Donald Trump celebró este martes en, Warren, Michigan sus primeros cien días, “los más exitosos de la historia”, dijo triunfal ante una marea de seguidores. Fiel a su estilo, insultó a los medios de comunicación a los que tildó de “mentirosos”, a los jueces de “comunistas”, a los aliados de “saqueadores” y los opositores “chiflados de izquierda”. En RFI, analizamos lo que se ha bautizado como "la estrategia del caos" que parece haber adoptado Trump en este segundo mandato. 

Informe de Igor Gauguelin

En 100 días, Donald Trump ha atraído a Estados Unidos y al mundo a su caótica órbita. Rodeado ahora exclusivamente de devotos seguidores, desde el 20 de enero el presidente estadounidense ha dado rienda suelta a todos sus impulsos en materia de aranceles, política exterior y venganza política.

Es un regreso tempestuoso. Si el primer mandato de Donald Trump nos había acostumbrado a la imprevisibilidad, desde el 20 de enero no ha pasado un día sin que el inquilino de la Casa Blanca sature unilateralmente la agenda. Emite decretos a mansalva, hace anuncios seguidos de contra anuncios, volantazos y provocaciones a diario. Dice que su homólogo ucraniano es un "dictador". Luego no se acuerda, se sorprende, y vuelve a dar de qué hablar.

En 2017, daba la impresión de que su elección le había incluso sorprendido, pero esta vez, con la fuerza del voto popular, el presidente estadounidense ha adoptado una estrategia de apisonadora desinhibida, sin perder su legendaria mala fe y rodeado de personalidades de su cuerda.

Atrás quedan las salvaguardas del "establishment" o del "Estado profundo", ha llegado la hora de las decisiones polémicas. En Educación puso a la ex campeona de lucha libre. En Defensa, a un presentador de Fox News. En Sanidad nombró a Robert Kennedy Jr, cuya postura en temas de salud ha causado controversia. En el Departamento de Eficiencia Gubernamental, al mismísimo Elon Musk, el multimillonario tecnológico que quería acabar con la función pública.

Sin embargo, la eficiencia del gobierno no significa que no pueda haber fallos. Un buen día, Donald Trump consideró escandaloso que el equipo anterior hubiera destinado 50 millones de dólares a comprar preservativos utilizados en Gaza. Luego resultó que no era el enclave palestino, sino una provincia de Mozambique.

Ha llegado la hora de aplicar el "proyecto 2025″, obra de la ultraconservadora Heritage Foundation, ha llegado la hora del oficio de fe, de la llamada de atención contra los excesos del wokismo, contra los transexuales acusados de querer convertir a los niños, y contra los que, según la nueva administración, viven del Estado federal, a menudo extranjeros o en el extranjero, oportunistas cuando no algo peor, en el caso del que viene del muro en la frontera con México.

El republicano ya está insinuando a quien quiera escucharle que volverá para un tercer mandato. La resistencia local se está organizando. La Universidad de Harvard, a la que la administración Trump ha recortado dos mil millones en subvenciones, defiende la discriminación positiva tanto como el mérito y al poder judicial no le gustan los nuevos aranceles o las deportaciones.

Pero la represión también se activa, como demuestra la imputación la semana pasada de un juez por obstaculizar la detención de un migrante. Las manifestaciones estallaron en varias ciudades, mientras que, a medida que se acercan las elecciones de mitad de mandato, los sondeos de opinión reflejan la fluctuación de los mercados y el temor a la inflación.

¿Groenlandia? "De un modo u otro, lo conseguiremos"

Donald Trump viaja principalmente entre Washington y su residencia de Mar-a-Lago, en Florida. Su reciente visita a Roma, para asistir al funeral del Papa Francisco, fue su primer viaje al extranjero desde la ceremonia de reapertura al público de la catedral de Notre-Dame de París.

