch solo hizo apariciones en radio, había esperanza en su candidatura porque se entendía que la Revolución de Abril había copado el país completo.

Sin embargo, los resultados favorecieron a Balaguer.

En conversación con ACENTO, José Augusto Vega Imbert recuerda que Juan Bosch no se mostró compungido tras perder las elecciones de 1966. Más bien estaba optimista. Vega Imbert pudo observar el estado de ánimo de Bosch cuando fue a su casa dos días después de las elecciones. Su relato es este:

“Hubo un hecho muy interesante y fue que, estando las tropas norteamericanas de la FIP de la OEA ocupando el país, se cometieron muchísimas irregularidades, atentados, entre otras tropelías. Juan Bosch optó por hacer una campaña desde su casa, mientras Balaguer recorrió el país entero. El candidato a la vicepresidencia de Bosch fue Antonio Guzmán.

Bosch hizo toda su campaña a través de discursos radiales principalmente, nada de televisión. Mientras tanto, don Antonio Guzmán sí hizo campaña muy activa. Todos estábamos esperanzados de que se podía porque la Revolución de Abril había copado el país entero.

Ocurrió algo poco antes de las elecciones. Yo participaba en las caravanas y todo eso alrededor del país, y comencé a dudar en cuanto a que se pudiera ganar. Muchos de los amigos que todavía tenían la euforia de la revolución pensaban que yo estaba loco.

Tres semanas antes de las elecciones yo llamé a Hugo Tolentino Dipp, que estaba en la capital, y le dije que iba a ir el domingo siguiente y que por favor, si tenía amigos de la izquierda, yo quería conversar con ellos.

Les presenté en esa reunión un panorama muy realista y Hugo me dijo que yo estaba equivocado, que la historia no da pasos hacia atrás, y que el triunfo de Bosch iba a ser arrollador. ¿A qué fui yo? Yo le dije que pensaba que el 1J4, que participaba en las elecciones, podía sacar un número de votos grande y eso iría en detrimento de la candidatura de Bosch, que si se podía hacer una unión para que hubiera un solo candidato. Nadie me hizo caso.

La noche de las elecciones, en la casa de don Antonio Guzmán se preparó una especie de encuentro para esperar los resultados a partir de las 7:00 de la noche. Lamentablemente en lo que al Cibao se refería, los informes que llegaban eran muy malos, el partido de Balaguer estaba muy por encima. Sin embargo, recibíamos noticias de la capital de que por allá la cosa iba bien. Y en realidad ganamos en la capital, pero Bosch no tuvo un margen tan grande que compensara al resto del país.

Un dato importante es que en esa época las zonas rurales eran muchísimo más pobladas que las zonas urbanas, y Balaguer, con el Partido Reformista y apoyado por sectores económicos y militares, hizo una campaña muy grande para contrarrestar las fuerzas políticas que tenía la revolución en la capital.

Al otro día se supo claramente que los resultados eran favorables a Balaguer.

Cuando salimos la madrugada de esa noche, nos fuimos compungidos de la casa de don Antonio Guzmán.

Había mucho miedo, el país estaba ocupado. 

A partir de ese momento, con un gobierno provisional muy débil, comenzó la represión de los militares anticonstitucionalistas y de las fuerzas de ocupación contra elementos de izquierda.

Cabe recordar que uno de los hechos importantes del año 1966 fue que, a través de negociaciones, se produjo la salida de los militares constitucionalistas. Muchos de ellos, con Caamaño a la cabeza, salieron a cargos diplomáticos. A Caamaño le tocó ir a Londres, otros fueron a Bruselas, París, Madrid, entre otras capitales del mundo.

Dos días después de las elecciones, don Antonio Guzmán llegó al despacho de Salvador Jorge Blanco, que estaba al lado del mío. Nos reunimos los tres y don Antonio dijo que tenía dos días tratando de contactar a Bosch sin poder lograrlo, que había decidido ir a la capital donde Bosch y quería que lo acompañáramos. Jorge Blanco dijo que tenía compromisos, pero yo dije que sí.

De ahí salimos don Antonio Guzmán y yo a las 10 y pico de la mañana y llegamos a la casa de Bosch en la carretera Sánchez. Nosotros pensábamos que Bosch iba a estar muy compungido y pesimista. Fuimos a hablar con él para darle ánimos. Llegamos a la hora de la comida y estaba con él Héctor Aristy, una figura muy connotada de la revolución de abril y que fue el secretario de la presidencia de Caamaño. Bosch nos recibió con mucha cortesía y nos invitó a comer con ellos. Ahí, para sorpresa nuestra, encontramos a un Bosch optimista, porque nos dijo que Balaguer no tenía otro camino que no fuera apoyarse en el PRD para gobernar porque esta era la oportunidad que la historia le había dado para reivindicarse y para demostrar que podía contribuir al proceso democrático.

No sé si Bosch y Balaguer ya habían hablado, porque después se supo que ellos tuvieron una entrevista.

Yo tuve el atrevimiento de decirle a Bosch que no estaba de acuerdo con eso que dijo sobre Balaguer: “Va a ser todo lo contrario, él va a ser un adversario tenaz. Se va a enfrentar implacablemente al PRD”. Pero el asunto quedó ahí.

A partir de ese momento, todos los que habíamos participado en los acontecimientos de abril y en las elecciones volvimos a nuestros quehaceres. Nos metimos de lleno en el ejercicio profesional. Bosch decidió irse del país, a Benidorm en España. Se fue a escribir y en realidad hizo una labor tremenda con la publicación de varios libros y ensayos”.