Aquel 19 de mayo de 1965, el Teniente Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, sólo tenía treinta años cuando cayó asesinado por balas norteamericanas, cuando intentaba, junto a militares constitucionalistas y militantes izquierdistas, tomar el Palacio Nacional. Procedente desde Puerto Rico, había llegado a Santo Domingo siete días antes, para participar en la lucha patriótica que a golpe de heroísmo libraba el pueblo dominicano contra las tropas norteamericanas, que nos habían intervenido a partir del 28 de abril para impedir el triunfo de la revolución constitucionalista y el retorno al poder del ex presidente Juan Bosch, derrocado en septiembre de 1963.

Pudo haberse quedado en Puerto Rico, y desde allí influir en el movimiento constitucionalista, pero su carácter y su amor por la patria, no les permitían asumir una actitud pasiva frente a lo que en esa hora crítica acontecía en la República Dominicana. El, más y primero que nadie, había dedicado su energía a organizar la oficialidad joven para reponer en el gobierno al presidente Juan Bosch, y en ese momento difícil en que la soberanía nacional era mancillada quería estar al frente de los combates.

Estando en Chile, donde en enero había sido designado por el gobierno de facto que encabezaba Donald Reid Cabral, como Agregado Militar, supo de la revolución iniciada en las calles de Santo Domingo al mediodía del 24 de abril, y de inmediato voló para Puerto Rico donde vivía el profesor Juan Bosch, líder político del movimiento constitucionalista. Quería contactarle y enseguida volar a República Dominicana. Pero el gobierno había cerrado el aeropuerto, lo que le impidió seguir. Y no fue sino hasta el 13 de mayo, usando un avión norteamericano, cuando pudo llegar a Santo Domingo. Vino con la encomienda de parte del profesor Bosch de transmitirle al presidente constitucional Francisco Alberto Caamaño Deñó la bondad de la llamada Fórmula Guzmán. Terminada la misión debía volver a Puerto Rico. Pero él decidió quedarse donde se estaba librando la batalla por el honor de la República. Siete días después, solo siete, encontró la muerte en combate, y con ella la inmortalidad.

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Hijo del capitán Ludovino Fernández y de Gloria Domínguez, Rafael Tomás nació el 18 de septiembre de 1934 en un pobladito cerca de Mao, llamado Damajagua. En diciembre de 1952 se gradúa de Bachiller. En la universidad se matricula como estudiante de ingeniería, pero pronto abandona esos estudios. Siendo hijo de un alto oficial, se inclinaba por la carrera militar. Esa decisión disgustó a su padre, por lo que lo enganchó como soldado raso en el ejército. Tenía la esperanza de que se disgustara y abandonara la milicia. Pero, en vez de desestimularse, se mantuvo, y tiempo después, gracias a su esfuerzo, ingresó a la Academia. Tres años después, junio de 1955, es ascendido a Segundo Teniente.

En diciembre de ese año contrae matrimonio con Alma Arlette Fernández, una joven distinguida, con quien procreó cinco hijos y con quien habría de compartir sus ideales hasta el último día. Transferido a la Fuerza Aérea participó en diferentes cursos en el país y en el extranjero, obteniendo buenas calificaciones y recibiendo en febrero de 1956 el título de Bachiller en Ciencias Militares. Tres años después, 1959, es ascendido a Primer Teniente, y poco tiempo a capitán.

Así iba, en base a su esfuerzo, dedicación y estudio, ascendiendo en el escalafón militar. Y siempre se destacó por ser un oficial correcto. Nunca se jactó de ser hijo de Ludovino Fernández, un militar de confianza del propio Trujillo. Al contrario, siempre trató de que no se le evaluara en función de esa condición, sino de su propio esfuerzo.

