La izquierda dominicana vive, desde hace décadas, en una encrucijada entre su historia heroica y su marginalidad presente. El legado de Manolo Tavárez Justo, de Francisco Alberto Caamaño, de Maximiliano Gómez, (el Moreno) de las luchas estudiantiles, campesinas y obreras del siglo XX, contrasta con la fragmentación, el dogmatismo y la irrelevancia política que han marcado buena parte del accionar de las fuerzas autodenominadas revolucionarias en los últimos treinta años. Ante este escenario, no basta con proclamar la vigencia del socialismo o con repetir consignas vacías de contenido: es necesario reinventar la izquierda en República Dominicana.

  1. Crisis histórica de la izquierda tradicional

El colapso del llamado socialismo real, la consolidación del neoliberalismo como sentido común hegemónico y la domesticación profunda del progresismo electoral han dejado a la izquierda dominicana sin un proyecto claro, sin base social estructurada y, lo más grave, sin capacidad de interpelar a las mayorías populares. Muchos de sus partidos se han convertido en aparatos estériles, atrapados en una nostalgia impotente, incapaces de superar el sectarismo, el verticalismo organizativo y las disputas intestinas por cuotas de poder inexistentes.

En lugar de renovar sus métodos, muchos grupos de izquierda han seguido girando en torno a dogmas ajenos a la realidad nacional, repitiendo esquemas de lucha de otras épocas y contextos. Mientras tanto, las clases populares —víctimas del despojo neoliberal, de la informalidad laboral, del colapso ambiental y del clientelismo político— quedan huérfanas de una alternativa real que represente sus intereses.

  1. ¿Qué significa reinventar la izquierda hoy?

Reinventar la izquierda no significa abandonar sus principios históricos de justicia social, emancipación humana, solidaridad internacionalista y construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores. Significa, más bien, reconstruir esos principios a partir de una lectura crítica y actualizada de la realidad dominicana y del mundo contemporáneo.

Significa superar la dicotomía falsa entre “lo político” y “lo social”, entre el partido y el movimiento, entre la lucha institucional y la movilización popular. Significa construir una izquierda no testimonial, sino con vocación de poder, pero no de cualquier poder: no del poder para administrar el capitalismo con rostro humano, sino para transformarlo desde abajo, desde los territorios, desde la autogestión, desde la democracia popular.

Reinventar la izquierda implica también descolonizar el pensamiento revolucionario, abandonando los esquemas eurocéntricos que reducen la política a modelos importados. La historia del Caribe —con su sincretismo cultural, su economía dependiente, su resistencia afrodescendiente e indígena, su centralidad del cuerpo y la comunidad— exige una izquierda con raíz propia, capaz de dialogar con las luchas feministas, ecologistas, antirracistas y decoloniales.

  1. Tareas estratégicas para una nueva izquierda

Para que la izquierda dominicana pueda reinventarse debe asumir al menos cinco tareas estratégicas:

Reconstrucción del tejido social popular: La izquierda no puede existir sin recuperar, unir y movilizar las reservas democráticas y patrióticas de la nación y pueblo organizado. Debe involucrarse de forma activa en los conflictos reales de la gente: vivienda, transporte, tierra, servicios públicos, derechos laborales, violencia de género, medioambiente. No desde arriba, sino como parte de esas luchas.

Unidad desde abajo y con propósito: No se trata de unir siglas sino de articular sujetos sociales. La unidad verdadera se construye en la práctica común, en la ética compartida, en el respeto a la diversidad política e ideológica. Hay que superar la cultura del caudillismo y del fraccionalismo.

Formación política emancipadora: La izquierda debe volver a pensar. No basta con repetir discursos antiguos. Necesita espacios de debate, lectura crítica, formación metodológica y educación popular que renueve las herramientas teóricas y éticas de la militancia.

Innovación organizativa y comunicacional: En un país donde la política se hace también en redes sociales, en medios digitales y en plataformas comunitarias, la izquierda debe dejar atrás el boletín impreso como única herramienta. Sin caer en el espectáculo, necesita comunicar de manera clara, ética y potente.

Proyecto de país y nueva hegemonía: La izquierda debe salir del rincón de la protesta reactiva. Hace falta un proyecto de país, construido colectivamente, que responda a las necesidades del siglo XXI: justicia social, sostenibilidad ecológica, democratización del Estado, soberanía alimentaria y energética, y democracia popular.

Conclusión: el reto es histórico

Reinventar la izquierda en República Dominicana no es un lujo ni una consigna más, es una necesidad histórica frente a la decadencia del sistema político, la catástrofe social que se avecina con la crisis climática y económica y la desesperanza que carcome a los sectores populares. No se trata de refundar un viejo partido ni de revivir etiquetas del pasado. Se trata de producir una nueva cultura política radicalmente democrática, profundamente popular y coherente con los tiempos.

Como dijera Caamaño: “La historia no se detiene ni con el crimen ni con la traición”. La historia sigue, pero si la izquierda no se reinventa, quedará como nota al pie, incapaz de dar respuesta a los desafíos de nuestro tiempo.

Referencias y lecturas sugeridas

  • Tavárez Justo, Manolo. Pensamiento y acción revolucionaria (compilaciones varias).
  • Rafael Chaljub Mejía. El pensamiento político de Caamaño.
  • Marta Harnecker. Reconstruyendo la izquierda.
  • Álvaro García Linera. La potencia plebeya.
  • Boaventura de Sousa Santos. La difícil democracia.
  • Hugo Tolentino Dipp. El proceso político dominicano.

Julio Disla

Estudió Comunicación Social en Universidad de La Habana, con un posgrado sobre Prensa Internacional en el Instituto Internacional José Martí, en Cuba. También estudió Pedagogía Mención Ciencias Sociales en el Centro Regional Universitario del Noroeste (CURNO), extensión de la UASD. Laboró como periodista en el Nuevo Diario, El Hoy y El Nacional de Ahora. También para los noticieros radia Noti tiempo, Radio Comercial, Acción Informativa, Radio Acción, Santiago y Disco 106, en la capital. Fue director de prensa de la Agrupación Médica del Seguro Social. Ha escrito varios libros; entre ellos De Pueblos y Héroes, Onelio Espaillat, ejemplo de firmeza y Agenda de la Libertad. Reside en Estados Unidos.

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