Las atrocidades ocurridas en la costa norte del país contra los alauitas en las últimas semanas han forzado a centenares de familias a huir hacia Líbano. ‘Con tal de no regresar a Siria, preferimos se refugiados’, dice uno de ellos. Con información de nuestra enviada especial en la frontera libano-siria, Manon Chapelain
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), cerca de 1.500 muertos han dejado los ataques contra la comunidad alauita a la que pertenece el clan Assad, a manos de la facción más radical de las fuerzas aliadas a Hayat Tahrir Al-Sham, el presidente de la transición.
El nuevo gobierno sirio ha abierto una comisión de investigación para determinar a los responsables de estas masacres. Sin embargo, en la costa la violencia continúa, según relatan varios habitantes que han huido al Líbano.
En su huida precipitada, Hassan solo tuvo tiempo de llevarse algunas pertenencias: ropa, medicamentos, metidos a toda prisa en un pequeño bolso. Al llegar a la frontera libanesa, debe cruzar un río. Al otro lado, lo esperan vecinos y amigos que huyeron antes que él, bajo el fuego de las balas. Pero ahora, ¿a dónde ir?, se pregunta.
"No sé dónde ir. Voy a tratar de viajar a Canadá. Allá o en cualquier otra parte, siempre y cuando sea lejos de aquí. En la situación en la que estamos, Siria no es vivible para para nosotros. Nuestra vida en Siria se acabó", se lamenta.
¿Qué hicimos para merecer esto?
Del otro lado del río, todos cuentan más o menos la misma historia. Decenas de camionetas, hombres vestidos de negro, luego el sonido de los disparos, los gritos y el olor de los cuerpos que permanecieron varios días en el suelo. "¿Pero, qué hemos hecho para merecer esto?", pregunta un hombre con los pantalones cubiertos de tierra.
"Se vengan de nosotros porque Bachar al-Assa es alauita. ¡Pero nosotros no somos Bachar al-Assad!", se exclama.
Asma ahora duerme en el suelo de una mezquita libanesa. Vivía en Baniyas y huyó una mañana con sus cuatro hijos a través del campo, antes de que su hijo Issam, de 10 años, recibiera un disparo en el brazo derecho.
"Destruyeron el futuro de mi hijo y el de todos mis hijos. No hay seguridad, no hay esperanza. Hemos perdido la esperanza en todo. Si no ocurre un milagro, será imposible volver a la situación de antes. Ahora, ¿qué se supone que vamos a poder hacer? Estamos condenados ser desplazados, a ir de un lugar a otro. ¿Es esto lo que nos espera?", se pregunta la madre de familia.
Ante la magnitud de las matanzas, Asma, como todos los demás aquí, lo repite: prefieren ser refugiados antes que regresar a Siria.
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