América Latina atraviesa hoy uno de los períodos más peligrosos de su historia moderna, quizá el más crítico desde 1962, cuando el mundo contuvo la respiración durante trece días ante el riesgo de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con epicentro en Cuba. Aquella crisis marcó una época. Hoy, más de sesenta años después, la tensión geopolítica se traslada a Venezuela, donde el imperialismo norteamericano —encabezado por Donald Trump— busca por todos los medios apoderarse del petróleo y destruir la experiencia bolivariana.
La nueva ofensiva tras el triunfo del chavismo
La amenaza de una invasión o bombardeo contra Venezuela no surgió de manera repentina. Tiene raíces profundas en los intereses geoestratégicos de Washington. Sin embargo, los últimos acontecimientos electorales han acelerado los planes de agresión.
Las recientes elecciones municipales y congresuales venezolanas arrojaron un resultado categórico: el chavismo triunfó en 285 de los 335 municipios y obtuvo 253 de los 283 curules del Congreso Nacional. Esta contundente victoria del pueblo y del proyecto bolivariano provocó la ira del gobierno estadounidense, que inmediatamente decidió intensificar las operaciones para derrocar al presidente legítimo Nicolás Maduro Moros.
En agosto, el Departamento de Estado y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos anunciaron una recompensa de 50 millones de dólares para quienes ofrecieran información que permitiera capturar al mandatario venezolano. El pretexto, una vez más, fue el narcotráfico, una acusación recurrente que pretende justificar las agresiones contra un gobierno soberano.
El cerco militar y la manipulación mediática
El gobierno norteamericano ha ordenado la instalación de tres buques de guerra y lanzamisiles frente a las costas venezolanas, bajo el supuesto objetivo de “combatir el narcotráfico”, sumando incluso un crucero lanzamisiles en el Océano Pacífico. Pero los informes de la ONU desmienten rotundamente esa narrativa: las investigaciones internacionales demuestran que las principales rutas del narcotráfico no pasan por Venezuela, sino por Ecuador y Colombia, países con estrechos vínculos militares con Estados Unidos.
Esta operación encubierta busca crear el clima de opinión necesario para una intervención militar directa o una “operación humanitaria” similar a las utilizadas en Irak, Libia o Siria. En realidad, se trata de un cerco político, económico y mediático que persigue quebrar la resistencia del pueblo venezolano y recolocar al país bajo el dominio de las transnacionales del petróleo y el gas.
Las raíces del odio imperial
Venezuela es hoy el símbolo más evidente de la soberanía latinoamericana. Desde que el proceso bolivariano nacionalizó los recursos energéticos, fortaleció la educación pública, redujo la pobreza y levantó una política exterior independiente, se convirtió en el blanco principal de la política imperial. Washington no perdona que un país de América Latina haya osado desafiar el orden neoliberal impuesto desde el Norte.
Las sanciones económicas, los bloqueos financieros, las operaciones de sabotaje y las campañas de desinformación mediática constituyen una guerra integral hibrida que busca destruir el modelo bolivariano desde dentro. Pero a pesar de todo, el chavismo no ha sido derrotado: ha resistido y ha ganado elecciones una y otra vez.
Defender a Venezuela es defender a Nuestra América
Frente a este escenario, defender a Venezuela es defender la dignidad de todos los pueblos latinoamericanos. La agresión no es contra un gobierno, sino contra la idea misma de soberanía. Si cae Venezuela, se desmorona una trinchera de esperanza que aún demuestra que es posible construir un modelo social distinto al dictado por el capital financiero y las corporaciones del Norte.
Por eso, la solidaridad no puede ser pasiva ni simbólica. Es hora de levantar la voz desde todos los rincones del continente. Los pueblos de América Latina deben rechazar el intervencionismo imperialista, denunciar los bloqueos, y movilizarse en defensa de la paz y de la autodeterminación.
¡Alerta, pueblos del continente!
El imperio se prepara para una nueva agresión. Bajo el disfraz de la “lucha contra el narcotráfico”, prepara buques, misiles, mentiras y ahora una operación a través de la CIA. Solo la unidad, la conciencia y la movilización de los pueblos podrán impedir que se repita el crimen del siglo.
Concluyo este articulo con una frase de Fidel Castro Ruiz: “Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo”.
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