Seis meses ya. Elegido el pasado 8 de mayo para suceder al Papa Francisco, Robert Francis Prevost impone poco a poco, con prudencia, su estilo, retomando lo esencial de los grandes proyectos de su predecesor. En un mundo polarizado en el que Donald Trump impone su fuerza, el primer pontífice estadounidense de la historia se presenta como un antítesis del jefe de la Casa Blanca. 

Del corresponsal de RFI en el Vaticano, Éric Senanque

Es difícil dejar huella en solo seis meses, sobre todo después del pontificado de doce años del papa argentino, conocido por su carisma y su capacidad para romper con los códigos del catolicismo.

Poco después de su elección, Francisco no dudó en vilipendiar a la Curia y sus excesos, lo que provocó una gran tensión. Desde el principio, León XIV adoptó la perspectiva contraria. «Los papas pasan, la Curia permanece», explicó el 24 de mayo a los empleados de la Santa Sede, sus primeros colaboradores.

En los pasillos del Vaticano se percibe una especie de apaciguamiento que contrasta con el carácter disruptivo del pontífice argentino. Su apego al protocolo y la restauración de ciertas vestimentas, como la muceta, una capa púrpura que vistió desde su elección, satisfacen a las corrientes más conservadoras. Otra señal de ruptura es su voluntad de apaciguar al bando tradicionalista en torno a la misa tridentina, cuyo uso había limitado severamente el papa Francisco.

El 25 de octubre, León XIV autorizó al cardenal ultraconservador estadounidense Raymond Burke a celebrar la misa tradicional en latín en la basílica de San Pedro, ante un millar de fieles.

Aunque el estilo ha cambiado, los primeros pasos de León XIV como jefe de la Iglesia católica siguen sin duda los de su predecesor. El 9 de octubre, el pontífice estadounidense publicó Dilexi Te (Te he amado), su primera exhortación apostólica, un texto dedicado a los pobres e iniciado por Francisco, quien había hecho de la atención a los más vulnerables una de las claves de su pontificado.

Durante el encuentro mundial de movimientos populares celebrado en el Vaticano a finales de octubre, el nuevo papa también pudo recordar su fibra social, evocando en particular sus largos años como misionero en Perú. También en este caso, el estadounidense siguió los pasos del argentino. «La Iglesia apoya vuestras justas luchas por la tierra, la vivienda y el trabajo», les dijo.

Mensajes dirigidos a su país natal

Pero el tono de este comienzo de pontificado se debe sin duda a sus raíces estadounidenses. Nacido en Chicago, León XIV es el primer papa norteamericano de la historia, y el mundo, saturado por la ruidosa y agresiva administración de Donald Trump, le da un relieve especial.

Ahora bien, los mensajes que ha enviado durante los primeros meses de su pontificado pueden interpretarse claramente como una respuesta a esta visión trumpiana del mundo: sin dudar en expresarse en inglés, y privilegiando así una comunicación directa con Estados Unidos, León XIV se ha opuesto en múltiples ocasiones a la administración estadounidense.

El último ejemplo es su declaración a los periodistas al salir de Castel Gandolfo, su residencia de verano cerca de Roma, el 4 de noviembre. Al comentar el envío de tropas por parte de Donald Trump a las costas de Venezuela, León XIV explicó que «con la violencia no se gana nada», abogando por una solución basada en el diálogo y no en la imposición de la fuerza. Durante la misma entrevista, el sumo pontífice también recordó la importancia de que no se obstaculice la labor de la Iglesia católica en los centros de detención de migrantes, en particular en su ciudad natal, Chicago, donde se ha detenido a cientos de personas.

Si Francisco, el argentino, se había ganado muchos enemigos en la América ultraliberal, incluso entre los católicos, muchos apostaban por una ruptura y esperaban un papa «más compatible» con su visión de la sociedad. Esperanzas que hoy parecen desvanecidas.

«Sus declaraciones de las últimas semanas muestran que el sueño de cierto catolicismo y de la política de derechas en Estados Unidos, que esperaban que el papa León fuera el antídoto contra Francisco, se está desvaneciendo», analiza Massimo Faggioli, profesor del Trinity College de Dublín y autor del libro Da Dio a Trump (De Dios a Trump, sin traducir).

Contra la instrumentalización política tde la religión 

Los retos a los que se enfrenta hoy la Iglesia católica, los de recordar el Evangelio, frente a una administración Trump que intenta legitimarse también en torno a referencias cristianas, convierten a León XIV en una especie de antítesis del trumpismo», explica Blandine Chelini-Pont, profesora de la Universidad de Aix-Marsella y especialista en catolicismo estadounidense. Mientras los extranjeros son perseguidos por el ICE, la policía federal de inmigración, a veces detenidos incluso en las iglesias, León XIV no dejó de abogar por la acogida y el respeto de la dignidad humana.

«Al mezclar religión y política, como hace el Partido Republicano, se observa una forma de reacción y una nueva legitimidad de las iglesias institucionales en Estados Unidos. Recuperan autoridad mostrando su independencia del poder político, recordando evidencias evangélicas», continúa Blandine Chelini-Pont.

El vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, convertido al catolicismo, encarna una visión ideológica de la religión, una verdadera trampa para muchos católicos. Este es el caso, en particular, cuando el brazo derecho de Donald Trump rinde un emotivo homenaje a Charlie Kirk, el influyente de extrema derecha asesinado este verano en un campus universitario. Algunos dirigentes de la Iglesia católica estadounidense, aunque minoritarios, lo consideraron un «mártir», un juicio que se extiende entre una parte del electorado católico ya afiliado al universo MAGA. Un verdadero desafío para el obispo de Roma.

«J.D. Vance es la figura de la instrumentalización de la religión católica por parte del Partido Republicano, a través de la derecha cristiana», continúa Blandine Chelini -Pont, «ante esto, el papa busca devolver la unidad a la Iglesia católica estadounidense, bastante fracturada, despolitizando a los católicos en la medida de lo posible y haciendo hincapié en la preocupación por el prójimo».

Para la investigadora, León XIV es perfectamente consciente de estos retos. «Nos encontramos en un momento de reposicionamiento, en el que el papa reafirma su legitimidad religiosa, recordando que la autoridad es él y no J. D. Vance», subraya. Los próximos nombramientos de obispos en Estados Unidos, así como el del futuro nuncio apostólico en Washington, serán seguidos de cerca.

RFI

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