Hace cincuenta años, hacia el final de la guerra de Vietnam con la caída de Saigón en abril de 1975, Estados Unidos llevó a cabo la operación "BabyLift", evacuando en avión a más de 3.000 niños huérfanos mestizos (hijos de soldados estadounidenses en el país) en una controvertida acción humanitaria sobre la que quedan preguntas sin resolver.
Con información de Chi Phuong, periodista de la redacción vietnamita de RFI
En una conferencia de prensa en San Diego el 3 de abril de 1975, el presidente estadounidense Gerald R. Ford declaró: "estamos presenciando una tremenda tragedia humanitaria con la huida de innumerables vietnamitas de la ofensiva norvietnamita. He solicitado a los funcionarios estadounidenses en Saigón que actúen con urgencia para reducir los trámites burocráticos que dificultan el traslado de estos niños a Estados Unidos", según el archivo de la Biblioteca Presidencial Gerald R. Ford. El presidente estadounidense anunció la movilización de 2.000 millones de dólares en fondos de ayuda exterior para "llevar a miles de niños a un lugar seguro en Estados Unidos y otros países".
El anuncio se produjo semanas antes de que la ciudad fuera tomada por los comunistas, tras una serie de rumores que circulaban en Saigón que decían que los niños nacidos de madres vietnamitas y padres estadounidenses serían "masacrados" y "violados" por los comunistas. Los rumores rumor alimentaron aún más el temor a represalias contra cualquier simpatizante del ejército estadounidense y el régimen de la República de Vietnam, que tendrían como primer objetivo las personas mestizas, consideradas “hijos del enemigo”. También se rumoreaba que los orfanatos católicos, a menudo apoyados por organizaciones estadounidenses e internacionales, serían atacados, y que las fuerzas comunistas reclutarían huérfanos como escudos humanos o como soldados.
Del miedo y el llanto…
Menos de 48 horas después de las declaraciones de Ford y con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos en Saigón, así como de numerosas organizaciones humanitarias y voluntarios, el primer vuelo de la campaña "BabyLift" despegó el 4 de abril de 1975 desde el aeropuerto de Tan Son Nhat. Se trataba de un avión Lockheed C5 Galaxy, con más de 300 personas a bordo, en su mayoría niños y tripulación.
En ese momento, el ambiente era caótico en Saigón. Aquel desorden, aquella confusión siguen todavía muy presentes en la mente de Phillip R. Wise, entonces enfermero militar de 23 años de edad a cargo de la sección médica de aviación de la Fuerza Aérea estadounidense en una base en Filipinas, asignada a Saigón: “recuerdo oír disparos en la parte de atrás y poder sentir el miedo en las voces y el llanto”. Colocamos a los niños, desde los recién nacidos a los de 3 años, en el compartimento de las tropas, dos por asiento, con una almohada entre ellos y los cinturones de seguridad. Había 80 asientos. Y los niños mayores y los voluntarios estaban abajo en la bodega, con nosotros.
…a la tragedia del Galaxy C5
Apenas 10 minutes después del despegue, debido a un fallo técnico, la puerta trasera del avión se desprendió del fuselaje en pleno vuelo, a más de 7.500 metros de altitud. "Dada la rápida descompresión rápida, en la parte de abajo no nos quedaba oxígeno para respirar, pero en el piso de arriba, sí. La tripulación pudo usar tanques de oxígeno para oxigenarse a sí misma y luego a los niños. Nos sujetamos con los niños a las cajas de carga. El piloto intentó regresar al aeropuerto, pero el sistema hidráulico falló y el avión se estrelló en un arrozal".
Murieron más de 130 personas, incluidas 44 mujeres voluntarias y 78 niños. Tras esta tragedia, otras aerolíneas como Pan Am, World Airways, United o Flying Tiger Line continuaron con la misión. La operación "BabyLift" finalizó el 26 de abril de 1975, evacuando a más de 3.000 niños. Alrededor de 2.000 fueron adoptados en Estados Unidos y 1.300 niños en otros países como Francia, Canadá, Australia, Alemania o Bélgica.
