Ha acaparado titulares la información sobre el recurso sometido por un ciudadano dominicano ante el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, con el tema de, según plantea el recurso legalmente sometido, la prohibición que pesa sobre el presidente Abinader de optar por la presidencia de la república en el 2028.
He leído lo siguiente en un matutino local:
“El Tribunal Constitucional (TC) fue apoderado de dicho recurso de inconstitucionalidad en contra de la disposición transitoria de la Constitución que impide la reelección presidencial de Luis Abinader para el 2028.
"La instancia del recurso de inconstitucionalidad contra la disposición transitoria que impide la postulación de Luis Abinader a las presidenciales de 2028 fue interpuesta por Aquiles Jiménez Fernández.”
Desde mi punto de vista el autor del recurso que ocupa mi atención tiene razón. No debe existir una ley o mandato contra o a favor de un único ciudadano.
También, como veo el asunto, se me despoja a mí, por vía de consecuencia, el derecho constitucional que poseo de promover, auspiciar y proponer al ciudadano Luis Abinader Corona como candidato a la presidencia de mi país en el 2028.
Por supuesto que nuestro ciudadano presidente tendrá siempre la muy particular potestad de aceptar o no, desear o no correr por un nuevo mandato. Nadie discutiría, en su sano juicio ese también derecho que él tiene de decidir al respecto. Es su opción. Como la nuestra respaldarlo o no.
Nunca he negado que soy un ciudadano-artista que participa (desde los 14 años) en diferentes organizaciones y actividades políticas. Fui miembro juvenil de 14 de Junio, miembro del Partido Comunista Dominicano, miembro del Partido Revolucionario Dominicano y actualmente miembro del Partido Revolucionario Moderno. También he sido sindicalista. Y tiré muchas piedras en la UASD.
Participo en política porque rechazo el alegato de que un artista y escritor debe marginarse de esos asuntos. Nada nos hace especiales y mucho menos indiferentes a las aspiraciones sociales, económicas y culturales de nuestro pueblo. Antes de mi condición de artista-escritor, está la de miembro del gran conglomerado dominicano. Juzgo como un acto de egoísmo profundo y negación duartiana, atendiendo a ciertas conveniencias, marginarse de estamentos en los cuales se puede contribuir a hacer transformaciones en beneficios del país y de los mismos gestores culturales.
Por eso, defiendo la filosofía y el reclamo que el recurso sometido al Tribunal Constitucional plantea.
Adelanto que, en mi condición de ciudadano, escritor, artista y militante político, estoy ya cotizando el lugar donde ordenaré hacer gorra y camiseta con mi preferido presidencial en el 2028. Es mi derecho.
Como la Junta Central Electoral prohíbe hacer campaña a destiempo, no sería justo y correcto que yo declare tan temprano quien estará como imagen en mis gorras y camisetas. Pero cuando alguien, desde su cargo público, apuesta por la honestidad, el respeto, la imparcialidad judicial, la transparencia y la eficiencia; estoy obligado decir, parafraseando a Oscar, que tengo un candidato del que estoy a punto de decir su nombre.
Mientras, para que no se escuche todavía ese nombre por mi escogido, voy a correr mi acostumbrado…
¡Telón!
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