Parece claro, de la entrega anterior, que Estados Unidos no tenía interés en tener a Rusia dentro de la OTAN, sino más bien mantenerla acorralada para que no pudiera resurgir. Pero puede no ser un buen consejo pretender humillar a Rusia; en este caso, un león mal herido, aunque fuertemente armado.

Aun con la retórica de que todos los países tienen derecho a afiliarse a la alianza militar de su preferencia, hay determinadas condicionalidades derivadas de la geografía, la economía y las raíces históricas que no conviene olvidar; y Rusia tiene sobradas razones para sospechar del interés occidental por llevar la OTAN a sus fronteras.

Para entender las razones del por qué es tan vital para Rusia evitar ser rodeada por ejércitos hostiles, como es el caso de la OTAN, hay que aclarar que Rusia tiene tres grandes condicionalidades derivadas de su geografía:

  1. La primera es que, al igual que Polonia y otros países europeos, no contiene fronteras naturales. El que quiera puede entrar a pie, a caballo o en vehículos blindados sin encontrar una montaña, un mar, océano, rio u otra barrera natural que se lo impida. Pero pocos se atreven por temor a ese poderoso ejército, a menos que lo encuentre desprevenido como ha ocurrido recientemente con la incursión de Ucrania en Kursk.
  2. La segunda es que Rusia es un enorme país, cuyo territorio continental contiene impresionantes riquezas naturales, tierras fértiles, recursos minerales, fuentes de energía viejas y nuevas, razón por la cual a lo largo de la historia ha sido la envidia de cuantos imperios occidentales han existido.
  3. La tercera condicionalidad es que, a pesar de su extenso territorio, Rusia está rodeada de tierra casi por todas partes y de hielo por el norte. Es decir, para dar salida a su ejército o a sus mercancías tiene que atravesar otros países por casi cualquier parte, excepto en los meses de verano cuando el Polo Norte se deshiela. Y excepto en el lejano Pacífico, la única salida al mar segura todo el año para su flota comercial o militar consiste en el Mar Negro, y eso implica la buena voluntad de los países limítrofes, particularmente Ucrania, Georgia y Turquía.

De estas tres condicionalidades, la primera explica por qué ha resultado tan fácil para Ucrania ahora penetrar a una amplia zona de Rusia, siempre que encuentre desapercibido al ejército. Esto, que sorprendió a tanta gente, puede ser interpretado como signo de debilidad militar de Rusia, y una acción entendible y justificable en compensación a lo que le ha hecho por otro lado a Ucrania.

La segunda de dichas condicionalidades, esto es, el impresionante acervo de recursos del suelo y el subsuelo ruso, provoca que el territorio de Rusia haya sido apetecido por todas las grandes potencias occidentales, conduciendo a invasiones sangrientas de las cuales, las más frescas en la memoria han sido las de Francia napoleónica y Alemania nazi. Todas han salido derrotadas.

Curiosamente, a inicios de la década de 1990, tras la caída del imperio soviético y la unificación de Alemania, circuló a manera de chiste en este último país un cuento. Se decía que un alemán entró en un largo coma y no se despertó hasta 20 años después. La primera reacción al adquirir consciencia fue comprar un periódico para ver qué cambios había en el mundo mientras él estuvo dormido, y el primer titular que lee es el siguiente: continúan los disturbios en la frontera germano-china, señal de que Rusia ya habría desaparecido.

Aunque chiste, no deja de ser reflejo de la psiquis occidental capaz de meter miedo a cualquier ruso. Eso no pasó de ser un chiste en los primeros decenios después de 1990; Alemania mantuvo una buena relación económica y diplomática con Rusia, beneficiosa para ambos y, además, adoptó una posición pacifista sin la fuerza militar que pudiera infundir temor, pero ¿y Estados Unidos?

El nuevo imperio occidental, por lo demás, profundamente agresivo, no tiene fronteras terrestres que pudieran hacer pensar en expansión geográfica hacia el territorio de Rusia, pero eso tampoco indica que le sea indiferente. Es conocido que una línea de su política exterior siempre ha sido dividir la Federación Rusa en múltiples repúblicas más pequeñas con las cuales pueda negociar separadamente para extraer sus beneficios. Eso pasa por debilitarla militarmente y aislarla en términos geopolíticos.

La tercera condicionalidad hace que para Rusia mantener a Ucrania fuera de la OTAN sea una cuestión de vida o muerte. ¿Qué gran potencia militar permitiría tranquilamente que otra potencia que le adversa coloque misiles a escasos kilómetros de su capital, pero, sobre todo, que le cierre la salida a mares cálidos a su flota marítima, tanto comercial como militar?

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