Recientemente, el viceministerio de Supervisión y Control de la Calidad de la Educación del Ministerio de Educación de la República Dominicana compartió en la comunidad educativa un informe preliminar sobre el cumplimiento del calendario escolar, cuando ya se ha cumplido cuatro quintas partes y maestros, estudiantes y familias se preparan para iniciar su recta final.
Los datos que han sido recabados y presentados por los técnicos distritales y regionales de cada localidad son preocupantes respecto del número de jornadas de no docencia. Las constantes interrupciones en los sucesivos calendarios escolares y, por tanto, la afectación de los procesos educativos, tienen efectos devastadores sobre la calidad de los aprendizajes de los estudiantes. Esta situación me llevó a recordar la extraordinaria novela 1984 de George Orwell, en la que la existencia de ese Gran Hermano que gobierna y rige la sociedad interrumpe sistemáticamente la percepción de los ciudadanos mediante la manipulación del tiempo. Con ello, redefine las rutas de la memoria y relativiza la verdad. En la novela se describe de manera impactante cómo la manipulación constante deja secuelas profundas en los individuos, que poco a poco se ven privados de su capacidad de pensamiento crítico autónomo y se convierten en un eslabón más de un sistema que los oprime. De manera similar, en la República Dominicana, la constante interrupción del calendario escolar, principalmente a través de huelgas, a las cuales se acude como medida recurrente, le arrebata el tiempo a estudiantes y familias, hipotecando su presente y futuro educativo.
En este informe, que generosamente y con profesionalismo las dependencias técnicas del Ministerio de Educación ponen a consideración de las autoridades del Ministerio y del Consejo Nacional de Educación para orientar la toma de decisiones, se deja claro cómo, de las 2,528 jornadas teóricas en 16 regionales (de las 18 que tiene el sistema educativo dominicano), ya se han perdido 254. Es decir, en todo el país se pierde algo más del 10% del total de jornadas previstas. Esto es particularmente relevante, dado que el calendario escolar dominicano presenta un menor número de día de clases que otros sistemas educativos de mejor desempeño como Israel, Japón, Australia, Brasil, Colombia, por mencionar algunos.
Las pérdidas de días de clases varían considerablemente entre las regiones, con algunas enfrentando interrupciones más prolongadas que otras. La región La Vega, presenta el mayor porcentaje de días perdidos, con un 30.03% de clases no impartidas. Es decir, de los 158 días de clases que se debieron haber logrado hasta finales de abril, ya se habían perdido 47 jornadas. En San Francisco de Macorís también se experimenta una alta interrupción, superando el 26% de días perdidos, con 43 no dictados. Por su parte, la región 15 de Santo Domingo y la región 8 de Santiago son las que más días de clases han registrado hasta el momento, superando el 90%.
Los efectos de la interrupción de los procesos educativos en niños y adolescentes están ampliamente estudiados en la literatura a nivel global y en la región latinoamericana. Un estudio realizado por Alvarado, Soler y González (2021) analizó el impacto de las huelgas de profesores en Colombia entre los años 2000 y 2016, donde se perdieron en promedio 78 días de clase por cada año. Los resultados mostraron que los estudiantes expuestos a más huelgas durante sus estudios obtenían, en promedio, puntajes más bajos en matemáticas y lectura: un 26% y 36% de una desviación estándar, respectivamente. En Argentina, Jaume y Willen (2017) examinaron el efecto de las huelgas de profesores en los logros educativos a largo plazo de los estudiantes y en sus resultados laborales. Utilizando el método de diferencias en diferencias entre cohortes, estimaron que la incidencia media de las huelgas de profesores durante la escuela primaria tenía un impacto negativo en los logros educativos y en los resultados laborales de los adultos afectados. Por su parte, en Sudáfrica, Wills (2014) investigó si las huelgas de profesores afectan el rendimiento de los estudiantes en escuelas primarias. Mediante un modelo de efectos fijos, determinó que la participación de los docentes en las huelgas afecta negativamente el aprendizaje de los estudiantes de las tres cuartas partes más pobres de las escuelas de Sudáfrica, estimando un efecto negativo de hasta 0.1 desviaciones estándar. Mientras tanto, en Ontario, Canadá, Johnson (2011) realizó un análisis a nivel escolar y encontró que las huelgas de profesores en Ontario se asociaron con menores resultados en pruebas estandarizadas de lectura y matemáticas en 3er grado, así como un menor desempeño en matemáticas en 6to grado.
Estos estudios confirman que las huelgas no solo afectan el presente académico de los estudiantes, sino que también tienen consecuencias a largo plazo en sus oportunidades laborales y su futuro profesional. La pérdida de días de clases interrumpe el proceso de aprendizaje y genera rezagos en el dominio de contenidos clave, lo que puede limitar las oportunidades de los estudiantes para alcanzar su máximo potencial.
La continuidad en el proceso educativo es esencial para el desarrollo académico y personal de los estudiantes. La interrupción de este proceso, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, tiene efectos nocivos para los estudiantes. La pérdida de días de clases interrumpe el aprendizaje de conceptos clave y afecta el dominio de habilidades esenciales como la lectura, las matemáticas y las ciencias, cuyos efectos se reflejan medición tras medición, tanto en pruebas diagnósticas locales como en las globales pruebas PISA. Esto tiene un impacto directo en el rendimiento académico, especialmente cuando los estudiantes carecen de los recursos necesarios para ponerse al día con el material perdido. Adicionalmente, la falta de continuidad y sistematicidad, como efecto de las pérdidas de días de clases, incrementa la desmotivación. Xavier Sala-i-Martin, en De la Sabana a Marte (2024), demuestra cómo la motivación es uno de los principales ingredientes para que se produzca el milagro del aprendizaje. En efecto, los estudiantes que experimentan interrupciones frecuentes en su educación suelen sentirse desconectados de su entorno escolar y pueden perder el interés en aprender. Esta desmotivación, a su vez, puede traducirse en un bajo rendimiento académico y en una menor preparación para los exámenes nacionales e internacionales, justo cuando el país se encuentra insertado en un nuevo proceso de medición de PISA. La falta de continuidad también afecta la autoestima de los estudiantes, quienes perciben que no están cumpliendo con las expectativas educativas.
