Daniel Martínez Garcés, médico pediatra y escritor, ha recogido para la historia las aventuras y desventuras de personajes populares de Sainagua, San Cristóbal, en su obra Gente simple de mi aldea. Trabajo lleno de importantes anécdotas de esta  notable comunidad, de la provincia más cercana a la Capital.

Sainagua (San Cristóbal) y sus personajes populares

Cada día cobra más impulso que la historia particular de nuestros pueblos no naufrague  en el muladar de la historia. Celebramos la iniciativa de Martínez Garces de rescatar interesantes anécdotas de Sainagua, la tierra que vio nacer al benemérito héroe José María Cabral y Luna, activo dirigente en las gestas de Fundación de la República, la Guerra Restauradora y la lucha contra la anexión a Estados Unidos.

Sus narraciones inician con Tití el limpiabotas del pueblo, este personaje tenía entre sus instrumentos de trabajo un pedazo de metal para retirar el lodo de los zapatos de sus clientes.

Tití se disgustaba con algunos usuarios, que a la hora de pagar por el servicio prestado lo hacían con papeletas de alta denominación para la época como 100 y 500 pesos para cobrarse 5 o 10 centavos. Tití debía recorrer largas distancias para cambiar esas papeletas en los pequeños negocios de la localidad. Martínez Garces nos dice que: “En una oportunidad fue tanta la incomodidad que sufrió; que decidió hacer un lodo y ensuciar de nuevo los zapatos al cliente para que no fuera abusador, pues se lo había hecho varias veces”.

Nos refiere los pronósticos agoreros de Lava-Chicha, un sujeto exótico, con tendencia a vaticinios de mal agüero. Durante el transcurrir del ciclón David buscó refugio en una iglesia de la comunidad, pero abandonó el lugar  en medio de la tormenta, alegando: “estas no son cosas de gentes”, y dos o tres días después la iglesia cayó sobre las personas, matando a varias de ellas”.

Una buena parte de estas hechos discurrieron en el lapso ominoso de  la “Era de Trujillo”, por lo tanto este tema no podía estar ausente. Nos llamó mucho la atención el caso de Luis Reynoso, conocido como Pelele, que cambió de nombre y pasó a denominarse “Pelele Trujillo Reinoso, como eran los apellidos de Luis Trujillo Reinoso hijo de Petán Trujillo.

Se presentan las aventuras del viejo Chin, quien tenía fama de muy guapo. Un grupo de bromistas decidió provocarle un susto para evidenciar que no eran ciertas sus ínfulas de corajudo. Prepararon un muñeco por un camino oscuro por donde se desplazaba el viejo Chin, el muñeco era movilizado desde una cuerda imperceptible por la oscuridad, le salió al frente al viejo Chin, quien sin arredrase lo embistió a machetazos.  El colérico Chin se imaginaba que los promotores del frustrado susto estaban cerca, y les gritó: “vengan ustedes también para que sepan lo que es un viejo bragado y borracho”.

También nos muestra algo que era muy común en el pasado dominicano: “el mal de ojo”.  Pumpita tenía fama de provocar mal de ojo y la muchachada cuando la ubicaba en las calles le gritaba: “maldiojera”.

Otro fenómeno muy común era el curandero que trataba a los pacientes “analizando” la orina, movilizaba los orines en un pote, los colocaba frente al sol y realizaba el diagnóstico y el tratamiento, que generalmente era con hojas de hierba buena, anamú, apazote, romero, etc.

Otro personaje que no podía faltar era la bruja Edelmira. Para evadir sus “poderes” los vecinos colocaban cruces de piñón en las casas donde habían niños para evitar que doña Edelmira se los chupara.

Son bastantes las anécdotas típicas de Sainagua, que recoge Daniel Martínez Garcés, en Gente simple de mi aldea.  Relatos de esta naturaleza que resaltan la trascendencia  de la historia local de nuestros pueblos, no deben sucumbir en los mentideros callejeros. Que sigan las memorias de nuestros inéditos personajes populares.

Santiago Castro Ventura

Médico e historiador

Médico, historiador.

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