Resolver las diferencias a lo interno del PRM no es una pajita de coco. Las mañoserías vienen de lejos. Es una herencia arrastrada desde sus progenitores. Promovieron un modelo de liderazgo mostrenco. Y siguen de generación en generación. Necesitan un milagro.

Entonces la solución podría tenerla yo. Si, pero dejen que lo explique parafraseando al cantautor catalán, Joan Manuel Serrat. “Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que dice tener un farol que un día fue de Aladino”. La lámpara ilumina caminos oscurecidos.

De lo anterior se deriva, no obstante, que la lámpara parece ser la mejor opción para combatir las tinieblas. Sólo hay que frotarla para liberar el genio.

Si, como se dijo antes, la penitencia del PLD —de un tiempo a esta parte— es empujar la piedra de Sísifo. El purgatorio del PRM, en cambio, debe ser aferrarse a la lámpara de Aladino. Y a cada instante sobarla, manosearla, frotarla, amasarla, etc., soñando con que un día el genio salga de su guarida.

¿Cuáles son esas diferencias?

Los señalamientos a continuación son un mero intento de descifrar las señas que dejan ver las mañas cultivadas al través del tiempo.

Señalar de entrada —sin exagerar— que, en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) cada miembro cree que es una reencarnación de Peña Gómez. Si esos son los miembros simples, imagino que los dirigentes deben creerse dioses del Olimpo. Esa es una muralla que impide divisar la armonía interna.

La ilusión señalada arriba se contrapone con la actitud y la aptitud de entregarse a la defensa de los intereses de las oligarquías empresariales y comerciales. Es decir, sus gobiernos —ni cuando eran PRD, ni ahora que son PRM— han defendido ni una pisca los intereses de las bases del partido.

La gerencia de la energía eléctrica es el mejor ejemplo de lo anterior. La entregaron en bandeja de plata a Celso Marranzini. Un personaje con una historia de fracasos en la gestión pública se conoce de sobra. Pero en la administración privada es todo lo contrario.

El poco interés en alimentar el desarrollo de líderes emergentes dentro del partido. Esta dejadez podía ser lógica en el extinto presidente Joaquín Balaguer o en el expresidente Leonel Fernández Reyna. El primero nunca renunció a la eterna reelección: era parte intrínseca de su práctica política. El segundo va por el mismo camino del anterior.

El Presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, contrario a los anteriores, dejó clarito hace tiempo que no va más. Que respetará lo que manda la Constitución en ese sentido.

Entonces, a qué se debe tanta renuencia a apoyar el cultivo de líderes que puedan sucederlo en el trono.

Otra muralla de contención interna y externa se debe a la escasa —por no decir ninguna— pericia en la gestión de la comunicación. Y agrego externa porque los muros que sirven de contención a la comunicación en el gobierno son sólo un reflejo de lo que pasa a lo interno del partido.

No hace falta ser experto en comunicación para saber que el partido de gobierno adolece de una estrategia de comunicación política efectiva. Menos para darse cuenta que esa ausencia va de lo interno del partido a las entrañas del gobierno. Tamaño problema.

Lo escribo así, casi en superlativo, porque la comunicación es la herramienta que facilita la relación del partido con los ciudadanos y con el gobierno. La comunicación resuelve, por añadidura, la identidad del gobierno con la población y garantiza la armonía con el partido.

Tanto el partido como el gobierno deberían hacer comunicación apoyándose en la solución de los problemas internos respectivamente. Porque, cuando se pretende resolver dificultades con comunicación se recurre siempre al engaño grosero.

Pero el principal problema de los perremeistas —igualito que en el PRD— consiste en hacer hasta lo imposible para nunca ponerse de acuerdo.

Al partido de gobierno, en resumidas cuentas, sólo le queda esperar la aparición de Aladino. Que salga resplandeciente, como un soplo de humo de colores para que, a su vez, les conceda los tres deseos.

¿Podrán, en menos de 30 segundos, ponerse de acuerdo sobre cuáles deseos pedirle al genio?

Miguel Ángel Cid Cid

Municipalista

Especialista en fortalecimiento y planificación institucional, con experiencias exitosas en RD y Haití. Experto en resolución de conflictos y capacitación de jóvenes y adultos. Creador e impulsor de la primera experiencia de presupuesto participativo en Villa González, República Dominicana, recorriendo decenas de municipios promoviendo iniciativas de planificación estratégica y participación socio-política a nivel local.

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