No viaja al extranjero pero recibe a muchos invitados en el Despacho Oval. Los primeros ministros y jefes de Estado que pasan por la Casa Blanca no saben a qué atenerse durante las ruedas de prensa de Trump. Ni siquiera el jefe del gobierno israelí, Benjamin Netanyahu, cuando viajó a Washington a principios de abril parecía no estar al corriente de nada de lo que dijo su aliado. 

Ahora tenemos una buena visión de conjunto de la nueva diplomacia estadounidense. A los ojos del hombre más poderoso del mundo, la Franja de Gaza podría convertirse en "la Costa Azul de Oriente Próximo"si se le permitiera hacerse con su control y si sus habitantes, algunos de los cuales preferirían morir allí, aceptaran vivir en Egipto o Jordania, países que no los quieren.

¿Qué es la Unión Europea para Trump? Según él, fue creada para "joder" a su país. "¿Cuándo vais a abandonarla?", pregunta a todo el mundo. ¿Canadá y su jefe de gobierno? "Serían, un excelente 51º Estado y un buen gobernador". ¿El Canal de Panamá? "¡El robo del siglo!" ¿Groenlandia? "De un modo u otro, lo conseguiremos". Pero tendrá que ir con mucho cuidado con la China de Xi Jinping, si alguna vez se le ocurre anexionarse Taiwán.

Donald Trump habla mucho, pero a veces la realidad no le sigue. Así que desde hace algún tiempo da muestras de cansancio, incluso con Moscú. El conflicto en Ucrania, que según él nunca se habría producido si hubiera sido reelegido en 2020, atraviesa una ofensiva primaveral, 99 días después de la fecha que había fijado para su fin. "A lo mejor no quiere parar la guerra y me está dando gato por liebre", le dijo recientemente a Vladimir Putin.

Trump, el amplificador

A este hombre le encanta la expresión "aranceles", una de las "palabras más bellas del diccionario", casi "música" para sus oídos. Por eso proclama a bombo y platillo que los va a subir, y luego los suspende temporalmente para dar contenido a su chantaje. Cuando declaró la guerra comercial al mundo, el presidente estadounidense bien pudo acabar frente a su teléfono, preguntándose quién sería el primero, en particular entre los 27 miembros de la Unión Europea, en negociar un acuerdo con él directamente, de forma bilateral.

¿Cuál es el arte de la negociación? La manipulación, incluso un "uso de información privilegiada", dicen algunos demócratas. "¡La operación ha terminado! El paciente ha sobrevivido", reaccionaba el presidente al día siguiente de sus estremecedores anuncios aduaneros, vía Truth Social. Cuatro horas antes de declarar una pausa de 90 días, y de volver a los niveles que había prometido establecer antes de su elección.

Reequilibrar el comercio y la balanza comercial de Estados Unidos es su proyecto y "reindustrializar América", en nombre de su grandeza y a costa de los demás.

¡"Drill, baby, drill!, que podría traducirse como  “perfora, nena, perfora” ha sido uno de sus lemas y es que para él, la edad de oro tan anunciada no se puede hacer esperar. Ni siquiera la Biblia en manos de la primera dama, sobre la que el presidente no prestó juramento esta vez, aunque sea, dice, su libro favorito. Tampoco lo hizo el presidente Kennedy antes que él, señalarán sus partidarios.

El poder significa también poder renombrar las cosas a su antojo, el magnate inmobiliario ordenó que el monte Denali, en Alaska, pasara a llamarse McKinley y rebautizó el Golfo de México como Golfo de América. ¿Su misión ahora? Hablar con Irán, después de que el primer ministro israelí le agradeciera el envío de armas que Joe Biden había bloqueado previamente, para "terminar el trabajo contra el eje" y reunirse con Putin en Arabia Saudita.

Siendo las leyes de la gravedad como son, estos primeros 100 días han supuesto un volantazo vertiginoso de la política de Estados Unidos. La cuestión es si, a fuerza de querer sorprender al mundo, el presidente acabará haciéndose imprevisible.

RFI

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