Poca reacción en nuestro patio ha producido la super-eficiencia del Servicio Electoral de Chile, que solo en una hora y diez minutos entregó el resultado final del balotaje realizado el pasado domingo; pero igualmente minimizaron la visita del presidente electo José Antonio Kast a Buenos Aires para presentar sus respetos a su colega transandino, Javier Milei.
Tampoco llenó los ojos de los analistas cómo las formas se respetaron entre los adversarios: la llamada del Presidente Boric fue televisada muy formalmente para felicitar al Presidente electo Kast, con un formato de producción superensayada.
Ningún analista criollo ha señalado que Jeannette Jara, candidata oficial, mostró músculo al presentar un resultado casi duplicando sus votos de la primera ronda, y con un discurso de compromiso de apoyo a la institucionalidad.
¡Chile es Chile! Me recordó cuando visité ese país como delegado estudiantil a un Congreso de Estudiantes en la Universidad Católica de Valparaíso, luego del triunfo de Salvador Allende, pero que no había asumido todavía. Y vivo hoy el ambiente cívico de entonces, pero que la intervención golpista de Pinochet pausó esta institucionalidad… y que sobrevive a la vista de todos.
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¿Qué equilibrio está en juego en el Cono Sur del continente americano a causa de la elección de Kast? América Latina se encuentra en una fase de rearmar sus fuerzas armadas ante la conformación geopolítica del escenario mundial.
Solo señalo una probable reconfiguración: si Chile se rearma de acuerdo a los lineamientos del acercamiento a la Argentina impulsado por el eje Milei-Trump, ¿se rompería la “cercanía” de Perú a los “gauchos” forjada desde la colaboración durante la Guerra de las Malvinas? ¿Moverá a Perú a las cercanías con Brasil, ambos en pleno proceso de rearme? ¿Trastornaría la intención hegemónica de Trump con el Cono Sur de América Latina?
Y más importante, ¿se fortalecería la unidad hemisférica luego de un resultado “positivo” de las acciones antinarcóticas en el entorno caribeño contra el Cártel de los Soles?
Más especulativo aún, ¿sostendrá Brasil la posición más moderada de una izquierda socialdemócrata y la influencia del BRICS a pesar de la amenaza de Bolsonaro?
Y en el vecindario de América del Norte, ¿México será la “piedra en el zapato” de Trump, y Canadá, algo que se le parezca, pero más circunspecta?
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