La ONU ha presentado un informe que acusa a la Presidencia de Ortega y Murillo de terminar con el estado de derecho en Nicaragua, gracias a la última reforma constitucional que les otorga plenos poderes. RFI habló con Reed Brody, uno de los autores del texto, que avisa: "El Estado y el Frente Sandinista se han fusionado en un único aparato de represión".
El Gobierno de Nicaragua ha dado un golpe final a su estado de derecho. Es una de las conclusiones del informe que un grupo de expertos en derechos humanos de la ONU ha presentado este miércoles.
Los responsables del texto denuncian que la reforma constitucional del presidente Daniel Ortega y su mujer les da un dominio absoluto del país.
Radio Francia Internacional entrevistó a Reed Brody, miembro del comité de expertos de la ONU sobre Nicaragua y uno de los autores de ese informe.
El Estado y el Frente Sandinista se han fusionado en un único aparato de represión
Paula Estañol, RFI: Ustedes constatan graves violaciones a los derechos humanos. Esta situación que ustedes vienen constatando desde 2018 en Nicaragua, ¿se ha acentuado específicamente con la decisión del Gobierno de Ortega de aprobar una reforma constitucional que lo deja con plenos derechos tanto a él como a su mujer?
Reed Brody: Sí, nuestro informe muestra como el régimen ha desmantelado sistemáticamente los últimos controles sobre su poder. Lo último es la Constitución, que le otorga un poder absoluto y reduce a los otros poderes del Estado a meros órganos que son coordinados por la Presidencia.
También mostramos en el informe cómo el Estado y el Frente Sandinista se han fusionado en un único aparato de represión que opera tanto dentro de Nicaragua como más allá de sus fronteras. En su núcleo se encuentra una vasta red de inteligencia que vigila a la población y selecciona objetivos para reprimir.
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RFI: Se entiende que hay una suerte de sistematización de las violaciones de los derechos humanos en Nicaragua. ¿Esto se traduce en que estamos hablando de una política de Estado, que esto viene desde la cúpula más alta y después se infiltra y hace operativo a todo el Estado para la comisión de violaciones a los Derechos Humanos?
Reed Brody: Lo que hemos constatado y mostramos en el informe es que hay una cadena de mando que sale de la Presidencia y que va a incluir a esa extensa red de inteligencia que son los ojos y oídos de Daniel Ortega y Rosario Murillo y que responde a sus órdenes.
A esto se une también la nueva Constitución, que les permite desplegar el Ejército en tareas policiales, que les otorga autoridad sobre la nueva policía voluntaria, esos encapuchados que son un triste recuerdo de esos encapuchados que en el 2018 participaron en la represión que dejó más de 300 muertos…
Vemos una estructura totalmente controlada por Daniel Ortega y Rosario Murillo.
RFI: El informe da cuenta de múltiples violaciones a los derechos humanos, pero en un capítulo ustedes hacen ojo en las desapariciones forzadas. ¿Podría profundizar en ese en ese tema? ¿Tiene alguna cifra concreta de los opositores desaparecidos y en las circunstancias en que esto se llevó a cabo?
Reed Brody: En el Informe documentamos, por ejemplo, catorce casos de opositores que habían sido detenidos arbitrariamente y cuya suerte las autoridades se negaron a revelar durante meses o años.
Citamos unos casos de 2023 y de 2024, pero hay 12 desapariciones forzadas en curso, entre ellas la de Brooklyn Rivera, diputado de la Asamblea Nacional y líder del pueblo misquito, y Víctor Boitano Coleman o Steadman Fagot Muller y otros que están todavía sin aparecer y sin que tengamos noticias sobre su suerte y su paradero.
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RFI: La represión del régimen de Ortega ha ido cambiando. No sé si se puede usar el término “sofisticando” de alguna manera. Pasamos de detenciones y desapariciones a la privación ahora de nacionalidad, la confiscación de bienes… ¿Por qué cree usted que ha habido ese cambio, esa fluctuación de una represión más básica o conocida a esta nueva forma de represión?
Reed Brody: Sí, justamente ha habido fases de esa represión. En 2018, frente a las protestas legítimas, hubo una represión violenta y desproporcionada que terminó con un saldo de más de 300 personas muertas.
La segunda fase, a partir de 2021, se caracterizó por una represión más selectiva, especialmente las detenciones arbitrarias, los juicios injustos. Eso tuvo lugar frente a la reelección en 2021 de Daniel Ortega, donde también fueron, por ejemplo, arrestados los siete candidatos opositores.
Después, llegó la tercera fase en 2022, en el contexto de elecciones municipales. Vimos que el Gobierno intentó eliminar todos los restos de la oposición política. Depuso a los alcaldes e intensificó la represión contra la Iglesia católica.
La fase actual de la represión se caracteriza más por medidas para eliminar toda crítica y cimentar el control absoluto del Ejecutivo. Ya no estamos con matanzas como en 2018, porque la gente no tiene la posibilidad de protestar.
Nicaragua se ha convertido hoy en un lugar de vigilancia y de silencio impuesto para quienes permanecen, mientras que aquellos que se atreven a resistir o que simplemente son percibidos como disidentes, ahora enfrentan una vida de apátrida y exilio.
Nunca he visto una Constitución, fuera de las monarquías absolutas, que concentre tanto el poder en la Presidencia como la de Nicaragua.
RFI: En su primera respuesta hablábamos de esta reforma constitucional que da plenos poderes a Ortega y a su mujer. ¿Qué consecuencias puede tener a largo plazo este sistema represivo? ¿Veremos ampliarse el modelo?
Reed Brody: Yo creo que ampliarse, no. Casi no hay lugar para ampliar más. Tienen un control total sobre todos los órganos del Estado. Tienen la posibilidad de mandar sobre el Ejército, de utilizar a los voluntarios, de utilizar a la policía… Yo creo que han consolidado un control total, así que ya no hay más espacio.
Yo soy experto constitucionalista. En otros momentos de mi vida las Naciones Unidas me mandaron a trabajar con países que escribían sus constituciones. Yo nunca he visto una Constitución, fuera de las monarquías absolutas, que concentre tanto el poder en la Presidencia como la de Nicaragua.
Yo no veo más posibilidades. Es una Constitución hecha medida en la que tenemos un copresidente y una copresidenta, además con facultad para nombrar vicepresidentes. La gente imagina que los vicepresidentes podrían ser de la misma familia que Ortega y Murillo.
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