La resistencia contra la ocupación militar estadounidense de 1916 constituye una de las gestas patrióticas más importantes de nuestra historia nacional. Ciertamente, se trata de una invasión enmarcada en la relación de sumisión que desarrollaron las élites latinoamericanas y particularmente caribeñas (Cuba, Panamá, República Dominicana, Haití, Nicaragua, Honduras, México) las cuales sufrieron intervenciones directas o indirectas con el nuevo imperio que implementó la doctrina Monroe (América para los americanos) desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En continuidad con la restauración, en el plano militar, en la resistencia a la ocupación se destacaron los sectores populares, particularmente en el Este del país. Durante este período se arraigó el sentimiento antiimperialista criollo, fuente de inspiración para el pensamiento y la acción de Manolo y Minerva, líderes fundadores del 1J4.

De allí que el periódico El 1J4 del 9 de agosto de 1962 resalte la figura de Fabio Fiallo, un verdadero intelectual que supo conjugar su rol de poeta y periodista en un combate frontal contra los abusos atropellos que sufría nuestro pueblo. A partir de lo que se establece en el artículo, las élites y los líderes militares se entregaron sin honra ni dignidad al ocupante, en virtud del carácter entreguista que siempre manifestaron. Ante ese panorama, la defensa de la soberanía nacional recayó sobre el pueblo, principalmente campesinos, trabajadores y jóvenes patriotas. No obstante, también brillaron en esa tarea, periodistas e intelectuales de la talla de Américo Lugo, Regalado o Luis C. del Castillo, entre otros, quienes no dudaron en poner su pluma al servicio de la patria.

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Fabio Fiallo, preso por los soldados de EE.UU.

Entre esos intelectuales, estuvo Fabio Fiallo quien formó parte de esa pléyade, disparando sus consignas y versos desde las páginas de Las Noticias, razón por lo que fue encarcelado. Desde su celda en la Torre del Homenaje escribió Cantares de la prisión donde nos muestra su profundo amor por el pueblo dominicano, recogiendo en sus costumbres y tradiciones, los tejidos suficientes para vestirse de esperanza. Por tal motivo, el traje a raya o “pambiche” con que lo encarcelaron para humillarlo no pudo doblegar su espíritu, aunque la imagen de su presidio quedó grabada en la historia sirviendo mejor que cualquier discurso a la causa dominicana. De allí que la dignidad que hoy evoca su nombre y figura haya permanecido en el tiempo, señalándonos el camino antiimperialista que recorre el ideario de Liberación Nacional que sostuvo el Movimiento Revolucionario 14 de Junio.

Las garras del imperialismo se clavaron en poeta patriota

“Librémonos de los yanquis” Clama en Torre del Homenaje

El águila voraz del imperialismo yanqui posó sus garras sobre Quisqueya en 1916. El hecho, tan insólito como desgarrador, conmovió las entrañas de la Patria. Nuestros caciques lejos de ofrecer la palpable demostración de su patriotismo entregaron sin honores sus armas y la bandera de la República. La vida para ellos era solo pelea por el poder público, para luego repartir las canonjías y las prebendas entre sus amigos, fervorosos e incondicionales.

Fue el pueblo, los de abajo, los que se enfrentaron decididamente al imperialismo que nos sometía a su bota vandálica. La intelectualidad tampoco desmayó en la lucha. Y se irguió altiva, gallarda y orgullosa, consciente de su destino histórico y de su alta misión patriótica. Poetas, escritores, periodistas, juristas no supieron comportarse con altura ciudadana con el momento trágico que vivimos. Claro que hubo excepciones.

Sin embargo, la mayoría de nuestra intelectualidad planteó lo único que tenía y lo único que podía ofrecer, frente a la voracidad imperialista; su pluma y su patriotismo. Y así lo hizo con decoro, con honor, con sacrificio.

La torre del Homenaje recibió en sus tenebrosas paredes los huesos de nuestros intelectuales. Los caminos vieron patriotas antiimperialistas con sus trajes de prisioneros, de grandes rayas horizontales, trabajar en penosas labores. Américo Lugo, Regalado, Luis C. del Castillo y numerosos patriotas y más recibieron la mordida infamante de los grilletes.

Un caso que despertó la conciencia americana y que la conmovió fue el del poeta, escritor y periodista Fabio Fiallo.

Fabio Fiallo escribía en Las Noticias sus artículos ardorosos de patriotismo y luminosos de fe en el destino de la República. Su dominicanidad es de imperialismo quedaron vibrantes en las páginas de Las Noticias.