Interrogantes sobre sus orígenes
Cincuenta años después, aquellos niños viven en diferentes países y arrastras aún preguntas sin respuesta sobre sus orígenes. Devaki Murch fue una de las afortunadas que sobrevivieron al Galaxy C5 ese año y fue adoptada por una familia en Estados Unidos. En el momento del vuelo, tenía sólo 9 meses y esos breves recuerdos se perdieron en su inconsciente, pero dejaron una marca que la llevó a investigar sobre los acontecimientos de 1975 y también sobre sí misma.
"Mi historia se ha contado a través de los medios de comunicación, pero de forma bastante limitada, o en libros y documentales. La mayoría de los relatos que conozco sobre el accidente aéreo se deben al piloto, Bud Traynor. Y los documentos sobre mí son los registros de la organización 'Amigos para Todos los Niños', que se encarga de evacuar a los niños de Vietnam del Sur y registrar la información de cada uno. A menudo solo incluyen sus nombres en listas", afirmó en una entrevista a RFI.
A miles de kilómetros de América, Isabelle Ricard fue adoptada por una familia en el sur de Francia y, a día de hoy, vive en Toulouse. Le contaron que, cuando llegó a Francia, tenía muchas quemaduras en el cuerpo, de las cuales conserva hoy las cicatrices. También mantiene su miedo a volar, y también busca respuestas sobre su familia biológica. "La familia la eliges tú”, opina.
"Siempre supe que mi madre era vietnamita y mi padre negro. Mi madre debía de ser prostituta o algo así, y por eso me abandonó. Nunca creí esa historia de amor en la que mis padres se abrazaron y murieron entre las bombas. Pero, siendo honesta, desconozco la historia de mi familia", confesó. Sin embargo, su familia acudió a ella. Después de convencerla de hacerse una prueba de ADN, una media hermana en Estados Unidos la contactó y fue a conocerla.
Y si encuentras a tus padres biológicos, ¿entonces qué?
Ésta es la pregunta que mucha gente se hace. Isabelle tiene miedo, ya que piensa que podría enfrentarse al rechazo y la desaprobación, como ha visto en algunos documentales. Por su parte, Stéphanie Racine, otra adoptada en Francia con menos de un año de edad, también se ha hecho una prueba de ADN, forma parte de varios grupos "BabyLift" en Facebook y ha entrado en contacto con muchas personas en la misma situación.
“Lo hice porque quería saber al menos a quién me parecía, en personalidad y apariencia. Pero, francamente, no sé qué haría si los encontrara. Siendo sincera, eso me asusta. Creo que, inconscientemente, me digo que jamás los encontraré, así no me decepciono. Mi familia es la familia que tengo ahora. No quiero que en mi familia biológica esto se vea como una traición, aunque esta es mi propia interpretación. A menudo digo que no me importa o que no quiero encontrar mis raíces, pero tal vez sea solo una coraza que creé para mí misma, diciéndome: “nunca los encontraré, y es lo que hay”.
En la cocina de un apartamento en Narbona, en el sur de Francia, Isabelle cocina con Sandie Quercy, también superviviente del accidente del Galaxy C5. Sandie le contó a Isabelle las indescriptibles emociones de su viaje a Vietnam a principios de abril, con Stéphanie y otros “BabyLifts”, al lugar conmemorativo del accidente aéreo de hace 50 años. Unidos por el fatídico accidente, comparten sus experiencias de vida, el racismo al que se enfrentan y las críticas que a veces han recibido por tener unos nombres “muy franceses” y haber sido criadas por familias blancas.
BabyLift: Salvados o secuestrados, una controvertida campaña humanitaria
A diferencia de Stéphanie e Isabelle, Sandie lleva más de dos décadas intentando encontrar a su familia. Cuando se convirtió en madre por primera vez a los 23 años, se preguntó: ¿cómo puede una madre abandonar a su hijo? Tiene que haber una buena razón. Y quiso saber el porqué.
