Priscilla Velázquez Rivera se dedicó hasta el 2015 a la vida corporativa y empresarial, cuatro años después, publica su primera novela La valiente piconera. Al leerla lo primero que llama la atención, es precisamente, que sea su primera novela, pues desde las primeras páginas muestra una destreza narrativa de escritora veterana y, en realidad, es posible que lo sea, si tomamos en cuenta, que comenzar a publicar, no es sinónimo de comenzar a escribir.
Desde muy joven, Priscilla Velázquez construyó una relación muy cercana con las letras. En algunas de sus entrevistas ha contado esta relación con la palabra. A los cinco años le recitaba poemas a su madre; a sus dieciocho años ya publicaba artículos en un diario de circulación nacional; a los dieciséis había leído los clásicos de la biblioteca familiar; a los nueve había escrito una obra de teatro.
Datos importantes que ayudan a comprender el siguiente fenómeno: que una escritora debutante, saliendo de un país cuya tradición literaria es sobre todo poética, construya un universo narrativo tan imbricadamente intenso y verosímil y se convierta en la primera autora latinoamericana en obtener el premio Accésit mujer novel XVII, concurso de narrativa femenina Princesa Galiana, y sea, también, finalista del premio de narrativa Camilo José Cela de Guadalajara en España.
La valiente piconera, publicada por la editorial Caligrama en marzo del 2019 y reeditada en diciembre del mismo año, recrea la historia de una mujer valiente, moderna, caribeña y cosmopolita: Carmen, que entrelaza su historia con la de la musa argentino-cordobesa del pintor español Julio Romero Torres: María Teresa López, a través de una pintura: La chiquita piconera.
Poseedora de una prosa limpia, depurada y poética, Priscilla complejiza las decisiones y la vida que, para ser experimentada a plenitud, deben tomar varios personajes -en su mayoría femeninos- hijas de su tiempo, pero también adelantadas al mismo. A partir de estos dilemas, culturales, epocales, y de género, en los que se ven envueltas las mujeres de su historia, la escritora logra hacernos partícipes de dramas y preguntas existenciales que nos mueven a pensar y nos invitan a empatizar.
La valiente piconera contiene una mirada sensible al drama doméstico e intimista, así como la unidad de impulso que retiene la atención del lector. A la vez, los cambios de escenario y de época mantienen al lector atento a los detalles descriptivos, mientras los diálogos con economía del lenguaje son puntuales e intensos.
Entre los principales temas que aborda se encuentran: el desencanto, la pérdida de la inocencia, la sexualidad, el machismo, la infidelidad, el amor, la reciprocidad, la colaboración, la empatía, el papel del arte, la familia, la soledad, los prejuicios, los cotilleos, la vulnerabilidad, la pobreza, la libertad, las apuestas. También, la ayuda que llega de los lugares más inesperados, la libertad frente al destino, el infortunio, los estigmas, el juicio social, la abnegación y el amor que pelea siempre sus batallas.
Novela autorreferencial, metáfora que se interpreta desde la mirada de Carmen al cuadro: no vio, desde luego, al pintor, vio a la piconera, con la que se identificó[1].
La valiente piconera refleja esa intuición “de lo adecuado”, ese tino del buen narrador, y un asomo de genialidad, que solo se puede explicar como don.
La cuna del escorpión es la segunda novela de Velázquez Rivera. Tiene un principio de impacto y premonitorio de lo que vendría con ella:
“Esta es la primera mañana que no veré. He muerto. Heme aquí incorpóreo, deambulando en lo alto de un fulguroso cielo azul, sin asomo de nubes, desde donde contemplo mi muerte más reciente…Me uno a esta lenta ascensión, la acepto plenamente, me dejo llevar.”[2]
Premio Nacional de novela Manuel de Jesús Galván, la hizo profeta en su tierra. Presentada en la Feria del libro del Bogotá, en el amplio salón Raíces ante un vasto auditorio, generó una conexión entre el público extranjero y el país al que representó, por lo que también, la hizo embajadora de las letras y la historia dominicana. Tal vez, deberíamos decir doblemente embajadora, pues, ante el lector, también es embajadora de las historias y leyendas que escuchaba en el seno de su hogar, cuya familia es nativa de San Cristóbal.
Publicada por la Editorial Planeta Colombiana, La cuna del escorpión es deudora del movimiento literario latinoamericano Realismo Mágico por el universo realista-mágico que recrea y también, por la insólita personalidad del personaje. Aborda el universo familiar de una de las familias más influyentes de la historia dominicana: los Trujillo. A través de sus luces y sombras, perfilando de manera tangencial la sociedad dominicana que los dio a luz, pero que, al mismo tiempo, pudiera ser cualquier sociedad dando a luz a cualquier tirano. De hecho, la infancia del escorpión en Marabunta guarda parecidos con la del cacique Pedro Páramo en Comala, novela destacada del mexicano Juan Rulfo.
