A Título de Introducción:
En la actualidad, la salud mental infantil y adolescente se ha convertido en un tema de urgente atención. Los crecientes índices de ansiedad, depresión, violencia escolar y dificultades socioemocionales evidencian la necesidad de fortalecer la prevención y el acompañamiento desde los primeros años de vida. Sin embargo, es indispensable recordar que la primera institución responsable de la salud mental es la familia. En ella se transmiten valores, hábitos, normas y la seguridad afectiva que permiten al niño crecer con confianza.
La escuela, en particular el docente, juega un papel complementario y decisivo, pero nunca sustitutivo de la familia. Su función es identificar señales de alerta, generar ambientes protectores y colaborar con los padres para construir comunidades educativas saludables. El reto no consiste en trasladar la responsabilidad de la salud mental al aula, sino en articular esfuerzos entre la familia y la escuela, reconociendo que solo con un trabajo conjunto se podrán lograr avances significativos. Para esto, por supuesto necesitamos u equipo de docentes, orientadores, psicólogos y directores que al detectar la señal o ver un indicio, de inmediato llaman y alertan la familia.
Veamos La Familia como Núcleo de la Salud Mental
El hogar es el primer espacio de socialización. Desde la infancia temprana, los niños aprenden a regular sus emociones observando las reacciones de sus padres y cuidadores. La manera en que la familia enfrenta los conflictos, resuelve problemas o expresa afecto incide directamente en el equilibrio emocional de los hijos. La familia hay que recodar es la primera escuela de sus hijos, y nadie ni nada la sustituye.
Cuando la familia brinda seguridad, escucha y límites claros, establece la base para que los niños y adolescentes puedan enfrentar con resiliencia los retos de la vida escolar y social. Por el contrario, la ausencia de cuidado, el autoritarismo excesivo o la violencia intrafamiliar son factores de riesgo que repercuten en el rendimiento académico, en la conducta y en la salud emocional de los estudiantes.
La escuela, en estos casos, no puede ni debe reemplazar el rol de los padres. Lo que sí puede hacer es acompañar, orientar y, en situaciones críticas, derivar a servicios especializados de salud mental que trabajen junto a la familia.
Y la Escuela… cuál es el Papel de La Escuela como Espacio de Prevención y Apoyo?
Aunque la salud mental no es responsabilidad exclusiva de la escuela, esta es un espacio privilegiado para el desarrollo integral. En el aula se generan dinámicas que favorecen la autoestima, el respeto mutuo y la adquisición de habilidades socioemocionales.
El docente, por su cercanía con los estudiantes, puede:
- Fomentar ambientes seguros y respetuosos. Un aula libre de bullying, discriminación y violencia es el primer paso para proteger la salud mental.
- Desarrollar habilidades socioemocionales. Estrategias como el aprendizaje colaborativo, la resolución pacífica de conflictos y la expresión emocional ayudan a los estudiantes a comprenderse y regularse.
- Detectar señales de alerta. Cambios bruscos en el rendimiento, el aislamiento, el desinterés o el comportamiento agresivo pueden ser indicadores de problemas que requieren atención familiar y profesional.
- Establecer vínculos con la familia. La comunicación constante con los padres permite al docente compartir observaciones, sugerencias y orientar sobre recursos disponibles.
- Modelar actitudes saludables. El ejemplo del docente —su respeto, paciencia y empatía— se convierte en una herramienta poderosa para los estudiantes.
Importantísimo: La Articulación Familia–Escuela
El éxito en la promoción de la salud mental escolar depende de una relación colaborativa. No se trata de culpabilizar a las familias ni de sobrecargar a los docentes, sino de reconocer los roles complementarios.
La familia debe:
- Brindar apoyo afectivo constante.
- Establecer rutinas saludables (sueño, alimentación, uso de pantallas).
- Participar activamente en la vida escolar de sus hijos.
- Reconocer cuándo es necesario buscar ayuda profesional.
La escuela debe:
- Crear espacios de participación para las familias.
- Integrar programas de educación socioemocional al currículo.
- Derivar casos complejos a especialistas, evitando improvisaciones.
- Acompañar a los estudiantes sin invadir el rol parental.
Esta articulación exige también el apoyo de políticas públicas, que integren a los ministerios de educación y salud, con planes intersectoriales que reconozcan la salud mental como un derecho humano fundamental.
Señores, piensen en lo que creo es una conclusión de este drama social que vive la Familia Dominicana
La salud mental de niños y adolescentes es un pilar para el éxito educativo y la construcción de sociedades equilibradas. La familia es el centro donde nace y se fortalece este bienestar, mientras que la escuela actúa como un aliado estratégico que provee herramientas, identifica dificultades y acompaña el proceso de desarrollo.
El desafío es claro: no sobrecargar al docente con responsabilidades que no le corresponden, sino fortalecer su rol como acompañante y orientador, en estrecha coordinación con las familias. Solo así podremos formar generaciones emocionalmente estables, académicamente competentes y capaces de vivir en comunidad con empatía, respeto y resiliencia
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