El ser humano, por naturaleza, es tendente a desear muchas cosas, y en época de Navidad, sobrepiensa en las cosas o personas que desearía tener o que estén, pero que ya no están… Navidad es la época del año en la que notoriamente circula una alegría mayor que en cualquier otra época del año: juntes entre amigos, reunión familiar, fiestas en el trabajo, el doble sueldo, una época donde la reconciliación y el perdón encuentran más posibilidad de ser, pero al mismo tiempo provoca un impacto contrario según la circunstancia de cada quien: tristeza, soledad, pérdida, dolor…

Para nuestro país, 2025 fue un año de duelo con la tragedia de jet set: un vacío que no se llena, un dolor que no se va, una impotencia e incomprensión que nos dejaron marcados y que resonará entre nosotros cada vez que recordemos ese fatídico desenlace de la madrugada del 8 de abril… Fue un año de pérdida por la tormenta Melissa y un año de indignación nacional por el caso SeNaSa… un año que nos enseñó que aun en medio de nuestras batallas personales, profesionales, económicas y emocionales, pudimos levantar la cabeza cuando más pesaba, secar las lágrimas cuando más abundaban, sacar fuerzas cuando no había y así levantarnos, caminar y seguir adelante.

Mientras atravesamos un proceso, no vemos la transformación que traerá a nuestras vidas ese proceso hasta que lo hayamos superado; es ahí cuando comenzamos a ver la grandeza de Dios, a entender el propósito del proceso, el carácter que forjó en nosotros y cómo esto nos prepara para lo que pueda venir después.

Miro el inicio incierto de este 2025, y me encuentro hoy finalizándolo con el cierre de la etapa que hasta ahora considero como la más dura y difícil que me ha tocado vivir: el proceso legal de mi vivienda, el que me drenó y me desgastó por más de 10 años de lucha ante los tribunales, una lucha mediática y social que hoy, con regocijo, aun en asombro y eterno agradecimiento, cierro con la obtención de certificado de título a mi nombre.

Muchas veces un “sacudión” en nuestras vidas es justo lo que necesitamos para llevarnos a un mayor potencial de nosotros mismos como personas, en todos nuestros ámbitos

Hoy reflexiono: wao, 10 años de lucha para tener ese título en mis manos, algo tan simple, sencillo y corto de obtener para la gran mayoría; a mí me costó 10 años, y la pregunta aquí no es por qué me tocó vivir ese proceso a mí, sino más bien, para qué… Es así como debo y debemos ver nuestras pruebas, nuestros procesos, antes de dar lugar a la queja o al cuestionamiento del porqué de las cosas, sobre todo cuando no salen en la forma prevista o diseñada por nosotros, aun cuando estamos arribando a su solución.

Por eso hoy, más que tener un título en mis manos, reflexiono sobre el aprendizaje de este proceso, de los días de agonía acompañados de la constante incertidumbre, y en ello encuentro la resiliencia forjada, el apoyo recibido, el enfrentamiento y rechazo que trajo también, y lo mejor aún, la clase de profesional y ser humano en que me convirtió: siendo fuerte sin fuerza, siendo valiente con temor, creyendo en el otro sin confiar, y manteniendo una convicción firme de que todo pasará solo confiando en Dios…

Se acerca el final del año 2025 y vale la pena hacer una pausa de reflexión en medio de cualquier circunstancia, para valorar y agradecer; al final no sabremos qué pudo habernos ocurrido que hubiera sido peor, y tal como el salmista expresó una vez, procuremos que nuestra alma bendiga al Señor sin olvidar ninguno de sus beneficios.

Valoremos todas las riquezas que naturalmente poseemos: tenemos vida, tenemos salud, tenemos familia, mucha o poca, y aun si no hay familia, el Señor te dice que con todo te recogerá; tenemos amigos, un montón de árboles que nos dan oxígeno, un océano que nos da agua y los cielos que cuentan las maravillas del Señor.

2025 fue un año duro, sí, pero si lees este artículo, ¡es porque estás vivo! Valora y agradece lo mucho o poco que tienes y no lo que te hace falta, lo que te fue quitado, lo que con dolor perdiste… Tienes aire para respirar, una vida para vivir, personas a quienes amar y muchas oportunidades de ser diferente, de hacer obras extraordinarias, de hacer el bien.

Como país no tenemos el mejor sistema de justicia, lo sé, pero hay que reconocer que hemos tenido avances significativos con los sometimientos que ahora vemos y que nunca antes se habían registrado. ¿Lo ves? No des lugar a la queja, a la crítica o a la rabia, eso daña el alma; no eres la misma persona que eras ayer, mira más allá del proceso: eres más fuerte, más consciente, más resiliente, más valiente, más libre, más capaz; quizás en medio de todo has conocido y te has acercado más a Dios, entonces sí ha valido la pena, eres una mejor persona y tu nuevo yo seguro ha impactado significativamente a otras personas…

Muchas veces un “sacudión” en nuestras vidas es justo lo que necesitamos para llevarnos a un mayor potencial de nosotros mismos como personas, en todos nuestros ámbitos; piensa en eso que te ha pasado y descúbrete viendo cómo te ha transformado, y lo que has aprendido, porque todos nuestros procesos, aun dolorosos, nos han conducido a ser y hacer algo mejor.

Si has sido capaz de reconocer eso, entonces ¡da gracias! Celebra y apláudete porque los desafíos no terminan por haber cerrado un ciclo, sino que nos preparan para algo mayor en nuestra mejor versión, así que ¡aquí estamos en 2026! Listos para recibirte con brazos abiertos en alegría y en paz, confiando y declarando que 2026 será un bendecido y gran año.

¡Felices fiestas!

Sonia Hernández

Abogada

Sonia Hernández es abogada penalista con más de 20 años de experiencia profesional, fue procuradora fiscal de la Provincia Santo Domingo, actualmente socia del despacho legal Global District y directora de Blue Bear Freedom R.D. Tiene una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid, y una especialidad en Derecho Procesal Penal por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Contacto: shernandez@globaldistrictlaw.com

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