Los partidos políticos se empeñan en el cambio: cambian de color, de nombre y, sólo la muerte asegura cambiar de líder. Lo contrario sucede con la práctica política, nunca cambia. Resistirse al cambio está en el ADN de los políticos.

Esta columna ha resaltado —en entregas anteriores— sobrados argumentos sobre las características del líder auténtico. En la gatera, sin embargo, siempre se queda algo importante. La formación efectiva de los seguidores para asegurar el relevo generacional es un rasgo esencial.

La impronta de un líder, por derivación, se divisa en el transcurrir histórico estudiando la práctica de sus sucesores. Un guía político, por ejemplo, puede ser presidente constitucional durante siete periodos consecutivos y pasar sin pena ni gloria. Sobre todo, si tras su muerte se lleva su partido al despeñadero.

El PRSC

Antes era el PR, o sea, el Partido Reformista. Luego —años 80 del siglo XX— se produjo el cambio de nombre para aparentar una renovación. Ahora se llama PRSC, es decir, Partido Reformista Social Cristiano. ¿El cambio? trajo la adscripción a la corriente internacional del social cristianismo. Pero la práctica sigue —todavía hoy— igualita que cuando eran PR. Nada cambió.

Corrijo, pesco de injusto si digo que nada cambió. El cambio de los social cristianos que se fusionaron con el PR fue significativo. Ellos —de manera voluntaria— se flagelaron con el látigo ideológico. Asumieron la vieja práctica reformista.

El sacrificio señalado se justifica con el disfrute de los residuos de las mieles del Poder.

El PRD

El modelo del Partido Revolucionario Dominicano forjó un liderazgo más robusto y democrático. La organización sobrevivió a la división protagonizada por Juan Bosch, su líder principal, en 1973. En poco tiempo el PRD consiguió erigir un nuevo guía, José Francisco Peña Gómez.

Pero el Partido Blanco, como se le conoce al PRD, nunca ha sido una agrupación de liderazgo único. Peña Gómez, por derivación, emergió como el líder máximo del partido.

El perredeísmo sobrevivió hasta el 2015, año en que se convirtió en PRM. Quedó pululando, no obstante, una entelequia negociadora.

El PLD

Tras su rompimiento con el PRD, Juan Bosch arrastró un pequeño grupo de dirigentes. Con ellos formó una nueva agrupación política: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Bosch inició un novedoso programa de educación política en el PRD. Pero los perredeístas se negaron. Entonces se lo llevó a su nueva agrupación. Todo funcionó perfecto mientras estaban en la oposición. Sin embargo, al poco tiempo de estar gobernando volvieron a las prácticas —tan criticadas— de sus antecesores.

En la actualidad los morados luchan por sobrevivir a la debacle. El 2028 tiene la última palabra.

El PRM

El Partido Revolucionario Moderno es el más reciente desprendimiento del PRD. Contrario al que propició el profesor Juan Bosch, en esta ocasión el éxodo se llevó hasta las sillas rotas en la convención.

Hipólito Mejía Domínguez y el Presidente Luis Abinader encabezaron la estampida y mantienen el liderazgo del PRM. Queda por verse si mantendrán vivo el partido cuando le toque salir del gobierno.

La FP

Los cantos de sirena despertaron la soberbia en un segmento del PLD en el 2019. Se espantaron y formaron el partido Fuerza del Pueblo. Conquistaron su objetivo inicial: desplazar los peledeístas del gobierno.

Al otro propósito, por derivación, le toca esperar. Lograr terciarse la ñoña —aunque la embajada lo prometa— requiere de otras habilidades. Es necesario liderazgo y estructura.

El 2028, en consecuencia, sigue pesando como espada de Damocles.

La izquierda y los alternativos

Las organizaciones de izquierda, en cambio, se consumen en un escabeche de recetas ideológicas diseñadas en el exterior. Los partidos políticos —mal llamados alternativos— prefieren darles su salsa a probar a los partidos mayoritarios.

En suma, la síntesis sobre los partidos políticos mencionados muestra la escasa vocación de cambio, de ser diferentes.  En su momento, sólo uno contempló la educación de su militancia. Pero el programa fue no funcionó, se volvió adoctrinamiento. Todos hacen lo mismo con nombres diferentes: manipular voluntades.

Y para forjar líderes que sucedan a sus guías en las luchas se requiere educación política y entrenamiento en el uso de métodos de dirección. Se requiere capacidad para ver el entorno cercano, igual que el lejano: ver detrás de la puerta.

Los partidos políticos, por lo anterior, les urgen —si desean dejar una impronta— promover una vuelta de tuerca en su práctica política.

Miguel Ángel Cid

Miguel Ángel Cid Cid

Municipalista

Especialista en fortalecimiento y planificación institucional, con experiencias exitosas en RD y Haití. Experto en resolución de conflictos y capacitación de jóvenes y adultos. Creador e impulsor de la primera experiencia de presupuesto participativo en Villa González, República Dominicana, recorriendo decenas de municipios promoviendo iniciativas de planificación estratégica y participación socio-política a nivel local.

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