“El afán del día no entra en conflicto con dedicar algunos minutos para mejor comprender dónde estamos y qué somos”.
En el núcleo del átomo se encuentra la más poderosa fuerza conocida: fuerza nuclear.
Liberar esa extraordinaria energía acumulada en el núcleo de los átomos es una de las áreas más activas de la ciencia y la tecnología actual.
En una forma muy simple de decirlo y referido a la llamada fuerza nuclear fuerte, el núcleo del átomo está formado por protones, partículas de carga eléctrica positiva y los neutrones sin carga eléctrica. La única forma de explicar que los protones que deberían de repelerse se mantengan unidos en el núcleo, es porque hay otra fuerza que se estima 100 veces superior y por lo cual logra mantener unidos a los protones en el núcleo.
Muy importante además es cómo se puede liberar esa fuerza (poder nuclear) y sus potenciales usos.
Son dos las vías por las cuales actualmente se libera. Transformando átomos ligeros en otros más pesados, como ocurre en el proceso (fusión nuclear) que se desarrolla en nuestro sol y otras estrellas; consiste en que átomos de hidrógeno sometidos a grandes temperaturas y presión se convierten en átomos de helio, liberando enorme energía nuclear acumulada.
Se realizan estudios y experimentos para poder replicar la producción de energía de fusión nuclear tal como ocurre en el sol, pero aun es un propósito con grandes desafíos científicos y técnicos asociados, que de lograrlo en el tiempo se dispondría de una casi inagotable fuente de energía sin significativos efectos radiactivos.
La otra vía de liberar la fuerza nuclear es logrando la ruptura (fisión nuclear) de átomos pesados como el uranio; el uranio es fisionable a partir de técnicas ya muy desarrolladas por medio de las cuales un núcleo atómico se divide y a partir de los neutrones que también se disparan se siguen dividiendo subsecuentemente, en lo que se llama reacción en cadena, liberando así ese poder nuclear.
Dolorosamente esa tecnología ha avanzado mucho en cuanto a sus efectos destructivos desde el lanzamiento de las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, con más de 200 mil muertes instantáneas y otros miles a posteriori.
Hay una vía del uso pacífico del poder nuclear de la fisión y es la producción de energía eléctrica que ya representa el 10% de la producción mundial y el 26% de la energía sin emisión de carbono, mediante 440 reactores en operación en 30 países.
Poder nuclear sí, para el desarrollo humano en paz, no a las armas nucleares, no a las bombas.
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