Durante la cumbre climática COP30 de Brasil, activistas indígenas protagonizaron una protesta inédita: el 12 de noviembre invadieron pacíficamente la entrada el pabellón de la zona azul donde los delegados políticos de decenas de países estaban dialogando.

Unos días después, representantes de los pueblos Tupinambá y Munduruku bloquearon la entrada de esta zona nuevamente para exigir la demarcación de sus tierras y la suspensión del proyecto un corredor logístico amazónico bautizado “Ferrograo”. Este ferrocarril de 933km uniría las ciudades de Sinop en el Mato Grosso, principal región de producción de soja, a Miritituba un puerto fluvial del estado de Pará a orillas del río Tapajós.

Actualmente, la abundante producción de granos de Mato Grosso recorre este camino a bordo de camiones en la carretera Br-319. Luego, la mercancía es desembarcada en el puerto de Miritituba para luego recorrer el río Amazonas hacia el Atlántico y ser exportado a Asia para alimentar el ganado.

El gobierno de Lula da Silva, de la mano con el poderoso sector agroindustrial brasileño planea entonces construir el "Ferrograo" un ferrocarril de 933 km para bajar los costos de transporte de maíz, soja y harina. El ministro de transporte de Brasil calificó este corredor logístico de “indispensable” para consolidar a Brasil como un líder de la exportación de granos y su gobierno promete una reducción de al menos un 30% los costos de flete y un tiempo de transporte dividido por dos. A ello se suma un argumento ecológico en tiempo de crisis climático: el transporte en tren permitiría además reducir las filas de camiones y así bajar las emisiones de CO2.

“Actualmente, la principal ruta pasa por el sureste, por el puerto de Santos en San Paulo, entonces el ferrocarril bajaría el precio para pasar por la vía fluvial del Tapajos”, confirma la investigadora del Grupo de Trabajo Infra en políticas de infraestructuras públicas Renata Utsunomiya, coautora en marzo de 2025 de un informe técnico sobre los impactos del Ferrograo.

“Pero el proyecto podría favorecer la deforestación. además, hay registros de 6 pueblos en aislamiento en la región. Y el gobierno ha intentado recortar áreas de un parque nacional para el proyecto”, constata la investigadora, entrevistada durante la COP30 de Belém.

Por este motivo, el proyecto titánico de 3800 millones de dólares se encuentra actualmente en manos del tribunal supremo de Brasil. Organizaciones ambientales y el partido de izquierda PSOL impugnaron una ley que planea recortar 800 hectáreas del parque nacional Jamaxim (estado de Pará) para construir el ferrocarril.

En su informe de 2025, los autores del Grupo de Trabajo Infra estiman que la creación de este ferrocarril podría agravar cuatro tipos de amenazas que ya pesan sobre la región: acaparamiento de tierras públicas con fines especulativos, deforestación, afectación a áreas protegidas y territorios indígenas y amenaza al patrimonio arqueológico de la región.  

“Hay estudios que consideran que el Ferrograo podría causar cerca de 10 millones de hectáreas de deforestación”, alerta Renata Utsunomiya.

En 2020, un informe de la Universidad de Minas Gerais indicó que “la reducción del coste del transporte fomenta el aumento de la producción agrícola, lo que motiva la conversión de áreas aptas para la agricultura, ya sean pastizales o vegetación nativa”.

Para elaborar sus previsiones, los especialistas se basaron en los daños ambientales que ocurrieron desde la construcción de la BR-319, la carretera actual que une Sinop a Miritituba, edificada en los años 1960 pero que ya no da abasto para transportar los granos hacia el río Tapajós. El Ferrograo sería paralelo a esta carretera.

“Desde 2004, con el anuncio de la pavimentación de la BR-163, se intensificaron la deforestación y las quemas en la región del Tapajós, relacionadas con la presión por la tierra”, recuerdan los expertos del Grupo de Trabajo Infra.

El Corredor fluvial: dragado y explosiones

El proyecto logístico despertó también el temor de varias comunidades indígenas amazónicas, testigos directos de la destrucción del bosque amazónico convertido en inmensos cultivos de soja, maíz y palma. El territorio del pueblo cayapó del cacique Raoni se encuentra por ejemplo a 30 km del trazado de la futura ferrovía. Los asentamientos Munduruku en Itaituba están aún más cerca.

En la cumbre climática de Belém, Raquel Tupimambá, líder Tupinambá del Tapajós, agricultora e investigadora en antropología social en la Universidad do Brasil, fue una de las representantes indígenas que alza la voz contra el Ferrograo.

"Este proyecto representa para nosotros la continuidad del modelo de desarrollo pensado para la Amazonía, ese modelo que domina el mundo y que ve la selva, la Amazonía y sus pueblos como periferia, como un lugar para ser explotado”, comentó la activista en entrevista con RFI.

Al Ferrograo se añade además un proyecto de corredor fluvial bautizado “Hidrovía del río Tapajós”. Actualmente, decenas de barcazas llenas de granos ya circulan en este río. Y para cumplir con el objetivo de pasar de 20 millones a 40 millones de toneladas transportadas anualmente, el gobierno de Brasil planea un dragado del río Tapajós.

Actualmente, la navegación de barcazas de gran calado en este río se ve amenazada en varios puntos en épocas de sequías, presentan riesgos para la navegación debido a su poca profundidad.

Hace un año, Raquel Tupinamba participó en el bloqueo temporal del transporte de granos en el río Tapajos para alertar sobre los posibles impactos de la “Hidrovía”.

"El corredor fluvial representa un peligro porque atraviesa nuestro territorio. Y esto es lo que ocurre: la Hidrovía Tapajós está prevista y se encuentra en fase de planificación, incluso ahora se ha promulgado el decreto 12.600, firmado por el presidente Lula, que permite la privatización del Tapajós para que alguna empresa lleve a cabo el proceso de excavación del río y la destrucción de rocas sagradas. Pretenden destruir estas rocas que para nosotros son espacios sagrados, donde viven los seres encantados que nos protegen, pero también son criaderos de peces y quelonios”, comenta Raquel Tupinambá.

“Y sí se retiran los sedimentos que se encuentran en el fondo del río, que es donde se acumula el mercurio, existe la posibilidad de que también aumente la acumulación de mercurio en los peces y en nosotros, como población humana que vivimos allí, en la ribera del Tapajós, y que consumimos pescado todos los días”, agrega la líder autóctona.

Antes de que inicien las obras, los representantes indígenas exigen además ser consultados.

“No se nos consultó sobre este proyecto Ferrogrão, al igual que tampoco se nos consultó sobre el proyecto de la hidrovía Tapajós. La consulta esa es una de nuestras peticiones, una de nuestras reivindicaciones al Gobierno. Además, es obligatoria”, recuerda Raquel Tupinambá.

A raíz de la movilización y la presión de los pueblos indígenas en la COP30, el ministro de la presidencia de Lula se comprometió recientemente a realizar la consulta con los pueblos sobre la hidrovía.

El abogado del instituto que representa a los pueblos indígenas asegura por su parte que la batalla legal continuara para frenar este megaproyecto, símbolo del sector del agronegocio.

RFI

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