Mario Draghi sostiene ahora que, durante años, la Unión Europea creyó que un mercado de 450 millones de consumidores le daría poder en la política mundial y el comercio internacional. Pero este año ha demostrado que esta idea era simplemente una ilusión que ha desaparecido; que el funcionamiento de Europa hasta ahora ya no es suficiente y que debe afrontar la nueva realidad.

Visto el tratamiento que le ha dado su principal aliado y socio comercial, los EUA, particularmente los últimos dos presidentes, Biden desindustrializándola y Trump obligándola a aceptar los aranceles a cambio de nada, presionándola para que le compre armas, excluyéndola de un papel significativo en las grandes decisiones, dice que «Estos acontecimientos han destrozado cualquier ilusión de que el poder económico sea suficiente para tener influencia geopolítica».

Es difícil entender que, cuando Trump decretó su carrera de aranceles, solo los países de la Unión Europea contribuyeron a quitarle el mote de GALLINA (Trump Alweys Chickens Out, TACO).  Una serie de decisiones adoptadas en obediencia a las peticiones del magnate-presidente muestran cuán aterrorizados se sienten, a pesar de que ya las amenazas y ultimátum del mismo no hacen temblar tanto al resto del mundo.

Como su blanco principal era China y a ese país iban dirigidos los golpes mayores, Trump se pasó el tiempo esperando una llamada de Xi Jinping y al final fue él quien tuvo que tomar la iniciativa; y ahora resulta que Narendra Modi no le responde las llamadas.

Ni siquiera los dos socios comerciales obligados por compartir las fronteras terrestres, como Canadá y México, se sometieron de forma tan humillante, mientras la reacción de países como Brasil y de otros de economías medianas de Asia y África es una muestra de que EUA ya no es el matón del barrio a quien todo el mundo le teme.

Y cuando se esperaba que la Unión Europea comenzara paulatinamente a buscarle el lado a otras economías grandes, lo que hacen es reafirmar su vasallaje. Con motivo de la cumbre China-Unión Europea el pasado mes de julio, en vez ir en busca de entendimientos y comercio, lo que van es en tono desafiante y a proferir amenazas. Supongo que al escuchar a Von Der Leyen el presidente Xi Jinping se habrá preguntado. Y esta, ¿qué será lo que se está creyendo?

En virtud de que Trump quiere generar superávit frente al resto del mundo, y ahora lo único que EUA tiene mucho para vender son armas, combustibles y bonos del Tesoro, ha emprendido una cruzada para que le compren eso todos los países que tienen dinero. Sus conversaciones con las monarquías del Golfo, con Japón, Corea, Australia y Europa van en esa dirección. Pero no de buena manera: asustándolos.

Cuando los más grandes de Europa, miembros del G-7, vieron que Trump se hizo esperar en la reunión de Alberta, Canadá, a mediados de junio, y apenas asistió un rato a decir lo que quería sin escuchar a los demás porque tenía que regresar rápido a bombardear a Irán, en la semana siguiente los europeos se mostraron nerviosos al tener que recibirlo en La Haya para la Cumbre de la OTAN, por si acaso los dejaba plantados.

A pesar de las vejaciones a que han sido sometidos, cuando lo vieron entrar, los europeos lo recibieron al grito de ¡LLEGÓ PAPÁ!, ¡LLEGÓ PAPÁ! y un tipo de reuniones que suelen tomar varios días en discusiones sobre estrategias de guerras y geopolítica duró apenas el tiempo necesario para que él se solazara preguntando Ok, pero ¿van a dedicar el 5% del PIB a gastos militares? y todos respondieran al unísono ¡SÍ PAPI!, tras lo cual volvió a abordar su avión y se largó.

Todos saben que eso es imposible, pero tenían que complacerlo. Imagínense, si todos esos países tienen déficits fiscales incontrolados, están endeudados, tienen altas cargas fiscales y fuerte resistencia interna a nuevos impuestos, ¿de dónde van a sacar tanto dinero?

Si en Francia se ha presentado tanta agitación e inestabilidad política por procurar aumentar un par de años la edad de jubilación, lo cual es además comprensible y justificable por el envejecimiento poblacional, qué será cuando se les plantee reducir las pensiones la mitad o una tercera parte porque hay que gastar en armas.

Solo el español Pedro Sánchez tuvo la sinceridad de atreverse a contradecir al resto, aunque no dudó tanto al firmar el compromiso. Él, al igual que los demás, sabe que no se puede, pero tenía que hablar en clave política interna de España, donde ahora se discute el llamado malmenorismo, que intenta convencer al electorado de que es preferible aceptar la corrupción entre algunos miembros de su gobierno socialdemócrata antes que inducir el regreso del mucho más corrupto Partido Popular.

Y después viene Úrsula von der Leyen y se somete a la humillación de visitar a Trump en su campo de golf a firmar el acuerdo arancelario tal como él lo somete, sin conseguir nada a cambio.

Pero con el agravante de que adicionalmente se compromete a otras cosas que sabe que no puede cumplir, tal como comprar US$250,000 millones en combustibles al año, una cantidad mayor que la que Europa necesita y que la que Estados Unidos tiene disponibles para vender, y además, a realizar inversiones en EUA por US$600,000 millones, cosa a la que no tiene poder para obligar a las empresas privadas o a los bancos a hacer.

La derrota europea quedó “retratada en la foto final” de la reunión en la Casa Blanca con los principales líderes europeos, a donde habían llegado en pandilla como vasallos que visitan a su señor, para que les hablara de sus intentos con Putin para terminar la guerra en Ucrania sin consultar su opinión. Tras someterlos a todos a una especie de careo, los sentó en fila para lo que podría ser la foto más patética del siglo.

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Isidoro Santana

Economista

Ex Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, agosto 2016-2019. Economista. Investigador y consultor económico en políticas macroeconómicas. Numerosos estudios sobre pobreza, distribución del ingreso y políticas de educación, salud y seguridad social. Miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Miembro fundador y ex Coordinador General del movimiento cívico Participación Ciudadana y ex representante ante la organización Transparencia Internacional.

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