A pesar de todo el esfuerzo desplegado, la dictadura no pudo controlar el germen de la rebeldía. Las huellas dejadas por la Juventud Democrática desde su articulación política en el segundo lustro de la década del 40 constituyen un manantial de experiencias de valor incalculable en la memoria histórica de los dominicanos. Muchas lecciones que pueden extraerse de las actividades desarrolladas durante años por esa organización que anheló profundos cambios sociales para el pueblo dominicano. Los mentores ideológicos del proyecto político no dudaron en buscar la lectura de obras y autores sobre temas sociales que contribuyeran a reforzar sus conocimientos. Desafiar la represión trujillista en distintos momentos y expresiones, con el consecuente saldo de muertos, encarcelados, perseguidos y desaparecidos, amerita un temple de acero, aunque sin perder la perspectiva para relanzar nuevas jornadas.

Junto al Partido Socialista Popular, PSP, la Juventud Democrática pudo asumir difíciles decisiones ante el quehacer de mantener optimismo mientras la maquinaria trujillista imponía su tropel. Una auténtica mina de cuadros políticos de profundas convicciones y bagaje intelectual caracterizó la reserva opositora, sensiblemente afectada con la forzosa salida de muchos al exilio.  Las crecientes generaciones de dominicanos ignoran el provecho que pudiera extraerse si conocen a fondo las lecciones que emanan de la Juventud Democrática. Siguiendo el relato de Juan José Cruz Segura, en su libro Bajo la Barbarie:

“Empezados los primeros años de los ‘40, la dictadura había sometido virtualmente al país a su omnímoda voluntad después de minar la oposición mediante el exterminio, el destierro y el chantaje. El crimen se enseñoreó sobre las familias más firmes en sus convicciones, y las últimas testas del intelecto y la dignidad habían sucumbido al halago, al soborno, al engaño de la colaboración constructiva, o se había sumido en una especie de reclusión permanente para sobrevivir a la amenaza de la compulsión personal o familiar que le abocaría a una humillación inminente”.

Josefina Padilla.

En ese orden, la participación de los padres y hermanos en la resistencia constituyó una experiencia fundacional para sus militantes. El extracto anterior retrata el terror trujillista en general y ensañado contra múltiples familias, como los Martínez Reyna, los Bencosme, Perozo, Echavarría, Ramírez, Larancuent, Doucudray, Mainardi, Mieses, etc. Resistir esas tinieblas entrañaba el riesgo de morir cualquier día. Así resistió durante años un significativo número de mujeres que desempeñaron múltiples actividades en la organización y en operativos como vender el periódico. El testimonio de Cruz Segura coincide con el de Brunilda Soñé, activista revolucionaria, compañera sentimental de José Arismendy Patiño, (Chepito), respecto a la venta del órgano difusor. Para explicar la participación de miles de personas en la oposición a Trujillo es necesario desplazar la mirada hacia las trayectorias personales y especialmente en la familia, ya que se trata de la transmisión o recomposición de las disposiciones políticas.

Ambas organizaciones, tuvieron una efímera existencia legal, entre septiembre de 1946 y mayo de 1947, aprovechando un momento de flexibilidad aparente de Trujillo hacia sus opositores. Tras este período se desató una fuerte represión que conllevó al encarcelamiento, asesinato o al exilio de sus principales dirigentes y cuadros. En el marco de ese ominoso ambiente de opresión y desesperanza, la cohesión de los miembros de las dos organizaciones se mantuvo en base a la tolerancia. En el seno de la Juventud Democrática existían diferentes sectores ideológicamente definidos (véase, los meramente antitrujillistas, los apristas, los marxistas o los simple socialistas, entre otros), los cuales supieron poner de lado sus diferencias apelando a la solidaridad y al compromiso insoslayable de combatir al tirano. Entre algunos métodos de lucha implementados se encontraban espacios de formación como cine-foros, la academia y seminario para la capacitación de los cuadros de la organización, pero particularmente la impresión y distribución del legendario periódico Grito.

Víctor Villegas.

Al respecto, el acceso a nuevos medios de comunicación, como la radio y el cine, permitió una difusión más amplia de ideas que fomentaron modelos de rebeldía juvenil con personajes modélicos que iban “desde Marlon Brando a Elvis Presley, pasando por James Dean, Marilyn Monroe o Brigitte Bardot”. Ciertamente, la influencia cultural contribuyó a "forjar un sentido de pertenencia. Así fue como el "grupo de edad juvenil" fue capaz de aglutinar algo más que la clase social”. Tal como nos dice Jean Francois Sirinelli “Si bien esta cultura juvenil planetaria no tuvo nada político en sí misma, llevaba consigo una revuelta contra la sociedad adulta que se manifiesta más o menos violentamente, a través de la música o de la moda, y puede ir acompañada de una crítica al orden social”.

