“Esto no es radio” es un interactivo que logré buscando captar las reacciones a los «dimes y diretes» provocado por Alfredo Pacheco, flamante presidente de la Cámara de Diputados, reaccionando a la revelación de Miki Ceara Hatton, ministro de Medio Ambiente, de una nómina en su nómina que controlaba “no sé quién” (luego autoidentificado como Guillermo Gómez, el de “Aeromundo”). Los comentarios en este entorno presentan criterios interesantes, pero reducidos a la noticia. Disponible en el siguiente enlace:
https://domiplay.net/video/se-arma-la-de-troya-18-05-23-estonoesradio-1sccyw
Acento.com.do editorializó sobre el ministro de Medio Ambiente y enmarcó su perfil y de su comportamiento como funcionario público en este gobierno. Disponible en el enlace siguiente: https://acento.com.do/editorial/miguel-ceara-hatton-9201315.html.
Además, colegas colaboradores me han precedido hablando del tema, como el siquiatra Segundo Imbert Brugal (https://acento.com.do/opinion/muchos-cearas-hatton-y-ningun-pacheco-9201226.html); el sociólogo César Pérez (https://acento.com.do/opinion/miguel-ceara-y-su-caja-de-pandora-9202215.html ); el educador Rafael Álvarez de los Santos (https://acento.com.do/opinion/alfredo-pacheco-es-la-reversa-del-cambio-9201330.html ) y otros que traspapelé en la redacción de estas “Divagaciones”.
Si el asunto es un «rifirrafe» entre dos políticos, que el pleito quede entre ellos; la verdadera preocupación de este escribidor es el desprecio por la institucionalidad que refleja la sustancia del debate y, por ella, a la democracia, por lo que me presento en este debate “ridículamente” señalado como no-partidario. Si Ceara Hatton es un teórico, por lo que es descalificado para ser un burócrata del Estado, entonces la responsabilidad de que estemos en un modesto puesto de desarrollo en el escalafón de los países del mundo ¿pertenece en exclusiva a los políticos? La respuesta es más compleja y menos precisa. Depende de la institucionalidad funcional.
Entonces, ¿estará un político “profesional” como usted, ya que por su activismo militante, debería estar capacitado para -por ejemplo- ser ministro de Medio Ambiente? Si la respuesta es cerrada en el marco de sus argumentos, entonces, claro que usted sería considerado en primera y única instancia. Pero, por eso insisto en señalar que toda la pobreza del país se debe a ese monopolio de los puestos de “toma de decisión política” que hemos tenido en República Dominicana desde la llegada del “fucú” de Colón a estos lares.
Mi argumento toma otro camino. ¡Ojo!, nuestro destino está signado por el desprecio a la institucionalidad y a los valores que sustentan las leyes y los códigos, para seguir con el sainete de “vivir de los mangos bajitos”, que es la marca del “siglo de la pobreza” por el abandono de España de su colonia de Santo Domingo, y que luego, por las llamadas “devastaciones de Osorio”, conllevó la ocupación de corsarios y piratas y marcando la cruz que desde entonces llevamos a cuestas.
Postulo que en las rencillas de Ovando contra los Colón se inició el estilo de hacer política en la isla de «La Hispaniola». Es el ejemplo que el rifirrafe de marras me demuestra. Pero, ¿quién se acuerda de esos hechos si la historia nos la enseñan sin propósitos didácticos, pero con objetivos ideológicos? Es decir, no nos enseñan la verdad objetiva, si no “su” verdad acomodada para justificar el actual estado de la rapiña de la “res pública”.
Para explicar este sesgo, existe una referencia al gobierno títere en la España ocupada de José Bonaparte, el hermano del emperador Napoleón, que, por razones obvias, llegó a conocerse como “Pepe Botella” y que los funcionarios le saboteaban diciendo que las órdenes “se obedecían, pero no se cumplían”, haciendo de la burocracia un adorno molesto. La versión criolla es “aparentar” que se trabaja, pero en realidad se crean los obstáculos para no ofrecer los servicios sino hay los “incentivos” (a veces llamados “coimas” o “picoteo”) para el servidor público. De ahí a crear entramados con funcionarios públicos para esquilmar los fondos del Estado. El ejemplo nos lo ofrece el Ministerio Público de doña Miriam Germán en los expedientes con nombres tomados de la fauna marina: coral, calamar, pulpo…
Pero, la mayor falsificación de la institucionalidad criolla está en la introducción de la “discrecionalidad” en la aplicación de la Ley, como debe ser cotidiano por los lares de los legisladores. Por lo tanto, los legisladores o son expertos en no asistir a las sesiones o tratan de presentar anteproyectos para chantajear a algún “interesado”.
Por lo tanto, ¿qué es la «institucionalidad funcional»? Si la institucionalidad es depender de estructuras para el manejo de las áreas de gerencia o de gestión de una comunidad, hasta llegar a los niveles del Estado-Nación, entonces el establecimiento de las regulaciones de ese entramado es el Poder Legislativo, cuyas leyes se convierten en los criterios que evalúa el Poder Judicial. A su vez, el Poder Ejecutivo debe administrar el “bien común” como sociedad civil y como integrante del Sistema de Naciones; entonces el rol de su representación institucional, don Alfredo Pacheco debería ser de mayor decoro y reflejar mayor respeto a la posición que ocupa en nuestro entramado de gobierno. O, ¿no es así, porque “nobleza, obliga”? Entonces, nunca habrá funcionalidad en nuestra institucionalidad. Es una burocracia “fantasmagórica”.
Creo y sostengo que en un régimen de justicia, los que violan la Ley se deben perseguir hasta las últimas consecuencias. Por ello, Miki, te recuerdo la frase cervantina en boca de Don Quijote: «Nos ladran, Sancho, señal de que cabalgamos.»