En esos días se producen las expediciones de junio de 1959 y Rafael Fernández Domínguez, es de los oficiales enviados al campo de batalla. Allí pudo observar directamente la inmolación de esos jóvenes, lo que de alguna manera lo puso a reflexionar. Referencias de sus compañeros dan cuenta que se refirió a los ideales que empujaban a esos combatientes a desafiar una dictadura, sólida y cruel, como la de Trujillo.

Rafael pertenecía a una estirpe militar con un alto sentido del honor y la lealtad. Nunca aceptó, por ejemplo, colocar en su hogar este humillante letrero: "En esta casa Trujillo es el Jefe". Y no es que era antitrujillista ni cosa parecida. Era cuestión de honor y vergüenza.

La lealtad, una cualidad hermosa y escasa, fue característica preponderante en él. Un día, a sugerencia de su esposa Arlette, visitó al padre Henríquez de la Vega, quien en esos días había formulado críticas al régimen. Enterado el eficiente Servicio de Inteligencia Militar (SIM), Rafael Tomás fue interrogado. Pero volvió a visitar al sacerdote, y ante el asombro de éste le dijo: "Padre, el día que yo permita que no se me respete el derecho de mantener mis amigos, sean quienes sean y piensen como piensen, no mereceré vivir".

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Para mayo de 1961, siendo ya Mayor, el tirano Rafael Leonidas  Trujillo, en camino a su finca en San Cristóbal, es ajusticiado a manos de un grupo de héroes, muchos de los cuales habían sido leales al Jefe. Los excesos del régimen en su etapa final llevaron, afortunadamente, a muchos a conspirar contra la vida del tirano.

A partir de ese momento los acontecimientos se precipitan. Tras un breve período de control total de la situación por parte de la maquinaria militar, las masas empiezan a protestar contra los trujillistas. El PRD regresa del exilio y trata de ponerse al frente del pueblo. También lo hacen la Unión Cívica Nacional, el 14 de Junio y otros partidos

El SIM, ya sin Johnny Abbes, que había sido destituido por Balaguer y Ramfis, intenta controlar la situación. En ese contexto, el capitán Fernández Domínguez es designado en octubre sub-jefe del SIM. Pero un oficial de su honradez no podía validar con su presencia los crímenes y atropellos de esa institución. Entonces tuvo el valor de solicitar al propio Ramfis ser transferido a otro cargo. Aquella era una demostración indirecta de que no compartía lo que en el SIM se hacía. Por fortuna fue complacido.

Farid Kury

Político, escritor y periodista. Ha escrito decenas de artículos en los principales diarios nacionales. Ha ocupado diversos cargos públicos. Ha sido asistente de la sindicatura de Son Pedro de Macorís (1998), Director de Prensa de la Procuraduría General de la República y de la Dirección General de Prisiones (1990), Gobernador Civil de la Provincia de Hato Mayor (1996), Candi-dato a Senador por el PLD (1998), Embajador Adscrito a la Cancillería, Encargado de Asuntos de Medio Oriente (1999-2004), Director del Departamento Cultural del Ayuntamiento de flato Mayor del Rey (20011). Asistente Asesor de los Comedores Económicos del Estado (2007), Coordi-nador Técnico de la Región Higüamo de FEDOMU (2011). en la actualidad es asesor Cultural del Senado de la República Dominicana. Es autor de varios libros: "¡Juan Bosch, ¡Entre el Exilio y el Golpe de Estado” (2000), “¡Peña Gómez, ¡Biografía para Escolares” (2003), “Francis Caamaño, ¡Una Vida” (2005), Trujillo, El Gladiador” (2006), “Juan Bosch, Memorias del Golpe” (2007), “Personajes, Triunfos y Caídas” (2008), “Minerva Mirabal, La Mariposa” (2010), “Juan Pablo Duarte, El Apóstol!' (2010), "Juan Bosch, del Exilio al Golpe de Estado" (2013), "Francis Caamaño, Entre Abril y Caracoles" (2014), lbs, de Restaurador a Tirano" (2015).

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