El presidente estadounidense Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen alcanzaron un acuerdo comercial este domingo 27 de julio. El acuerdo establece aranceles del 15% sobre los productos europeos importados a Estados Unidos.

El presidente estadounidense Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen anunciaron un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea en materia de derechos de aduana.

Reunidos en el complejo de golf de Trump en Turnberry, Escocia, ambos líderes lograron este compromiso tras una reunión relámpago. Apenas una hora después de iniciada la reunión —cuando aún estimaban en “50%” las probabilidades de llegar a un acuerdo— convocaron nuevamente a la prensa al fastuoso salón de baile del lugar.

“Hemos alcanzado un acuerdo”, anunció Trump, calificando el texto como “el mayor jamás firmado” en materia comercial, y lo describió como una promesa de “unidad y amistad”.

Por su parte, Ursula von der Leyen celebró un “buen acuerdo que aportará estabilidad y previsibilidad” a ambos lados del Atlántico. El acuerdo “reequilibrará, pero permitirá el comercio en ambas direcciones”, añadió sentada junto a Trump durante el anuncio.

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Derechos de aduana del 15%

El acuerdo prevé aranceles del 15% sobre los productos de los 27 Estados miembros exportados a Estados Unidos, y cubrirá medicamentos, chips electrónicos y automóviles. Inicialmente la administración Trump había amenazado con aplicar un 30%.

A cambio, la Unión Europea (UE) se comprometió a invertir masivamente en la economía estadounidense: 750 mil millones de dólares en tres años, es decir, 250 mil millones al año.

Esto permitirá a la UE reemplazar las importaciones de gas ruso y evitar financiar la guerra del Kremlin en Ucrania. También se contemplan 600 mil millones de dólares en nuevas inversiones europeas en EE. UU. 

Trump mencionó “cientos de miles de millones de dólares” en compras de armamento por parte de los europeos.

Ambas potencias decidieron además levantar mutuamente los aranceles sobre “ciertos productos estratégicos”, como equipos aeronáuticos, productos químicos específicos, equipos para semiconductores, algunos productos agrícolas y materias primas críticas, según detalló von der Leyen.

“Bazuca” diplomática evitada

El acuerdo, cuyos detalles aún no se conocen completamente, deberá ser validado por los Estados miembros de la UE. “El punto de partida era el desequilibrio. Había un superávit de nuestro lado y un déficit del lado estadounidense. Así que es un reequilibrio en nuestra relación comercial, y lo hicimos para que el comercio continúe”, explicó la comisaria europea.

Sin embargo, algunos observadores ven en este acuerdo una retirada estratégica por parte de Bruselas. “La UE no realiza o no utiliza la fuerza que tiene. El tamaño de su mercado y de sus economías habría posibilitado represalias, como las que aplicó China. Es evidente que Trump no se detendrá con estos ‘acuerdos’. En unos meses habrá nuevos aranceles y amenazas. Quizás entonces la UE se dé cuenta de que debe ser menos conciliadora con esta administración”, opina para RFI Thierry Mayer, economista y profesor en Sciences Po.

Cabe recordar que la UE comercia principalmente entre sus propios Estados miembros. Y aunque los aranceles se multipliquen por cinco o diez, el impacto global debería ser relativamente limitado.

Si Ursula von der Leyen y Donald Trump no hubieran logrado llegar a un acuerdo, Bruselas estaba preparada para responder imponiendo impuestos a productos y servicios estadounidenses. El ejecutivo europeo, impulsado por algunos países como Francia, también había amenazado con restringir el acceso a los mercados públicos europeos o bloquear ciertas inversiones.

Desencadenar esta “bazuca” —llamada "instrumento anticoercitivo” en la jerga de Bruselas— habría llevado a Europa y Estados Unidos a una escalada diplomática y económica sin precedentes.

Alemania, el primer país en saludar el acuerdo, explicó en un comunicado que, no obstante, “habría deseado más alivios en el comercio transatlántico”, según declaró el canciller.

Un giro proteccionista

Del lado estadounidense, el acuerdo de Turnberry confirma que los intercambios transatlánticos han entrado en una nueva era de proteccionismo sin complejos. Antes del regreso de Trump al poder, los aranceles estadounidenses promediaban el 4,8%.

En la práctica, el tipo efectivo aplicado por EE. UU. a los productos europeos ya alcanzaba casi el 15%, sumando el recargo del 10% ya vigente y el 4,8% anterior.

Esta nueva fase del comercio transatlántico se inscribe en un contexto de repliegue estratégico de EE. UU., con una proliferación de acuerdos bilaterales con Japón, Vietnam, Filipinas, Indonesia, entre otros.

Rechazo de la oposición en Francia

En Francia, varios sectores de la oposición denunciaron el domingo el acuerdo aduanero. Es "un fiasco político, económico y moral”, denunció la ultraderechista Marine Le Pen, quien afirmó que “la Comisión (Europea) ha aceptado cláusulas asimétricas que jamás una Francia gobernada por un ejecutivo patriota habría aceptado”.

“Cientos de miles de millones de euros en gas, así como en armamento, deberán importarse cada año desde Estados Unidos”, añadió la líder del Agrupación Nacional (RN), calificando el acuerdo como una “capitulación en campo abierto para la industria francesa y para nuestra soberanía energética y militar”.

Desde la izquierda, donde el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, consideró que “todo se le ha cedido a Trump”.

“Derechos de aduana, obligación de compra, impuesto del 5% sobre el PIB: el liberalismo, la libre competencia no falseada y otras reglas del Tratado de Lisboa son una mala broma”, denunció, planteando “la opción de la insumisión al Imperio y el no alineamiento” como “la única alternativa posible”.

Para el secretario general del Partido Socialista y eurodiputado Pierre Jouvet, este acuerdo representa una “vasallización”.

“¿Conformarse con haber recibido ‘solo’ un 15% de derechos de aduana? Son nuestros empleos, nuestras producciones y el medio ambiente los que Ursula von der Leyen ha sacrificado al prometer 600 mil millones de dólares en inversiones en Estados Unidos y la compra de gas natural licuado”, denunció.

 

 

 

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