El inicio de un nuevo año suele ser una oportunidad para planificar y programar los objetivos y metas. Por ello, es común que emprendedores que habían estado operando sin haber formalizado su negocio tomen la iniciativa, al iniciar un nuevo año, de dar el importante paso de constituir su empresa. Sin embargo, es imprescindible considerar determinados aspectos antes de tomar esta decisión, a fin de evitar errores comunes o verse en la imposibilidad de poder continuar operando bajo una figura societaria.
Formalizarse otorga una serie de beneficios a los emprendedores, en especial la posibilidad de tener acceso a financiamientos. Las entidades de intermediación financiera suelen otorgar créditos a empresas formalizadas y cuyos estados financieros, contabilidad y reporte de impuestos se encuentren en orden. El tener acceso a créditos permite que el negocio pueda contar con recursos adicionales para invertir en el desarrollo y crecimiento del proyecto.
Otro beneficio importante es la credibilidad y reputación en el mercado. Muchas compañías establecidas prefieren tener como proveedores a empresas formalizadas, registradas y que puedan ofrecer facturas con comprobante fiscal, de manera que formalizarse puede abrir puertas en el mercado formal.
Además, en el crecimiento planificado de todo proyecto es importante contratar personal clave que facilite esta expansión. Formalizarse asegura el cumplimiento de obligaciones laborales, como seguridad social y Tesorería de la Seguridad Social (TSS), lo cual permitirá poder contratar el personal necesario.
Ahora bien, ¿Cuándo dar el importante paso de formalizarse? es importante realizar una planificación estratégica que permita identificar el momento adecuado, el cual debe coincidir con tener operaciones constantes que generan ingresos estables y suficientes, pues formalizarse acarrea el deber de cumplir con determinadas obligaciones fiscales, tributarias, corporativas y de seguridad social que deben ser atendidas de forma recurrente.
Al momento de constituir una empresa, muchos emprendedores suelen caer en errores que, aunque comunes, pueden tener consecuencias significativas para el desarrollo del negocio. Uno de los más frecuentes es no buscar asesoría legal adecuada para determinar la estructura societaria que mejor se ajuste al proyecto. Cada tipo de sociedad reconocido por la Ley de Sociedades (como la S.R.L., S.A.S., S.A., o E.I.R.L.) tienen características, restricciones y condiciones para su operatividad, las cuales deben ser conocidas y evaluadas antes de constituir una empresa. Elegir el tipo societario no ajustado al negocio puede generar costos innecesarios y complejidades administrativas.
Otro tropiezo recurrente es la falta de atención al registro del nombre o denominación comercial. Muchos emprendedores inician operaciones sin verificar si el nombre que planean usar ya está registrado o en uso, lo que puede acarrear disputas legales que afectan tanto la reputación como los recursos del negocio. Es recomendable revisar la disponibilidad del nombre, así como su registrabilidad, antes de empezar a usarlo y considerar realizar el registro correspondiente que le permita operar y publicitar el negocio de forma segura.
La planificación tributaria es otro aspecto crítico que con frecuencia se pasa por alto. Nuestro sistema tributario contempla el Régimen Simplificado de Tributación (RST) y el Régimen Ordinario, conviene evaluar el que mejor se ajuste a la estructura del negocio para llevar a cabo un manejo fiscal eficiente. Además, en nuestro ordenamiento se prevén exenciones tributarias que pueden ser aprovechadas si se conocen con antelación y se realizan los trámites necesarios para disfrutar de las mismas, lo cual permitiría un desarrollo y crecimiento más oportuno del proyecto de negocio.
Otro de los principales errores es obviar la asesoría legal y no contratar un contador. Esta decisión puede derivar en errores y conflictos legales que acarrean sanciones económicas relevantes.
Educarse y buscar asesoría desde el inicio puede marcar la diferencia entre un negocio que enfrenta obstáculos innecesarios y uno que opera de manera eficiente. Formalizarse es siempre una buena decisión, pero es importante hacerlo de forma consciente e informada para un desarrollo empresarial más sólido y sostenible.
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