Las garras del imperialismo en 1916

Lucha antiimperialista

A pesar de la censura de los yanquis que hoy hollaban a la patria de Duarte, Fabio Fiallo se entregó sin reservas en su lucha antiimperialista. Su verbo libró duras e incisivas lanzas contra el águila norteña. Y su noble lucha lo llevó en 1920 ante una Corte Militar, inculpado del delito de imprenta. Fue condenado a un año de prisión y $1500 de multa. El preboste -odioso instrumento de la farsa judicial- se ensañó contra el poeta. El preboste era un juez militar que condenaba a los patriotas en los casos que a su juicio había falta o un delito que en alguna forma colidía con los propósitos y fines de la ocupación. El pueblo no sabía en qué ley se basaba el todopoderoso preboste. La justicia prebostal no creía en la libertad individual. El preboste solo conocía la dignidad de los yanquis. Horca y cuchillo en manos del juez yanqui.

Llevado a la Torre del Homenaje, Fabio Fiallo fue vestido con el traje a rayas, comúnmente llamado “de gato” o “pambiche”. Su foto -con tan humillante vestimenta- recorrió América y habló a las claras de las “bondades” del civilizado imperialismo yanqui.

Refiriéndose al caso del poeta, el escritor norteamericano Melvin M. Knight decía: “El asunto Fabio Fiallo fue el caso Edith Cavell de la América. Para los americanos del Norte, “el poeta patriota” no era más que un título poco llamativo en las columnas de sus periódicos, esta causa de 1920 hizo tan odioso y repugnante el nombre de los yanquis en los dos hemisferios latinos, como no podía serlo más”.

“Aunque más conocido como poeta y hombre de letras, Fabio Fiallo también había conocido la vida pública, habiendo ocupado los cargos de secretario de Estado y Gobernador de Provincia. Él es uno de esos hombres de tan selecta distinción espiritual como rara vez se ven y a quienes esa misma distinción sirveles de gran impedimento en la vida. Una simple ojeada sobre su retrato con el traje a rayas del presidio que circuló por toda la América Latina y por Europa hizo más en favor de la causa dominicana y contra el Gobierno Militar que todo lo que hubieran podido hacer o deshacer un millón de palabras bien escogidas”.

The Nation, de New York se expresa así en torno al caso: "La prisión de Fabio Fiallo hizo más por la causa dominicana que ningún otro asunto”.

Cantares de la prisión

Pero la brutalidad yanqui no pudo despojar a Fabio fiallo de su exquisita vena poética y allí, en la Torre del Homenaje, el poeta escribió Cantares de la prisión:

“Tristecita patria mía”, decía Fabio Fiallo. “Puesta en la Cruz del dolor, tus lágrimas son mis lágrimas, tu afición es mi aflicción. Y los hierros de tu cuello, los llevo en mi corazón”.

El temple del poeta y sus versos tiernos revelan la estrofa de Cantares de la prisión, en la cual Fiallo expresa:

“Virgencita de Quisqueya,
qué ayer, al verme pasar
con mi traje de pambiche,
te pusiste a llorar…
No llores, y di a tu hermano
que me venga a acompañar”.

“No me importa, camarada,
la causa de la prisión;
si robaste o diste muerte,
esa es tu cuenta con Dios.
A mí sólo me importa
que no seas un traidor”.

El pambiche no me importa, ni me importa la prisión, lo que me importa es la patria puesta en la cruz del dolor. ¡Oh, Virgen de la Altagracia, la chiquitica de Higüey de la garra yanqui líbranos por siempre jamás, ¡amén!

Fabio Fiallo perdurará en nuestra historia, no solo como el hombre galante, el poeta ilustre, el escritor sincero, el periodista combativo, sino también como uno de los patriotas de más definida lucha antiimperialista. Imitemos su ejemplo en esta hora decisiva en la historia dominicana. Nadie puede dejarse arrastrar por el dogma de la oligarquía de que el pueblo humilde debe practicar la política de la política del “apoliticismo”.

El imperialismo yanqui está hoy más presente que nunca, se hace más sanguinario y cruel porque se está dando cuenta que ha perdido el control del mecanismo político.

Recordemos a Fabio Fiallo en esa lucha de Liberación Nacional que se ha impuesto al pueblo.

EN ESTA NOTA

Centro de Estudios Histórico Sociales 14 de Junio

Centro de Estudios

El Centro de Estudios Histórico-Sociales 14 de Junio, adscrito al Museo de la Dignidad de la República Dominicana.

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