Es volver sobre nosotros mismos

para organizarnos,

para reconocer posibilidades y límites.

Es abstracción de ruidos internos y externos.

Es aislamiento de lo superficial y efímero.

Es introducirnos en la hondura del pensamiento,

del alma,

del corazón.

Es imbuirnos en un mundo interior de quietud integral.

Nos invitas a recogernos

para redescubrir el valor de la prudencia,

para interiorizar la sabiduría que deriva de la humildad,

para tomar distancia del discurso y de la práctica,

para revivir la presencia de Dios en nosotros mismos y en los demás,

para acoger los valores de las personas con las que interactuanos,

para reducir la estatura del yo y dejar que crezca el nosotros.

¡Señor, necesitamos tu apoyo para aprender a recogernos!