PROCONSUMIDOR vuelve a recibir titulares con otra patética incursión en “defensa” de los consumidores, esta vez con el fiambre de “erradicar las ventas por el mercado negro de las boletas de la pelota invernal.”
Con cara de fastidio se ven en la foto del despacho del incumbente los directivos de LIDOM que son convocados, otra vez con nuevo anfitrión, para buscar solución a algo tan simple que debe dar vergüenza el espectáculo. De hecho, en media hora expliqué a jóvenes estudiantes de Derecho, en una clase de Fundamentos de Economía, este ejemplo de la bipolaridad de la clase política con la formación de precios en mercados libres y competitivos.
¿Bipolaridad? Sí, porque en esa reunión era posible matar dos mercados negros de un solo tiro invitando, junto a los mercantilistas del béisbol que venden las boletas de los partidos, al ministro de Hacienda, Magín Díaz, acompañado con representantes del mercado primario en su subasta semanal de bonos.
No hay diferencia entre la intención de reducir el precio final que paga un fanático de la pelota por una boleta para ir al Estadio en el “Mercado Negro” y el monto que debe transferir quien quiere ver en su portafolio un título del gobierno a su contraparte en el “Mercado Secundario”.
¿Eso no es peras con manzanas? No, es la misma fruta con diferencias explico, al estilo de Gómez Borbón, en un “Yo, Magín” para ver si LIDOM y PROCONSUMIDOR ponen punto final a este bodrio insoportable de cada temporada invernal de pelota.
Caballeros, Hacienda y LIDOM ponen en venta cosas distintas que se anuncian a un mismo precio. “Si me pagas 500 pesos te llevas un bono bonito de 500 pesos con una tasa de interés, por ejemplo, de 10%”; “ven al partido de hoy que en boletería encontrarás las entradas de preferencia a $500 pesos.”
Las diferencias comienzan ahí: organizamos una subasta de bonos con más interés en descubrir el precio de mercado que estos “hombres de negocio atípicos” de la pelota. Bastante raros son porque pretenden vender al mismo precio los partidos, sin importar que unos sean como apartamentos con frente de playa en Punta Cana y otros un anexo de vivienda, más o menos confortable, en la parte atrás de una casa en Capotillo.
En Hacienda no caemos en ese absurdo.
Lo primero, antes de la subasta del próximo martes, es ver cómo andan las tasas de interés en las entidades de intermediación financiera y los rendimientos actualizados de los valores de renta fija. Tenemos la ventaja de que la clase política con el Código Monetario y Financiero se apartó legalmente de interferir en los mercados financieros y, desde entonces, las de interés se contratan libre y voluntariamente entre las partes. Por eso todos los días se producen tasas de equilibrio a diferentes plazos para operaciones activas y pasivas que se transmiten a las autoridades y son publicadas en sus portales institucionales.
En el del Banco Central están disponibles con rezago de un día y, en cuanto a los rendimientos de los bonos, todos los días recibimos los precios y rendimientos de todos los que se encuentran en circulación y que colgamos en el portal web de la Dirección General de Crédito Público.
“¡Puede dejar el celular, por favor, y atenderme señor director, para que no me vuelva a importunar en esta reunión que he venido por cortesía y me quedan aquí tres minutos!”
Hacienda, ¡gracias!, con esto anuncia la salida de un valor de renta fija con un cupón o tasa de interés que está en rango aceptable para recibir la demanda que aspiramos. Hasta un niño entiende que si intentamos emitir al 5%, buscando reducir el costo promedio de la deuda, cuando el mercado está demandado entre 8% y 10.5%, no nos harán caso.
Nosotros, que sabemos la calidad del juego que estamos vendiendo, salimos entonces con una de 10%, por ejemplo, y dejamos que todos los participantes que están autorizados a presentar posturas en el Mercado Primario compitan para conseguir la mayor cantidad de bonos, o boletas, posibles para sus propios portafolios de valores o para revender a entidades o público general en el Mercado Secundario.
