En esta semana se cumplió el primer mes de la tragedia del Jet Set. La que nunca debemos olvidar. Y también, nos tocó despedir a personas queridas y valiosas.

En Puerto Rico, falleció la noble doña Josefina Avilés Solivan, esposa de mi amigo don Ángel Avilés, con quien tuvo a Marie, Mabel, Angel y Manuel Avilés Avilés, esposo de mi hija Anabel Galván.

En República Dominicana, nos dejó el talentoso político e intelectual, el licenciado Roberto Rodríguez Marchena, esposo de mi colega y compañera de estudios, Rosa Rita Álvarez.

También partió a la casa del Padre doña Mary Pérez de Marranzini, mamá Mary, para sus familiares y para quienes servimos a ella. De quien su hijo, Celso Marranzini, con profunda emoción dijo:

Su legado perdurará para siempre. La fortuna que dejó son los millones de dominicanos que han pasado y seguirán pasando por Rehabilitación. Gracias, por tanto, mamá Mary. Tu amor vive en nosotros”.

Me siento parte de la familia de Rehabilitación. Desde aquel día que teminaba mi carrera de psicología, y ella me entrevistó y me integró en la Asociación Dominicana de Rehabilitación, entidad que fundó en l963, y fue pionera en rehabilitación física, psicosocial y educativa en el país. Donde me entrené en evaluación de personal y en la aplicación de pruebas psicológicas. Y, gracias a Mamá Mary, presos políticos en la Penitenciaria Nacional de la Victoria, que se encontraban discapacitados física y mentalmente por las palizas recibidas; fueron evaluados y recibieron servicios de fisioterapia y laborterapia, por especialistas algunos uruguayos, con el fin de aliviarles sus penosos padecimientos; en ‘Los años terribles’’, al decir del escritor Manuel Matos Moquete, entonces, José Antonio. A quien conocí allá.

Lleguen mis condolencias y solidaridad a los familiares de la señora Avilés Soliván; de las víctimas del Jet Set, en especial a doña Melba Segura, mamá del sur profundo y madre de la víctima, su única hija, Alexandra Grullón Segura; del licenciado Rodríguez Marchena; y a los familiares de  mamá Mary, “mujer menuda de alma  gigante”, como la describió acertadamente el editorial del Listín Diario. Que todas estas almas descansen en paz.

En medio del dolor, recibimos una luz de esperanza de Roma con la elección del misionero Robert Prevost como nuevo papa, para llevar adelante una Iglesia con 1,400 millones de fieles, 62 millones de los cuales viven en Estados Unidos. Es el primer papa nacido en Estados Unidos, y el segundo latinoamericano. En el Vaticano lo llaman “el yanqui latino”. Nació en 1955, en el seno de una familia obrera. Sirvió como obispo en Perú durante varias décadas y posee doble nacionalidad. Es, por tanto, un papa del Norte, del Sur y del Caribe. Fue otro obispo incómodo al poder; con una mentalidad medularmente latinoamericana. Ha visitado varias veces la República Dominicana, donde nació su abuelo materno, y convivió con religiosos del Colegio Agustiniano en La Vega, y con gente de pie en barrios y campos del país. Por todo esto, es uno de los nuestros.

En su primer mensaje a los fieles dijo:

La paz esté con todos ustedes… Podemos ser una Iglesia misionera, una Iglesia que tiende puentes, siempre abierta a recibir a todos, como en esta plaza, para acoger con caridad, diálogo y amor”.

Y declaró que eligió llamarse León XIV en honor a León XIII, el papa de los obreros, y de la doctrina social de la iglesia, porque, “Hoy vivimos una revolución digital, como en aquel tiempo se vivió una revolución industrial. La digitalización está cambiando el empleo y reduciendo la necesidad de mano de obra. Quiero prestar más atención a los problemas sociales y de justicia en el mundo”.

Fue felicitado por los principales países y líderes del mundo; incluido el presidente de Estados Unidos, aun cuando lo ha criticado públicamente. Y antes de su elección como papa, contradijo al vicepresidente Norteamericano, al aclararle que era “errónea” su interpretación al afirmar que la fe católica era compatible con la deportación de inmigrantes.

Descanso eterno a las almas de estos seres queridos que se han ido y felicitaciones al nuevo papa y que pronto visite estas tierras con sus bendiciones.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván

William Galván

Profesor de psicología y antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Investigador académico y consultor de empresas.

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