Para encontrar la respuesta, Sandie ha regresado a Vietnam muchas veces durante los últimos 20 años. "Encontré una niñera que me cuidó durante unos meses, y un día me dijo: "cuando estaba con los responsables de las asociaciones de adopción, sabíamos que si íbamos a ver a tal o cual señora, a cambio de unos cientos de dólares, nos daban bebés". ¡No se aleja mucho del tráfico de niños!"
Las pruebas de ADN muestran que Sandie es 99 % vietnamita, no mestiza. Durante su búsqueda, conoció a otras personas en la misma situación, lo que la hizo preguntarse si realmente había sido abandonada o si, dados los rumores sobre los "comunistas salvajes" que mataban gente, su madre la envió a alguna organización pensando que era segura y, cuando regresó a por ella, había desaparecido.
Un vuelo que dura toda la vida
La última vez que volvió a Vietnam conoció a dos familias que buscaban a sus hijos, a través del canal de Youtube de Tuan Vy. La prueba de ADN dio negativo, pero la historia de una de las madres la conmovió: “me explicó que su hijo estaba enfermo y tuvo que dejarlo en una casa de maternidad. El padre estaba en la guerra, así que era difícil de gestionar, y les pidió a las monjas católicas que lo cuidaran. Una vez, las monjas les solicitaron el certificado de nacimiento y, aunque no entendía por qué lo necesitaban, lo hizo.
Cuando regresó semanas después, descubrió que su hijo había sido subido al avión que se había estrellado. Fue aterrador, porque en ningún momento nadie le dijo que su hijo iba a ser dado en adopción”. Aunque no son familia biológica, ambas decidieron "reconocerse" y ayudarse mutuamente a encontrar a sus familiares. Sandy también espera que las familias que han perdido a sus hijos se atrevan a hablar y encontrarlos porque, tal vez, sus hijos también los estén buscando.
“Hicieron todo lo que pudieron”
Además de Sandie, muchos niños que no son considerados huérfanos todavía tienen padres en Vietnam. Algunas familias con dificultades económicas envían solo temporalmente a sus hijos a esos orfanatos, y en ocasiones reciben “presiones”. En el documental Daughter from Danang, emitido por el canal estadounidense PBS, aparece una trabajadora social estadounidense intentando convencer a las madres vietnamitas de que les enviaran a sus hijos, diciendo que era “la mejor manera para todos”.
El 29 de abril de 1975, una enfermera vietnamita-estadounidense llamada Muoi McConnell presentó una demanda en el Tribunal Federal de San Francisco, exigiendo que se suspendieran los procedimientos de adopción de niños evacuados durante la operación "Babylift" hasta que se verificara su condición de huérfanos y sus padres y familiares dieran su consentimiento. Sin embargo, según la prensa estadounidense, el juez William Spencer Williams desestimó la demanda alegando que sólo se trataba de casos individuales. Adicionalmente, ordenó sellar los archivos y prohibió a los abogados comunicarse con las familias biológicas de los niños en Vietnam.
Desde la perspectiva estadounidense, Devaki Murch promueve actividades de documentación en museos de Estados Unidos, así como reuniones entre personas involucradas en la campaña "BabyLift", para que la historia de los acontecimientos "no se borre". Además, gestiona un archivo sobre la campaña (operationbabylift.org).
Aunque ella no intenta encontrar a su familia, apoya a quienes tratan de buscar y comprender sus raíces, mostrando una postura más comprensiva. "Hay que recordar el contexto, y es que los niños estaban sujetos a la guerra, al caos. Muchos documentos muestran que estos niños habían sido abandonados por sus familias. Pero no quedan muchos documentos. Quienes estaban allí hicieron todo lo que pudieron para cuidarnos y mantenernos con vida".
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