En medio de las dificultades que viven los casi ocho millones de venezolanos que han emigrado de su país por razones políticas y económicas derivadas de la lamentable situación a la que la denominada revolución bolivariana del siglo XXI lo ha llevado, haber recibido la sorpresa del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a la líder de la oposición María Corina Machado, y haber presenciado finalmente la esperada canonización del venerado doctor José Gregorio Hernández, junto a la religiosa Carmen Rendiles, es un bálsamo que no solo debe aliviarlos, sino también alentarlos a perseverar.

Y precisamente ese ha sido el principal mensaje transmitido por María Corina a su pueblo, que deben seguir luchando hasta el final, aunque la resistencia pacífica pueda parecer que no es suficiente para quienes desprecian los principios democráticos y pisotean las instituciones, pues a pesar de que la oposición, gracias a una meticulosa preparación, logró tener las actas probatorias de un resultado ganador de las elecciones, el cual fue reconocido por la mayor parte de la comunidad internacional, el régimen de Nicolás Maduro se negó a entregar el poder, porque para ellos lo que importa no es la expresión libérrima del pueblo a través del sufragio universal, sino la permanencia a toda costa con las riendas del Estado, pues son demasiadas las culpas que pagar y muchos los beneficios ilegítimamente conseguidos que perder.

Este premio que se otorga cada año gracias a la filantropía del inventor sueco Alfred Nobel, que decidió legar su fortuna para reconocer a aquellos que han conferido mayor beneficio a la humanidad, el cual, distinto a los demás no se decide ni otorga en Suecia, sino en Noruega por deseo expreso de su fundador y que muchos piensan está vinculado al hecho de que Noruega era parte de Suecia hasta 1905, y este valoraba el interés de su parlamento de buscar solución pacífica a las disputas territoriales, lo que constituye también un símbolo de paz, y que contrario a los demás que premian logros o invenciones tangibles, premia trayectorias, conductas y acciones de paz.

Muchos tienen una interpretación estrecha de lo que debería ser el perfil del galardonado, como si solo terminar con una guerra o enfrentamiento fuera la paz, pero afortunadamente la visión del comité noruego es amplia y evidencia conciencia de que la paz es un proceso que muchas veces se construye con lucha, con resistencia, con firmes reclamos de derechos, con denuncias, por eso ha premiado a personas de la talla de la activista persa Narges Mohammadi por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán, a la activista pakistaní Malala Yousafzai por su lucha por el derecho a la educación de las mujeres, a la líder birmana Aung San Suu Kyi por su lucha por la democratización de Birmania, así como a Nelson Mandela junto a Frederik de Klerk, por sus acciones por desmantelar el oprobioso régimen de segregación racial en Sudáfrica, porque no puede haber paz donde no hay igualdad de derechos, y reina la discriminación.

Por eso el comité noruego del Nobel motivó el reconocimiento a María Corina Machado "por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia".

Naturalmente el afán narcisista de algunos líderes los mueve a pensar que este debe ser un premio que se “conquiste” reivindicando que se ha logrado la paz en determinados lugares, porque se haya suscrito un acuerdo como recientemente se logró entre Israel y Hamás, el cual si bien ha tenido el positivo resultado del intercambio de rehenes y de cuerpos de víctimas, tuvo un alto al fuego desgraciadamente tan efímero como la gloria de este mundo, y el primer ministro Netanyahu recién ha ordenado a las fuerzas israelíes realizar ataques “inmediatos y contundentes en Gaza”, como respuesta a los infligidos por el grupo terrorista a militares israelitas, como estos han denunciado.

Lamentablemente es más fácil anunciar paz que construirla y más difícil tener una conducta que construya paz que proclamarla con un discurso hueco, porque para lograr la paz se necesita que las palabras estén fundamentadas en un accionar, en una convicción y en una conducta, y que esta sea consistente, porque no se trabaja realmente por la paz si con la mano derecha se firman planes y acuerdos, y con la izquierda se deciden acciones que dividen, y se exponen y respaldan discursos de odio, porque el odio y la división son los peores enemigos de la paz.

Marisol Vicens Bello

Abogada

Socia de Headrick Rizik Alvarez & Fernández desde el año 2000. Miembro del Comité Ejecutivo del CONEP, Asesora legal de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD). Fue presidente de COPARDOM y de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE).

Ver más