Este es un proceso en que se descubre un precio de mercado en el que todo el que participa queda contento. Hacienda al poner un precio atractivo atrae la demanda de los mayoristas que compiten, generalmente, ofertando más dinero que lo que van a recibir en bonos a largo plazo, es decir, por 500 pesos de bono pagar 550 en efectivo (o 110 pesos por cada 100). Cuando queremos colocar 4,000 millones recibimos demanda por 6,000 millones, más gente quiere comprar bonos que los disponibles, compiten entre sí para pagar más ganando menos rendimiento, y al final se llega a precio en que se colocan todos.
Nosotros “llenamos el estadio” en cada subasta porque vendemos al precio donde no queda uno solo sin vender. Los que acaparan los bonos son intermediarios que se ganaron un puesto en la ronda de mayoristas, donde los hay de dos categorías: Creadores de Mercado y Participantes. El público sabe quiénes son, el listado está disponible en el portal y es a través de ellos que algunas entidades o personas presentan posturas.
Los bonos de Hacienda están en manos de particulares que, como propietarios, tienen todo el derecho de disponer de los mismos como les plazca. Lo que no pueden ahora es cortarlos con una tijera o prender una fogata porque ya no son físicos, la titularidad está en un catastro o custodio de valores y puede comprar más bonos o vender los que tiene, en cualquier momento a través de la empresa que le maneja su cuenta de corretaje.
El Mercado Secundario de Valores tanto de bonos públicos como privados y otros instrumentos es activo, dinámico, transparente y con regulaciones que protegen al pequeño inversionista para, por ejemplo, obtener siempre los mejores términos en la ejecución de sus órdenes de compra y venta. Y eso es algo que se debe más al apego a las buenas prácticas de los intermediarios privados que a celosa regulación para poner orden a mercaderes se les imputan manejos turbios.
En la pelota, y eso aquí lo saben todos, existe mercado negro solo en los partidos populares y la expresión “ese no es un equipo taquillero” existe por la irracionalidad de querer vender todos al mismo precio. Bonos soberanos de países con diferentes grados de riesgo se transan de manera activa en los mercados secundarios porque los precios fluctúan para capturar esa información. Un bono, tipo juego Licey contra las Aguilas, se consigue en los mercados con prima; otro que se parezca a Escogido-Toros, se consigue a descuento.
La insistencia de vender en 500 pesos la taquilla de un juego que se pudiera encontrar su valor cerca de 50 pesos, diez veces menos, es lo que provoca el deprimente espectáculo de estadios con menos de cien fanáticos. Por supuesto, desaparecen de la boletería a la media hora todo partido en el que se estaría dispuesto a pagar hasta diez veces más el valor oficial y, obviamente, el que logra acumular una cantidad sustancial de esas boletas estará haciendo un negocio fenomenal.
Sobre el tema mi asistente me indica algunas opiniones o cuestionamientos que encontró en los medios y les comparto:
“¿Es el mercado de mayoristas de boletas para juegos buenos competitivo? ¿Cómo despacha LIDOM órdenes grandes para los juegos de “alta gama”, como dicen ahora? ¿Qué hay que hacer para participar en compras al por mayor para revender? En un esquema de precios que se ajusten a la calidad los ingresos por taquillas de LIDOM fueran mayores, ya que pudiera conectar con un número mayor de personas con interés real de ver los partidos. Sin embargo, eso hará que sus ingresos por taquillas sean mayores, se conozca la realidad del negocio y los ponga en escenario menos favorable para los aportes del gobierno al desarrollo de la actividad. Finalmente, ¿hasta cuándo vamos a creer que los directivos de LIDOM son indiferentes a las altísimas ganancias que se obtienen en la reventa de boletas de los juegos más populares?”
Les dejo esas inquietudes y les expliqué la forma que organizamos las subastas para que tengan una reunión productiva en que se orienten a descubrir el precio en mercado libre de los juegos de pelota. No funciona el precio mercantilista absurdo de todo al mismo precio, mucho menos otro socialista que se invente PROCONSUMIDOR y, por favor, dejen de perder el tiempo con volver a poner a oficiales de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas a perseguir a los peones que se ponen a vender taquillas en los alrededores de los estadios. Buenas tardes.
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