
En carta del 1493 a los Reyes Católicos, Cristobal Colón describió a Cuba como “la tierra más hermosa que ojos humanos jamás hayan visto”. En cambio, La Española no le mereció tan encendido elogio, aunque la describiera con admiración, resaltando su fertilidad y potencial. Cuando en su segundo viaje (1494) descubrió la Isla Saona, llamada Adamanay por los nativos, también a esta le atribuyó un calificativo utilitario. Pero el nombre que le asignó, Bella Savonesa, evoca asimismo una admiración estética. Habrá que preguntarse si el maridaje entre lo utilitario y lo bello explica hoy la masiva visitación de turistas mayormente extranjeros. ¿Cuál sería la mejor manera de explotar ese maridaje?
La curiosidad al respecto procede porque, más allá de las playas y el clima, la isla es el mayor atractivo turístico del país. Una encuesta entre turistas del MITUR del 2023 reveló que de aquellos que decidieron salir de su lugar de alojamiento un 18% eligió visitar la isla Saona y solo un 8% optó por recorrer la Ciudad Colonial. El Ministerio Ambiente reporta que el Parque Nacional Cotubanama, del cual forma parte la isla, fue visitado por unas 808,090 personas en el 2024, lo que equivale a unos 2,214 en promedio diario y de los cuales 781,461 fueron extranjeros. Pero los turoperadores y agentes del sector turístico afirman que el total pasa del millón, lo que elevaría el promedio diario a unas 2,740. ¿Se está excediendo su capacidad de carga? Como indiscutible Potosí turístico, ¿podría la isla albergar hoteles grandes?
Los cronistas dicen que Colón la bautizó con ese nombre en honor a Michel de Cuneo, un marinero acompañante nativo de Savona, Italia, porque le hizo ver que se trataba de una isla y no de tierra firme. Una carta de Cuneo reportó luego que había en la isla aproximadamente “37 poblados con al menos 30,000 almas”. Por su lado, el Gran Almirante también señaló que en la isla había “mucha gente, labran bien la tierra y hay infinita pesca”. Al considerarla “un lugar muy hermoso y provechoso” pensó que era un punto clave para el abastecimiento y la colonización temprana de La Española. En efecto, en el siglo XVI se establecieron ahí ingenios azucareros.
Pero el adjetivo de “bella” se lo puso Colón porque también le impresionó su belleza. En general, la belleza es “una cualidad que produce placer, admiración o satisfacción estética, ya sea por la armonía, la proporción, el equilibrio, la singularidad o la capacidad de evocar emociones profundas en quien la percibe”.
El hecho de Saona tener 17 kilómetros de playa y una de las 50 mejores playas del mundo, Canto de la Playa, abona su cualidad estética. Cabe preguntarse, entonces, si es la belleza lo que atrae a los visitantes. Pero a simple vista no sería eso lo que atrae a los turistas: al no poder apreciar esa belleza en los hoteles de la Costa Este antes del viaje, esa cualidad no genera la visita.
Respecto a la utilidad de la isla podría concluirse lo mismo. A pesar de que en su poblado de Mano Juan viven unas 500 personas, ni la pesca ni la agricultura son hoy las únicas fuentes de sustentación. De hecho, la pesca ha disminuido por las restricciones del parque nacional. Los turistas, quienes viajan en lanchas y catamaranes desde Bayahibe por unos 45 minutos para llegar a la isla, han pasado a ser una fuente de sustento: venta de artesanías, pequeños alojamientos, gastronomía en base a pescado y algunas tiendas. Pero la mayoría de los turoperadores no incluyen una visita al poblado a pesar de ofrecer un ambiente auténtico y tranquilo. La mayoría de los turistas disfrutan de otros tramos de playa y almuerzan en casetas rústicas que el Ministerio Ambiente ha permitido desarrollar en el entorno playero. No hay hoteles grandes ni el Ministerio los permite.
Como el grueso de los turistas extranjeros provienen de los hoteles de la Costa Este es lógico preguntarse cuál es el imán que los atrae a Saona. En Bávaro y Punta Cana las playas son de igual calidad y belleza y todos los servicios y actividades que ofrecen los turoperadores en Saona se encuentran en sus hoteles. Si bien los ambientes playeros son más o menos iguales, ¿a qué se debe que a los turistas le atraiga la visita a una isla? La explicación debe ser que la idea de visitar una isla y embarcarse en bote para llegar a ella ejerce una atracción singular. Salir del hotel para realizar una aventura, alejándose de las rutinas del todo incluido, parece fascinar al imaginario del extranjero. Visitar Saona ya no sería turismo convencional sino ecoturismo.

Ese mismo atractivo de la imaginación justificaría que se permita desarrollar en Saona algunas facilidades de alojamiento. Los llamados ecolodges parecerían ser las adecuadas. “Un ecolodge es un tipo de alojamiento turístico ecológico ubicado en entornos naturales remotos, diseñado para tener un impacto mínimo en el medio ambiente a través de prácticas sostenibles como el uso de energías renovables, materiales locales y eficiencia en el uso del agua. Su objetivo es ofrecer una experiencia inmersiva en la naturaleza, combinando el confort con la conciencia ecológica, y a menudo beneficiando a las comunidades locales y promoviendo la educación ambiental”.
La otra opción alojativa que parecería compatible con los requisitos del parque nacional sería el glamping. Esta se define como “una combinación de las palabras "glamour" y "camping", que se refiere a una forma de acampar con lujos y comodidades propias de un hotel en entornos naturales. Esta modalidad permite disfrutar de la libertad del camping y la conexión con la naturaleza, pero sin renunciar al confort, al incluir servicios como camas, electricidad, agua corriente y, en algunos casos, calefacción o aire acondicionado”. Ya no serían los corsarios y piratas de Francis Drake que usaron la isla en los siglos XVI y XVII como refugio, sino turistas inocentes en busca de una reparación histórica a su hastío cotidiano.
El atractivo de la isla Saona es tan fascinante que se parece al de una cimbreante mulata tropical. Amerita que se aprovechen sus prístinas cualidades no solo para las excursiones diurnas, sino también para la pernoctación sostenible. De esa forma se estaría cumpliendo con el rol utilitario que visualizó Colón al considerarla como una posible fuente de abastecimiento. Excepto que en estos tiempos ya no serían mercancías que esta produciría sino el inmenso y reparador placer estético de su prístina belleza.
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