Más de un millar de católicos LGBTIQ y sus familiares realizaron este fin de semana una peregrinación en el marco del "Año Santo", una primicia y una "señal importante" hacia una mayor diversidad en la Iglesia Católica.
Son más de 1.400 personas, procedentes de una veintena de países, que respondieron a la invitación de la asociación italiana La Tenda di Gionata (La tienda de Jonatán) para participar en el Jubileo de la Iglesia, que se organiza cada 25 años.
No hay prevista una audiencia ante el papa León XIV.
Si bien algunos grupos LGBTIQ ya acudieron al Vaticano, es la primera vez que se registra una peregrinación de este tipo en el calendario oficial del año jubilar.
Yveline Behets, una mujer transgénero de 68 años llegada desde Bruselas, recorrió 130 km con una treintena de personas LGBTIQ a lo largo de la Vía Francígena para llegar a Roma.
La vía es una ruta de peregrinación que comienza en Inglaterra, atraviesa Francia, Suiza y termina en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Ante las "dificultades relacionales y culturales" en el entorno católico, donde no siempre se sienten "reconocidas", Behets espera que la Iglesia dé más espacio a "la pluralidad".
"No hay que equivocarse con la palabra 'acogida'. No somos extranjeros de manera excepcional (…) formamos parte de la misma familia", subraya, vestida con una camiseta blanca con los característicos colores del arcoíris.
Como millones de otros peregrinos, los participantes recorrerán el sábado por la tarde la arteria principal que conduce al Vaticano para atravesar la "Puerta Santa" de la imponente basílica de San Pedro.
Por la mañana, varios cientos de personas participaron en una misa presidida por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana en la iglesia del Gesù, en el pleno centro de Roma, tras una vigilia de la oración del viernes por la noche.
– Desconocimiento…
"Es una señal importante para nosotros, nos sentimos más incluidos" en la Iglesia, le confía a la AFP Hugo, franco-quebequés, que prefiere no dar su apellido por razones de confidencialidad.
Espera que esta señal "permita a la gente que está a medio camino animarse a ser más acogedora con los homosexuales dentro de la Iglesia".
Pero en una institución bimilenaria, cuyo catecismo considera los actos homosexuales como "intrínsecamente desordenados", el camino sigue siendo largo.
"Hay miedo y una forma de desconocimiento sobre la vida de los homosexuales. ’Se acabarán las parejas', 'el acceso a los sacramentos está en entredicho'", afirmó el joven de 35 años.
Desde su elección en 2013 hasta su muerte en abril pasado, el papa Francisco, ferviente defensor de una Iglesia abierta a "todos, todos, todos", multiplicó los gestos de acogida hacia la comunidad LGBTIQ, sin cambiar la doctrina.
Su decisión a finales de 2023 de abrir la posibilidad de bendiciones a las parejas del mismo sexo provocó una fuerte oposición en los sectores conservadores, especialmente en África.
¿Tomará una decisión parecida su sucesor, hasta ahora muy discreto sobre el tema?
Para Beatrice Sarti, italiana de 60 años que acudió para acompañar a su hijo gay, "todavía hay mucho por hacer".
"Nuestros hijos no van a la iglesia porque se sienten que está mal. Eso debe cambiar", explica esta mujer de Bolonia (norte), miembro del comité de La Tenda di Gionata.
En 12 años de pontificado, el papa Francisco "desdramatizó la homosexualidad dentro de la Iglesia y ya no es una mala palabra. Eso es una puerta abierta a muchos otros proyectos", destaca Hugo. (Clément MELKI)
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