La complementariedad industrial, cuestiones raciales, históricas, culturales y hasta religiosas provocaban que, aunque independientes, Rusia y Ucrania mantuvieran una relación muy estrecha. Gran parte de la industria pesada soviética estaba instalada en el este de Ucrania, incluso del armamento nuclear. Kiev había sido capital de Rusia antes que de Ucrania. La Península de Crimea había pertenecido a Rusia en los últimos siglos, o bien había sido una república soviética más.

Pero en 1954 el presidente soviético Nikita Jruchov (o Kruchev), se la cedió cariñosamente a Ucrania como quien le da un regalo a su esposa. Al final, ¿qué importancia tenía en aquel momento? Seguía siendo parte del mismo país, la URSS, Kruchev era presidente de la Unión, por lo que gobernaba tanto en Ucrania como en Rusia.  Ubicándonos en nuestro país, que se disponga que tal municipio pase a ser parte de tal provincia en vez de otra, puede agradar a los habitantes de una o desagradar a los de la otra, pero sigue siendo parte del mismo país, y al presidente dominicano le es indiferente, pues él gobierna ambas provincias.

Crimea quedó en poder de Ucrania al desaparecer la Unión Soviética. Esto tampoco era mayor problema para Rusia, dado el vínculo tan estrecho en todos los aspectos que históricamente mantuvieron ambos países, fuera de amistad o de subordinación.

El problema surge cuando Estados Unidos promueve el movimiento conocido como Euromaidán y provoca el golpe de Estado de Ucrania para imponer un gobierno antiruso y prooccidental, el cual, además, se plantea su incorporación a la OTAN, comienza a perseguir a la población de la región este, de etnia e idioma ruso y estrechos vínculos con ese país, lo que desencadena una guerra civil en el Dombás. Rusia interviene para proteger a esa población y recuperar Crimea.

El resto de la historia es bien conocido; Rusia es el agresor, y eso es injustificable, pero hubo un provocador, lo que lo hace explicable. La etapa más reciente es la guerra actual, que tendrá que terminar en algún acuerdo, implicando redefinición de fronteras, en que lo único seguro es que Rusia no devuelve Crimea, a menos que fuera vergonzosamente derrotada por Occidente, lo cual no está a la vista.

Hasta ahora, la estrepitosa caída de la economía rusa que se anticipaba no ha tenido lugar; Putin sigue firme, y la guerra no ha terminado debido al empecinamiento de los Estados Unidos por debilitar el ejército ruso, y a que Rusia entiende que el tiempo es su aliado, ya que Ucrania, aún con el apoyo occidental, no puede resistir mucho tiempo.

Aun con todos estos condicionantes, a poco tiempo del comienzo, en abril del 2022, estuvo a punto de firmarse un acuerdo de paz, lo que no llegó a ocurrir por la oposición norteamericana.

El acuerdo, negociado con la mediación de Bielorrusia y Turquía, proporcionaba a los ucranianos garantías de seguridad, con la condición de mantener su neutralidad permanente y no permitir la presencia de tropas extranjeras en su territorio, aunque podría unirse económicamente a la Unión Europea. El encargado de transmitir a Kiev la instrucción de que no firmara, con la esperanza de seguir debilitando a Rusia, fue el primer ministro británico, Boris Johnson, “en nombre del mundo anglosajón”, que provocó una prolongación indefinida del conflicto, aún al costo de desangrar la juventud rusa y, sobre todo, ucraniana.

En 2023, Davyd Arakhamia, parlamentario ucraniano y alto dirigente del partido de Zelensky, que encabezó el equipo negociador, responsabilizó a Johnson del resultado.  “Cuando regresamos de Estambul”, dijo, “Boris Johnson vino a Kiev y dijo que no firmaremos nada en absoluto con [los rusos] y que sigamos luchando” (Samuel Charap y Segey Radchenco, Las conversaciones que podrían haber puesto fin a la guerra en Ucrania, Una historia oculta de diplomacia que no dio los resultados esperados, pero que ofrece lecciones para futuras negociaciones) Foreign Affairs, 16 de abril de 2024. https://www.foreignaffairs.com/ukraine/talks-could-have-ended-war

La penetración reciente del ejército ucraniano al territorio ruso, en Kursk, es obvio que difícilmente la habría conseguido sin la inteligencia y el armamento de la OTAN, pero la facilidad y rapidez con que ha tenido lugar da pie a pensamientos como que puede ser parte de un acuerdo tácito para intercambio de territorios con miras a una potencial posición negociadora. Esperamos que termine lo antes posible.

En párrafos anteriores decía que puede no ser un buen consejo pretender humillar a Rusia; ahora digo que puede no ser un buen consejo pretender humillar a Alemania. La política de los EUA y el servilismo de los líderes germanos están desvertebrando la economía y la convivencia de ese país. La historia nos recuerda con extremo dolor los efectos de la paz de Versalles y el futuro podría depararnos terribles sorpresas. Sobre eso seguiré escribiendo.

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