La izquierda dominicana está constituida por los revolucionarios y los que se han acomodado en el sistema capitalista. Para muchos solo existe una; la otra hace mucho tiempo que abandonó el barco embriagado por los aires refrescantes de las oficinas estatales. Todos en sus inicios juraron lealtad al marxismo leninismo, teoría revolucionaria que sirve como material de estudio y de investigación para conocer la realidad concreta del país y los movimientos geopolíticos del mundo.
¿A qué se debe que los dos grupos que acabo de señalar se encuentran muy alejado de la población y los trabajadores, un divorcio evidente de la realidad y pérdida de visión y cambios que experimenta el mundo? Sin lugar a duda, los instrumentos y los métodos de estudio no han dado los resultados esperados. Y además, la ciencia se enriquece con los aportes sustanciales en los órdenes históricos, económicos, políticos y sociales nacionales que permitan conjugar una sustantividad con la teoría revolucionaria. Sí, le ha dificultado el trabajo para lograr toparse con la objetividad del momento y todavía no encuentra el hilo conector para desenredar la madeja internacional.
Con consecuencia de la equivocación al estudiar e interpretar la teoría revolucionaria, obvian la realidad objetiva del país para priorizar asuntos internacionales que están en desarrollo. Lo domesticó, lo utiliza como un cosmético para presentar ante la sociedad su preocupación por el oscuro derrotero a que nos llevan, pero sin ninguna posición sólida, coherente y de cara a ocupar su lugar histórico abandonado. La pelota que se juega es con duro, ellos juegan con la pared o con las manos.
La izquierda dominicana juega una pelota floja y de mala calidad. Olvidando que la sociedad, al verlo, quedó sorprendida y suspendida en el espacio. Sus militantes, simpatizantes y relacionados, observando hacia dónde van a llegar. En América Latina y el Caribe hay ejemplos que indican su destino final. Otros recogen la dignidad y el decoro abandonados que los han caracterizado para ascender al poder por vía electoral, conectando con la realidad.
El marxismo leninismo es una ciencia. Tratarla como un recetario político e ideológico es una aberración imperdonable que evidencia la verdadera naturaleza anacrónica y desvinculada a la dinámica del conocimiento y el entendimiento en desarrollo, en constante movimiento. Esos estudios y extractos y históricos y teóricos de la sociedad capitalista son la base que permite, con el estudio prolífero, no estático, conocer una nueva realidad que nos da en la cara.
Nos toca para poder comprender el nuevo mundo: estudiar los cambios profundos que ha experimentado la producción de bienes y servicios, su intermediación y la manera de llegar al mercado. El área financiera y la exportación de capitales son materias que describe la voracidad del imperialismo. Frutos de los avances e innovaciones tecnológicas, ya el capitalismo ha producido su quinta revolución industrial en una competencia tan feroz que la “multipolaridad" se ha impuesto a regañadientes de estadounidenses. Los que creen que el mundo no ha cambiado son los que se niegan a escudriñar la esencia de las transformaciones de hoy para levantar ideas dogmáticas sin lo presencial de la rueda de la historia.
Para los que viven dormidos en sus laureles, la República Popular China ha tomado la delantera en la sexta Revolución Industrial caracterizada por la inteligencia artificial [IA]. Con profundas invocaciones de nuevas tecnologías, domina el mercado internacional, convirtiendo su economía en una de las principales del mundo.
Los aportes valiosos de la teoría revolucionaria mantienen su vigencia sobre la sociedad capitalista y la importancia del capital enriquecido con las nuevas experiencias. Y describen cómo la competencia inter capitalista e imperialista conduce, tarde o temprano, a ir socavando la estabilidad de un imperio en malas condiciones. El panorama actual permite avanzar a mejores escenarios; si interpretamos el momento con objetividad y audacia, se colocan en el mismo trayecto del sol. No en la sombra, esperando caer los mangos bajitos.
La nueva sociedad surgirá en la etapa de crecimiento y expansión del sistema capitalista. Aprovechando sus extraordinarios avances que satisfacen las necesidades de la población e introducen nuevas técnicas de producción de bienes y servicios. Los países pobres, atrasados y dependientes deben de apurar el paso, sin salirse del carril, para insertarse en esa locomotora que atraviesa a nuestras regiones. El mundo avanza sin detenerse hacia nuevos episodios históricos que impactan positivamente y revolucionan el diario vivir.
De ahí que los desafíos son comprometedores y no admiten medias tintas ni sacar el cuerpo. La República Dominicana tiene que cambiar el rumbo y esta responsabilidad histórica recae sobre la izquierda, progresistas y sectores democráticos que se comprometan a conducir los destinos de la nación por los senderos de una nueva democracia. Sin copiar, por supuesto, experiencias internacionales. Una etapa dentro del capitalismo para no interrumpir el curso histórico que nos conducirá hacia una sociedad próspera, inclusiva y en constante evolución.
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