La Universidad Autónoma de Santo Domingo inició los estudios cinematográficos a ese nivel en el país, en el segundo semestre del año 1979.
Una vez más la Primada de América acertaba e impactaba de manera positiva la sociedad que con sus impuestos la mantiene abierta, dinámica y con una propuesta académica que contribuya al desarrollo sostenido de la Nación.
Ese esfuerzo creativo, técnico y gerencial que dio lugar a la implementación de la carrera Técnicos en Artes Cinematográficas, iniciada en el Antiguo Departamento de Artes de la Facultad de Humanidades. Entre sus mentores y promotores de la iniciativa destacan los profesores Dr. Luciano Castillo, Decano de la Facultad en ese momento, y los reconocidos Maestros de la Plástica Dominicana, Amable Sterling Medrano, y Norberto Santana Rivera, quienes en los años anteriores y siguientes ocuparon la Dirección del Departamento de Artes.
Los inicios para la implementación operativa de la carrera semestre tras semestre, contó siempre con colaboradores institucionales y personales a lo externo del campus universitario, facilitando que el proyecto tomara forma.
Agliberto Meléndez, que había dado un paso de gigantes abriendo la Cinemateca Nacional, permitió que los profesores de la Escuela Adelso Ortega y Omar Narpier, impartieran algunas sesiones de montaje, rodaje, e Historia del Cine en sus instalaciones.
El mismo cineasta Agliberto Meléndez, permitió el acceso gratuito de los estudiantes de cine matriculados en la carrera, a las funciones regulares que todas las semanas se programaban en la sala del Museo Nacional de Historia y Geografía, sede de la Cinemateca Nacional.
Las películas exhibidas allí no eran comunes, tenían un valor creativo y técnico muy especial, y por ello era muy atinado que estudiantes en vía de formación profesional del área, agotaran su visualización y análisis.
El Señor José A. Semorile, facilitó que en las instalaciones del canal 13, estación televisiva de su propiedad en esos tiempos, la prole de cineastas que se gestaba en la Academia Estatal, realizó su pasantía profesional en la misma, a lo que agrega también, la exhibición en la programación de la planta de los trabajos realizados producto de los ejercicios regulares de las asignaturas en los emblemáticos talleres del departamento de Artes.
Nuestro primer profesor, el reconocido crítico de cine Humberto Frías, además de los argumentos regulares de sus asignaturas, siempre ponía a disposición del alumnado materiales impresos, libros, y proyectaba películas en el aula, que luego eran analizadas bajo un concepto de Cineforum o Cinedebate. Esa metodología aportó amplios conocimientos en torno a la estructura estética, técnica y narrativa de extraordinarias obras de la cinematografía mundial.
A los aportes cotidianos del Maestro Humberto Frías Morillo, se unieron posteriormente los de los Maestros Julio Samuel Sierra, Onofre de la Rosa, Luis Jose Pimentel, Claudio Chea, Wifredo García, Gilda Rosa, José Luis Sáez, Alberto Villaverde, Larissa Lando, Jean Louis Jorge, dando forma objetiva a una propuesta curricular que había nacido con la intención de Crear el tan añejo Cine Nacional.
Los estudios cinematográficos en el país habían iniciado desde los Cineclubes, Talleres Independientes formados al calor de la iniciativa de varios cinefilos, y al interés de la Iglesia Católica, institución religiosa que formaba parte de la comisión de censura del cine exhibido en el país. Los estudios y análisis a las obras cinematográficas formaban parte de la agenda del Vaticano desde el año 1936.
En ese ambiente cultural de los años post dictadura surgieron tres gigantes del cine dominicano: Armando Almanzar Rodríguez, Agliberto Meléndez y René Fortunato. Los tres, vinculados al hecho fílmico dominicano desde los cine clubes, desde las revistas, los periódicos, y en las estaciones radiales, buscaban que la sociedad dominicana viera la potencialidad del cine como arte y comunicación, y dejara ligeramente de lado el sencillo placer recreativo que desde la llegada del cine como espectáculo al país en 1901, había adoptado resueltamente.
De la capacidad teórica, literaria, técnica y creativa de Agliberto, René y Armando, se sirvieron y continúan favoreciéndose los egresados y los estudiantes que actualmente cursan sus estudios cinematográficos en la Universidad del Estado Dominicano, y en las Escuelas que se han creado en el sector privado.
De los tres, Armando continuó sus juicios críticos desde todos los medios de comunicación, incluida la televisión. Un devorador incansable de todo tipo de cine. Bueno, muy bueno o malo, extranjero o local, Don Armando Almanzar tenía la paciencia de verlo y comentarlo desde la óptica de siempre: la objetividad. No en vano es considerado el Decano por excelencia de la Crítica Cinematográfica Dominicana.
Agliberto y René adoptan desde la realidad económica, política y social en que les correspondió vivir, el duro y exigente trayecto de la Dirección Cinematográfica. Ambos, realizadores a puro coraje en un ambiente sumamente hostil e indiferente, le dijeron al país, el Continente y el mundo, la determinación de que los dominicanos querían, queremos, y podemos hacer cine. Y lo lograron. Sus obras están ahí como un ejemplo imperecedero ante todos los integrantes de la Industria Cinematográfica Nacional, y como muestra de superación para los viejos y nuevos estudiantes de cine del país.
Valorando esa trayectoria de ingentes esfuerzos creativos en beneficio de todo el Pueblo Dominicano, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, a través de su Escuela de Cine, Televisión y Fotografía de la Facultad de artes, decidió mediante la resolución No. 217 del año 2011 del Honorable Consejo Universitario, investir en condición de Profesores Honorarios a los renombrados cineastas.
En una ceremonia conjunta, celebrada el 24 de Octubre del año 2011, en la Sala Don Manuel del Cabral de la Biblioteca Dr. Pedro Mir, con la presencia del Rector Magnífico de entonces, Maestro Mateo Aquino Febrillet, y la Señora Decana de la Facultad de Artes, Maestra María del Pilar Domingo, la familia universitaria y el país, escucharon el fructífero y extenso currículum que estos tres inmortales del Cine Dominicano habían desarrollado para honra de sus familiares y admiración de sus congéneres.
Aunque marcharon al infinito, Armando, Agliberto y René estarán siempre presentes en la memoria del Cine Dominicano.
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