Además, la interrupción del calendario escolar aumenta las desigualdades educativas entre las regiones. Los estudiantes de las regiones con mayores pérdidas de días de clases, como se ha observado en zonas de la República Dominicana y otros países, tienen menos oportunidades de acceder a una educación de calidad. Esto perpetúa las brechas de inequidad, limitando las posibilidades de los estudiantes más vulnerables para alcanzar el éxito académico y profesional.
Reflexiones finales y exhortación a la familia y a los sindicatos
La continuidad en el proceso educativo es esencial para el desarrollo académico y personal de los estudiantes. La interrupción de este proceso tiene efectos nocivos para los estudiantes. La literatura es tan abundante como contundente respecto del impacto negativo de las interrupciones en el rendimiento académico, especialmente cuando los estudiantes carecen de los recursos necesarios para ponerse al día con el material perdido o suplir esa desventaja con clases particulares fuera del sistema educativo. Uno de los efectos más destacados de la pérdida de días de clases es la desmotivación. Los estudiantes que experimentan interrupciones frecuentes en su educación suelen sentirse desconectados de su entorno escolar y pueden perder el interés en aprender. Esta desmotivación, a su vez, es predictora de un bajo rendimiento académico y una menor preparación para los exámenes nacionales e internacionales. La falta de continuidad también afecta la autoestima de los estudiantes, quienes perciben que no están cumpliendo con las expectativas educativas y, por lo tanto, incrementan sus niveles de frustración, antesala de las salidas prematuras del sistema educativo.
Además, la interrupción del calendario escolar aumenta las desigualdades educativas. Los estudiantes de las regiones con mayores pérdidas de días de clases, como La Vega o San Francisco, tienen menos oportunidades de acceder a una educación de calidad. Esto perpetúa las brechas de inequidad, limitando las posibilidades de los estudiantes de estas regiones, y sobre todo aquellos que provienen de las familias más vulnerables, para alcanzar el éxito académico y profesional.
Hasta aquí no hemos mencionado nada sobre los costos de la docencia pagada y no dada. Le cuesta al país RD$ 760 millones diarios cuando la interrupción es nacional, incluida la alimentación que se bota o se destina a otros fines ajenos a los previstos, y que financia con sus impuestos todo el pueblo dominicano (EDUCA, 2024).
Este año escolar está previsto que finalice el próximo 20 de junio. De modo que aún queda más de un mes en esta recta final que debe ser aprovechada al máximo. Desde esta tribuna se hace un llamado a toda la familia dominicana para reclamar y cuidar sus derechos. A proteger el derecho que tienen sus niños, niñas y adolescentes a aprender con calidad. A no permitir que la educación se privatice en algunos pocos intereses corporativos que recurren a medidas extremas cuando las mesas de diálogo en el Ministerio y en los canales institucionales que el país tiene están abiertos y funcionando correctamente.
A los sindicatos de profesores, una exhortación a la reflexión. La teoría del conflicto es tan anacrónica como inefectiva para lograr los objetivos colectivos; y nunca debiera afectar ni perjudicar a las familias más vulnerables.
A la comunidad educativa toda, y más allá de esta, a evitar la consolidación de un Gran Hermano en la educación dominicana, capaz de alterar el normal transcurrir de los procesos fundamentales, controlando y determinando el tiempo escolar y, con esto, secuestrando la verdad y la suerte de más de 2 millones de niños, niñas y adolescentes que tienen, en su derecho a aprender, tal vez la única llave para abrir la puerta hacia la prosperidad.
Referencias
- Alvarado, A., Soler, A., & González, A. (2021). Impacto de las huelgas docentes en el rendimiento académico: Evidencia de Colombia (2000-2016). Pivotes. Recuperado de https://www.pivotes.cl/web/wp-content/uploads/2024/05/231128-Impacto-Perdida-de-Clases-V4-2.pdf
- EDUCA. (2024). Costo por día perdido de clases en la República Dominicana. Recuperado de https://educa.org.do/notas
- Jaume, D., & Willen, A. (2017). The long-term impact of teacher strikes on educational outcomes: Evidence from Argentina. Barrett Dyson. Recuperado de https://barrett.dyson.cornell.edu/NEUDC/paper_179.pdf
- Johnson, M. (2011). The impact of teacher strikes on student achievement in Ontario, Canada. Journal of Educational Research.
- Ministerio de Educación de la República Dominicana. (2024). Calendario Escolar 2024-2025. Recuperado de https://www.ministeriodeeducacion.gob.do/media/3014febcd28fea1cc99bd67806162373ebea6be6calendario-escolar-24-25-webpdf.pdf
- Ministerio de Educación de la República Dominicana (2025). Informe del cumplimiento del calendario escolar 2024-2025. Mayo 2025. Recuperado de www.minerd.go.do
- Sala-i-Martin, X. (2024). De la Sabana a Marte: La economía de la inteligencia natural. Editorial Universitaria.
- Wills, G. (2014). Teacher strikes and student learning in South Africa: An empirical analysis. LYD. Recuperado de https://lyd.org/wp-content/uploads/2022/10/SISO-196-ESTIMACION-DEL-IMPACTO-EDUCATIVO-DE-LA-PERDIDA-DE-CLASES-EN-2019-oct22-1.pdf
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