"No preguntes a una mujer sobre su rival, a un cobarde sobre la guerra, a un vago sobre el valor del trabajo, al comerciante sobre lo que vende…" ni a un generador privado cómodo con su cotización al monopsonio de energía estatal sobre la sostenibilidad de competidor público produce varias veces a menor costo.
Toda el agua para el campo, que capitanes de barcos carboneros se pasen la vida buscando puerto caribeño en el Pacífico.
Con Punta Catalina entregada y operando la discusión sobre lo que costó esa empresa pública pasa a un segundo plano. El gobierno, sin importar que tiene sospechas o plena seguridad de la sobrevaloración, al recibir el activo demuestra que la planta tiene la capacidad de generar energía a mejores precios que el gasto empezó a devengar por compra de energía. Me desagrada usar esta frase, pero ahora es necesaria: “Eso no está en discusión.”
En consecuencia, las cámaras se deben enfocar en si el precio al que vende es uno primo hermano cercano de uno de mercado o si es otro más del clan diabólico de precios socialistas que nos conducirá al infierno. Me explico.
Vamos a asumir que el costo real de Punta Catalina era 100, se construyó por tres veces ese valor (300) y que se tienen pruebas que el sobrecosto (200) se fue a los bolsillos de los promotores. Existían dos escenarios posibles al inicio de la actual administración con una planta que se recibió funcionando y que continuó operando:
- a) Someter a la justicia y lograr la devolución de los 200.
- b) No someter o hacerlo y perder sin ver retornar el sobrecosto de 200.
En el caso de recuperar, el dinero va a la caja del Estado y pasa a financiar parte de las n+1 partidas de gastos y subsidios del presupuesto del año. El dinero es fungible, va a un saco común y en cada partida hay un pedazo de todo ingreso por impuestos, deuda o realización de activos que se logran recibir por sentencias de confiscar patrimonio robado.
Punta Catalina, probablemente, de los 200 no verá un peso porque, de acuerdo con lo poco que entiendo del tema, no recibe transferencias del presupuesto. No voy a preguntar a ninguna IA para confirmar, no tengo señal aquí en Nirvana, para fines del ejercicio dejemos fuera esa partida de transacción intergubernamental.
De no recuperar, el costo de sobreprecio es uno hundido en una empresa que tiene activos sobrevalorados artificialmente, partiendo del primer supuesto explicado que es real que el costo se infló por tres.
Ahora bien, lo fundamental con esa empresa es que ya construida, al costo de mercado o con una exagerada ración a la boa, hay que saber si puede o no producir a precios menores al promedio del mercado de manera consistente.
Ese precio de energía debe incluir solo la recuperación y mantenimiento de lo que se considera es la inversión real (los 100) en un horizonte de largo plazo. No debe incorporar que se recupere con ese precio el monto que los fiscales no pudieron probar. Sería absurdo cargar al contribuyente del que salieron los 200 con una factura eléctrica que tenga un componente para volver a poner 200.
“Absurdo no, lógico”. Bueno, entonces pregunte en la calle de esta manera: En vista de que Punta Catalina fue sobrevalorado en 200, ¿estaría de acuerdo en que su factura eléctrica transparente un ajuste de precio para que la actual administración recupere ese monto en un plazo de cuatro años?
El precio al que vende Punta Catalina, empresa pública, al monopsonio público que compra energía no puede incluir recuperación de una inversión que se presume contaminada por la corrupción ni tampoco un subsidio aliviar precariedad financiera del comprador. Ese es uno que debe pasar con honores la prueba de estar funcionando sin los costos abultados de toda operación comercial en que nadie coloca su patrimonio personal en la incertidumbre de beneficios o pérdidas privadas.
El gobierno, por su naturaleza, no lo va a lograr y, a propósito, lo ha inventado todo: desde gerencia de firmas extranjeras contratadas por organismos internacionales hasta un Zar Eléctrico Bipolar, con patrimonio personal en la generación eléctrica mercantilista y decreto con funciones al estilo “El Estado Soy Yo”.
Solución: Arrancar ya con la licitación para una subasta pura y simple en que participen empresas extranjeras donde la planta pase a ser administrada por el que más paga hoy por el flujo "no político" futuro que producirá la planta.
Es el precio más alto que recibirá el gobierno por la valoración de los activos reales, sin el costo hundido se llevaron los imputados de corrupción porque en la subasta no puede aspirar a que inversionistas le resuelvan su no accionar en justicia o el fracaso del Ministerio Público en el intento. También es aquel precio más alto que puede pagar un inversionista para quedarse con un residual que supere el costo de oportunidad con que participa en el momento de la subasta. ¡Santo Remedio!
Esta solución es la misma que escribí hace casi cuatro décadas en “La CDE en Wall Street”, cuando mandé a Julio Sauri y a los sindicalistas de SITRACODE a visitar la forma de operar la bolsa de valores en New York. El artículo lo publiqué en la página “Hablan Los Empresarios”, para la época en que conocí a Fausto Rosario, el director de este medio, en una reunión con Bienvenido Álvarez en el periódico El Siglo, uno de los beneficios del pasado cuando para secciones de esa naturaleza había que presentarse a los medios a llevar el material que organizaban e ilustraban tantas personas talentosas.
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