La belleza y la perfección me ronda en cada paso, cada movimiento de mi cuerpo destila sabiduría. ¿Quién nos creó y nos hizo creadores? Cuantos anhelos nos poseyó para dar esos pasos hacia adelante.

La vida que nos ocupa y que se apaga en cada paso, nos pasea por laberintos y paisajes conocidos y extraños. Uno navega en sueños e irrealidades que se transforman en fantasías ansias que se van diluyendo en el espacio al que llamamos tiempo.

Una luz no es más que un abrazo, un beso que nos distrae y nos llama para desaparecer en la nada. Nos deja apagados en esperanzas que, cumplidas o no, también se hacen abstractas en una memoria que ruge respuestas.

Las preguntas están de más ante tantas respuestas inconclusas que primero llenan y luego se vacían.

Hace falta llenar la nada de "algo" y, sin embargo, ese algo está atado a muchas cosas que también están vacías.

Aun así, todo es perfecto. Y lo es porque estoy aquí y tú también, y aun cuando no estemos, vendrán otros a ocupar las mismas ansiedades y virtudes, los mismos naufragios y victorias.

Una hilera larga y ancha de procesiones alegres, discretas, moribundas. Vidas cargadas de energías nuevas transformándose hacia un camino que no tiene final y que, sin embargo, se acaba.

Vamos abriendo trechos en surcos que nos miran recelosos y que aspiran nuestros pasos rápidos y breves en virtud de un instante al que también aspiran continuar cabalgando.

Todo un entramado tramándose en infinitas veredas, que sin saber, andaremos o andamos sin darnos cuenta. El misterio que nos acompaña se despliega en alas de desconciertos.

La travesía será infinita, pero cada una acarrea un naufragio. Y un despertar, y un dormir, y una iluminación y otra oscuridad.

Los poetas intentan encontrar palabras alegres, más la belleza no surge del amparo. Los pintores mienten ante lo creado, no saben que la creación no tiene nombre, ni título, ni lenguaje permitido.

Saltar de un lugar a otro es asunto para siempre. No hay una ley ni un comandante dirigiendo la orquesta. El concierto se expande y el espacio navega sin rumbo en una agonía que ahoga los sentidos.

No hay un final, ni un principio. Todo es nada y nada es todo. Solo este momento indescifrable intentando explicar lo inexplicable. Una chispa que rebota y salta por un instante de ansiedad en un extraño laberinto, que asusta, y hace reencausar lo atrevido.

Una cárcel que no muestra más que un lápiz, y un papel, y un deseo de escribir lo inscribible. Una carta para nadie, ni para ti, ni para mí, ni para lo absurdo.

Una carta que queda en blanco ante unas manos imposibles y una mente que se imagina, y unos ojos sesgados de ilusiones alucinadas.

El papel vuela por el viento atrevido y se quema presuroso ante un sol celoso. Un haz primitivo nacido en otras galaxias surca presuroso mi habitación.

Lo sé, todos andamos buscando lo mismo, intentando atrapar esa chispa, que de vez en cuando insolente se desvía y salta y que, sin embargo, guarda un papel en blanco que nadie ha podido escribir, algo así como, una carta para nadie. ¡Salud! Mínimo Cartero