El eximio médico dermatólogo y escritor Pablo Yermenos Forastieri, se ha embarcado en la loable tarea de recopilar para la historia los acontecimientos políticos y sociales que le ha correspondido no solo observar durante su positiva trayectoria de vida, sino participar de modo activo. Labor imprescindible para el desarrollo social, que debe ser emulada por mucha gente que tiene pendiente aportar sus vivencias, pero que han optado por permitir que gavetas apolilladas con su sed devoradora se hagan cargo de ellas. En esta ocasión pretendemos discurrir sobre la última producción de Pablo Yermenos: Apuntes de la ruta.

Pablo desde el 2008 que se retiró de su muy exitosa vida profesional, ha aportado 19 textos sobre temas no solo dermatológicos, sino de los aspectos esenciales que le ha correspondido vivir, desde su natal Salcedo hasta el ejercicio profesional y la participación gremial y política.
Retoma aquel modo de vida de los estudiantes del interior, cuando tenían que trasladarse a la capital a cursar estudios en la única institución universitaria de la época, la Universidad de Santo Domingo. Nos recuerda el Colegio Mayor Calasanz, una especie de hotel para estudiantes de clase media y alta, que tenía la ventaja de estar en los terrenos de la universidad (los estudiantes y autoridades universitarias a raíz del ametrallamiento policial del 4 de abril de 1972, ocupamos el Calasanz y ahí funciona la Facultad de Derecho). Además, se refiere a la asistencia al desaparecido hospital Lithgow Ceara, para realizar las prácticas de la carrera de medicina.
Nos revela el ambiente de Salcedo en los tiempos de la tiranía de Trujillo, en la década de los años cincuenta:
[…] allí seguía los estudios primarios correspondientes sin advertir que tras aquel espacio territorial -ya para entonces provincial y comunal- germinaban progresivamente las ideas organizativas de un movimiento de rebeldía contra la situación existente que, en poco tiempo, con su inopinada irrupción y sus consecuencias daría a nuestro pueblo la categoría política superior de nacional e internacional”.
Definitivamente, Salcedo estaba en primera línea entre los pueblos que se esforzaban por extirpar el horror de la tiranía trujillista.
Enumera las tradiciones populares y costumbres de la época en su comunidad, entre ellas: el “charquito de Titá” y su palma real. Las literas, (sillas, mecedoras, camas) utilizadas para el transporte sanitario, ante la ausencia de ambulancias. El manejo vehicular dificultado por el terreno, no asfaltado. Las enramadas familiares, los pasadías dominicales y el infaltable sancocho. No se podía quedar el carnaval, los “macaraos”, Tatín y su liderazgo en las fiestas patrias, entre banderas y silencios.
Además, aborda la navidad con sus alboradas y el jengibre, los oficios religiosos y las empanadas. Las retretas en el parque Duarte. Las patronales, corridas de cintas y sacos, el palo encebao. Y los héroes en la lucha contra el tirano, las hermanas Mirabal, Manuel Tejada Florentino, Manuel Rodríguez y Nayib Hallal, Alexis Brache Devers, entre otros.
Discurre sobre su participación gremial, su destacada trayectoria lo llevó a presidir el Colegio Médico Dominicano, entonces llamado Asociación Médica Dominicana. Inmediatamente tras graduarse se integró a la actividad gremial, motivado por el internista Manuel Céspedes en el hospital Mañón de San Cristóbal. Llegando a ocupar el secretariado de Acción Gremial, la presidencia de la Regional del Distrito, la secretaria general y la presidencia.
A propósito de esta fase gremial, recuerdo que siendo Yermenos presidente en el lapso de 1982-1983 ingresamos a la AMD-CMD y presidiamos la Asociación de Médicos Pasantes, en esos momentos luchábamos contra la inefable pasantía “honorifica”. El ministro de Salud era otro distinguido maestro de la medicina (epidemiología) Amiro Pérez Mera, quien con la energía que le caracterizaba decidió ir al gremio, para debatir el asunto de frente con los pasantes.
Pablo Yermenos en su condición de presidente dirigía la polémica reunión, el ministro manifestó tenía muchas plazas remuneradas en el interior, pero nosotros no queríamos ocuparlas. El suscrito levantó la mano para responderle. Pablo ya me conocía como “cabeza caliente” llegado de modo reciente de la UASD y de manera muy diplomática le otorgaba los turnos a otros para evitar que le incidentara la reunión, hasta que los compañeros empezaron a reclamar me permitieran el turno. El presidente siempre abierto al centralismo democrático accedió, pero sabía de antemano la descarga que venía, emplace al maestro Amiro a que presentara las plazas remuneradas que ofrecía, que allí estaban reunidos médicos decididos a ocuparlas…
Pablo Yermenos pasa lista a uno de los renglones que más insistió, la formación de la Federación de Profesionales Dominicanos, FEDOPRO, que finalmente no prosperó por la desidia de algunas entidades profesionales.
También analiza aspectos dermatológicos que siempre han sido de su alto interés, como cuestionar el diagnóstico de lepra en los famosos poetas y hermanos Gastón y Rafael Deligne. El libro termina con una serie de anexos documentales sobre la vida profesional del muy ilustre dermatólogo. Enhorabuena Pablo con tus: Apuntes de la ruta.
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