Nuestra mente tiene modelos o patrones de funcionamiento que la eficientizan y permiten que nuestros pensamientos y nuestras vidas puedan desenvolverse con normalidad, de eso tratan los arquetipos.
Desde que comienza a formarse la consciencia es preciso conocer e interactuar con la imagen del padre, si éste no está presente por cualquier razón, usualmente su rol será asumido por un tío, abuelo o cualquier tutor masculino, apreciado y cercano para el niño. Mientras la madre se vincula a lo instintivo, afectivo, lo nutritivo y el bienestar, el padre representa elementos esenciales para la vida social, como: autoridad, orden, reglas, estructuras sociales, seguridad, protección, juicio moral, sanciones e impulsa hacia el mundo exterior y hacia los logros. Cuando la madre está sola, tiende a asumir elementos del rol del Padre.
Algunas extensiones o representaciones relacionadas al padre en religiones, mitos, sueños o símbolos son: Dios Padre, reyes, jefes, sabios, ancianos venerables, maestros, policía, jueces.
El niño no nace sabiendo lo que es correcto e incorrecto, ni conociendo las consecuencias de violar reglas o normas y descubre muy temprano que no está capacitado para defenderse de las amenazas o retos de su existencia.
En el proceso de desarrollo humano, maduración, individuación o realización del Sí-mismo, se produce una liberación o separación del Padre y se interioriza su concepto, el padre viene a ser un reflejo interno, un enfoque o guía, y aunque siga existiendo un respeto y valoración de la autoridad paterna, ya no se trata de una obediencia ciega.
Este padre interiorizado es lo que se ha denominado como “la voz de la consciencia”, el padre interior o el superyó, que ciertamente a veces puede ser molesto, pero quien no logra interiorizar al padre, no tiene la capacidad de desenvolverse en la sociedad como un adulto normal.
Algunos trastornos derivados de alteraciones en la conformación interior de la figura paterna pueden conllevar: sentimientos de culpa, insuficiencia, perfeccionismo, rigidez, inseguridad, miedo al fracaso, o sumisión exagerada a figuras de autoridad. La psicoterapia podría ser un recurso indispensable para estas personas poder vivir plenamente sus vidas, reemplazando esa voz interior implacable por una más equilibrada y tolerante.
En tiempos pasados, la figura paterna fue muy rígida y autoritaria, actualmente tiende a ser blanda y permisiva, no obstante, estamos viendo que el hijo formado con permisividad excesiva y ausencia de reglas, difícilmente estará capacitado para alcanzar una vida satisfactoria. Actualmente existen fuertes presiones o tendencias sociales que incentivan que los padres se sientan inseguros para transmitir el modelo de educación con el que fueron formados y consideran satisfactorio. El joven sin límites definidos no solamente se descarría, sino que siente una profunda confusión y falta de sentido en su vida.
La deficiencia del arquetipo paterno (padre ausente, abusivo, distante o idealizado) podría determinar dificultad para confiar o marcar límites, rebeldía o mucha dependencia, falta de dirección o metas y deficiencias afectivas que se transmiten a la vida adulta. Es importante superar el duelo del padre, iniciar un proceso de recuperación activo y dejar de culpar constantemente al padre externo, asumir normas justas y compasivas, guiarse uno mismo de forma firme y enfocar los retos de la vida de forma adulta, no infantil o dependiente.
Problemas con la justicia, autoridades, las reglas, conducta antisocial, vagancia o un hedonismo irracional, pueden ser producto de la falta real o subjetiva del padre.
Si la relación con tu padre fue traumática o deficiente, culparlo de lo que te pase no te servirá de mucho. El recuerdo, reflejo o impronta de tu padre está en tu interior, por lo que, incluso si tu padre estuviera muy lejos o ya no estuviera en esta existencia, podrías trabajar con esa representación o huella en tu corazón o mente. Puedes decirle lo que siempre hubieras querido decirle, puedes hacerle saber el daño que te causó, puedes manifestarle el cariño que nunca le manifestaste, comentarle las situaciones que ahora te sacuden y te hacen lamentar su ausencia, etc. De manera especial, si te hizo mucho daño, el poder perdonarlo será como quitarte un saco lleno de piedras de tus hombros. El tiempo y el espacio no existen en tu interior, nada ni nadie te impide resolver tus conflictos internos y sanar antiguas heridas que te impiden ser tú.
Ciertamente necesitas en tu consciencia una autoridad adulta, autónoma, con límites claros y sanos, decisiones firmes y liberarte de heridas padecidas cuando no podías ni sabías defenderte. Siempre podrás viajar en tu interior para volver a encontrar la experiencia que tuviste en tu infancia y reforzar a esa pequeña criatura, que eres tú, en los momentos en que más lo necesitaste.
Se considera adulto, a quien aprendió e integró la formación de su padre biológico, logrando que sea parte de su consciencia, pero incluso habiendo podido “dialogar” con ese concepto, agregándoles sus aportes personales, mediante el proceso de individuación.
Estas reflexiones que hemos desarrollado están originadas en el concepto de los arquetipos creado por Carl Jung.
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