La Juventud Democrática estuvo conformada principalmente por jóvenes universitarios y profesionales, entre los que se mencionan a: Manuel Mena Blonda, Virgilio Díaz Grullón, Carmen Natalia, Silvia Padilla Deschamps, Bolívar Kundhart, Rafael Reyes Valdez y Josefina Padilla Deschamps. Esta última, se destacó como la representación femenina en el comité central. En el plano específico de la Universidad se conformó un Comité Universitario compuesto por Maricusa Ornes Coiscou, Guillermo Chávez, Ligia Echavarría, Candelario Rojas, Cecilio Grullón, Antonio Germán Olivier, Tobías Cabral, Mario Sánchez Córdova, Roberto Sánchez Sanlley y Víctor Villegas quien aparece en un Memorándum del 7 de febrero de 1947 donde se indica lo siguiente:

Hoy visitaron al rector de la Universidad los jóvenes Anyone Guerrero Báez, Víctor Manuel Villegas, Eladio García y Rafael Vicioso Vendrell, estudiantes de la Facultad de Derecho para solicitar que se les facilitara el Paraninfo de la Universidad con el propósito de celebrar una asamblea de los estudiantes universitarios. Agregaron que la finalidad de esta Asamblea era formar la Federación de Estudiantes Universitarios FEU y elegir la dirección de la misma. Expusieron, además, que el objeto de la Federación es dar al estudiantado universitario un órgano representativo que sirviese para estrechar más los vínculos entre estudiantes y profesores.

Historia de Fragua (V)

El rector le contestó que consideraría su petición, pero que a primera vista le parecería poco probable que el Consejo Universitario accediera a ella, ya que no se trata de un acto de tipo académico. Entre otras consideraciones que les hizo el rector, les expresó también su creencia personal de que una asociación de ese género no era practicable en la Universidad de Santo Domingo, porque en ella existían ya esos vínculos de intimidad entre alumnado y profesorado. Los estudiantes dichos pertenecen al grupo llamado Juventud Democrática.

Para el año de 1947, la Guardia Universitaria estaba inactiva ya que el primer período de existencia fue (1937-1946) y el segundo (1958-1961). En el artículo Mecanismos de Trujillo para la represión política: La “Guardia Universitaria” controlando y espiando a los estudiantes, publicado en el diario digital Acento, el historiador Alejandro Paulino Ramos desarrolló un acápite titulado “La Juventud Democrática derrotó la GUPT” en el que nos señala que “aunque no existe una documentación que explique las razones de la desaparición de la Guardia Universitaria, es muy posible que ese hecho guarde relación con su imposibilidad de contener el avance del movimiento estudiantil independiente y la presencia de la Juventud Democrática en la Universidad, lo que de seguro irritó al dictador y lo llevó a perder la confianza en quienes habían dirigido la GUPT desde 1937”. Desde esta perspectiva, la labor realizada por los jóvenes de la Generación del centenario de la independencia (1844 – 1944) estuvo a la altura de la antorcha libertaria que encendieran los trinitarios.

Juan José Cruz Segura señala en Apuntes sobre la Carta Testimonio que le remitiera en 1995 su camarada de organización y vida clandestina, Leo Nanita Cuello que: “hay que reconocer que los dirigentes fundadores de la Juventud Democrática dejaron sentadas las pautas para la conducción de una organización clandestina, tales como las contenidas en ‘El compañero y su célula’, las cuales hicieron posible la preparación concienzuda de innúmeros cuadros que fueron los responsables de la efectiva cohesión durante un tiempo realmente largo y poder dejar constancia del sacrificio de quienes por nuestros ideales ofrendaron vida”. Dos nombres emblemáticos de la Juventud Democrática fueron Manuel Aurelio Tavárez Justo “Manolo" y Minerva Mirabal, quienes aprovecharon su paso por la universidad para establecer contactos y desarrollar conciencia crítica contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), tal como veremos en la próxima entrega.

Raúl Pérez Peña (Bacho)

Periodista

Raúl Pérez Peña (Bacho). Periodista.

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