Una de las genialidades de la novela es lograr contar la historia a través de la genealogía familiar, enfoque completamente novedoso para abordar un personaje tantas veces ficcionado por la literatura nacional. Elaborando una especie de saga familiar, logra crear una atmosfera de verosimilitud “humanizando un escorpión” con espíritu kafkiano.
El conflicto moral y el concepto de justicia son algunos de los temas que aborda la novela y que se encuentran presentes desde el primer momento, en la escena en que Primitivo “hace justicia” con el esclavo por el intento de violación de su hija, menor de edad, pero al mismo tiempo, perdona al amo por haber consumado el acto. ¿Cómo se vive la justicia en un mundo con tantas desigualdades sociales?
Taurino, el prototipo de macho dominicano, junto a sus dos mujeres, se asemeja a cualquier hombre del campo dominicano de nuestra historia y su entierro refleja una verdadera atmosfera costumbrista y folclórica.
Silveria, magistralmente perfilada como la matrona, marca la danza que bailan todas las familias matrilineales cuya mezcla de autoridad, condescendencia y sobreprotección puede convertir a los vástagos en seres socialmente disfuncionales, llamados popularmente en el argot dominicano: poquitos.
Este llamado, que se repite en varias ocasiones en la novela, y que le sirve a la escritora para ir marcando el tiempo interno ejemplifica esta conjunción:
“-Pepito, Pepe, despierte, muchacho de la porra. ¿Hasta cuándo tendré que ser su despertador? Ya usted es un hombre, tiene dieciocho años mijo. Levántese de ahí, que la brigada de infantería no va a esperar que usted llegue para iniciar el entrenamiento. Aunque tratándose de mijo, deberían haberle dando mejor rango que el d espía en esa importante unidad de la Armada Nacional, que para algo me acuesto con el presidente manco ese.”[3]
Construida sobre el telón histórico dominicano, también refleja acontecimientos que marcaron el destino nacional, como la Guerra de Restauración, e incorporando toponímicos indígenas logra conectar también con la historia pre colonial.
Adaptada al teatro por el experimentado Manuel Chapuseaux bajo el título de La abuela del escorpión, se destacó también por la excelente actuación de la actriz Clara Morel logrando varias representaciones a casa llena.
La cuna del escorpión, por su conexión con la historia dominicana, por lo novedoso del punto de vista narrativo-genealógico, por su valor literario, por el apoyo audiovisual que reposa en la obra de teatro, ha sido elegida por colegios y universidades para ser analizada en aula. Y no es descabellado pensar que podría establecerse como lectura recomendada en el currículo dominicano y trabajarse de forma interdisciplinar en las asignaturas de Lengua y Literatura e Historia.
Luz Rabiosa es la tercera y, hasta el momento, última novela de Priscilla Velázquez, publicada por editorial Planeta colombiana. Logró Mención Honorífica en el III Concurso Iberoamericano de Cuento y Novela de la Fundación Elena Poniatowska Amor, en México, consolidando a la autora como una escritora internacional.
Narrada in extrema res, aborda la vida de distintos personajes, nombrados atendiendo a las partes del cuerpo con las que establecen mayor similitud: oreja, lengua, nariz, ojo y mano. Su protagonista, Deng, encarna la mujer inquieta, insatisfecha con la vida matrimonial; situación que la lleva a agredir al esposo por lo cual es encarcelada.
Cuando logra su libertad, paradójicamente, el mundo se encuentra “en pausa” por la pandemia y la protagonista, a través de las plataformas digitales, recrea un ambiente multicultural y multigeneracional de socialización con personas desconocidas que, no obstante, están unidas a través de la soledad y las historias que tienen para contar.
Siendo la tercera novela de la escritora, refleja una prosa más madura y arriesgada. El estilo, marcado por múltiples figuras retóricas como: la personificación, la comparación, la antítesis y la onomatopeya. El uso del monólogo interior que nos adentran en la intimidad y los pensamientos de personajes geográficamente distantes, atravesada también por un cierto humor negro.
La trama nos conduce a la búsqueda continua de respuestas existenciales. Nos plantea dilemas morales, nos hace problematizar sobre el significado de la ira, de la venganza, del bien, de la justicia. En síntesis, nos hace reflexionar sobre el sentido de la vida y las formas de bienestar, logrando que la novela tenga un marcado aire existencialista que podría resumirse en esta frase de espíritu sartreano: “Jamás estando presa me sentí tan libre. Una liberación repleta de cautiverio, pero también de autonomía”.[4]
Priscilla Velázquez es una escritora de la que cabe esperar mucho más. Por su perfil internacional, sus libros tendrían que ser traducidos y por su plasticidad, creo que podríamos también disfrutarla en otras disciplinas, como el cine, por ejemplo.
[1] La actriz argentina Lorena Oliva realizó una adaptación breve de la obra.
[2] Velázquez Rivera, Priscilla, La cuna del Escorpión, editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2022. Página 15.
[3] Velázquez Rivera, Priscilla, La cuna del escorpión, editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2022. Página 130.
[4] Velázquez Rivera, Priscilla, Luz Rabiosa, editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2024.Página 31.
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