La República Dominicana se mantiene atenta al curso que sigue la investigación sobre la desaparición de la turista Sudiksha Konanki, en una de las playas del país. Este hecho ha provocado una conmoción en diferentes sectores de la sociedad dominicana. La investigación de este caso está siendo objeto de un seguimiento especial en las redes sociales, así como en diferentes medios informativos de los Estados Unidos, de donde procede la desaparecida, y de otros países. Su juventud y la finalización de un período vacacional en tales circunstancias, producen más inquietud.

Pero, a las preocupaciones que genera la desaparición de la turista Konanki se unen otras, en el país, que esperan respuesta de la justicia. Esta demanda se observa en los reclamos, que con mayor periodicidad, realizan las familias que tienen miembros desaparecidos. No tienen información de ellos; y la búsqueda se acorta, quedando estas familias a expensas de sus propias fuerzas. Se ha de afirmar, también, que las autoridades, han respondido con efectividad a problemas de desapariciones. La convulsión que este fenómeno genera en las familias y en la sociedad desafía a las autoridades judiciales.

Los desafíos que tienen las autoridades del campo de la justicia los urgen a buscar soluciones prontas a la seguridad ciudadana. Mientras se presentan estadísticas que dan cuentas de avance en seguridad y control del crimen organizado, hay desapariciones irresueltas. Parecería que los representantes de la justicia deben fortalecer la coordinación entre sus instancias. Si planifican y organizan de forma conjunta sus acciones, la búsqueda de los desaparecidos podría tener resultados más efectivos. La acción de las autoridades ha de incidir en la colaboración de las familias para que presten mayor atención a sus familiares enfermos.

Las desapariciones no sólo están vinculadas a hechos criminales; se relacionan, también, con personas depresivas, con sujetos afectados por el Alzheimer y otras dolencias. Su estado se vuelve tan vulnerable, que los lleva al abandono de su entorno inmediato. Esta situación pone en evidencia la importancia de la educación de las familias. Esta dimensión educativa se convierte en un eje sustantivo para garantizar mayor atención y sensibilidad ante las desapariciones en estado de crisis de salud. En este sentido, otro de los desafíos de las autoridades judiciales es establecer un período más igualitario para la búsqueda de los desaparecidos. Reconocemos que lo procesos y acciones demandados por las desapariciones implican costos altos al Estado. Pero es una inversión  necesaria.

Otro desafío importante es el establecimiento de alianzas estratégicas con entidades nacionales e internacionales. El caso de la joven Konanki está apoyado con una alianza que favorece una búsqueda con más eficiencia y direccionalidad. Los gobiernos han de proporcionarles a la justicia los recursos necesarios para realizar un trabajo inteligente y efectivo. De ser así, se podrían resolver casos que todavía laceran a las familias dominicanas. La organización de familias afectadas por esta problemática lamenta investigaciones rápidas e inconclusas solo en algunos casos. Las situaciones de las personas no deben quedar en el aire, en un país donde los gobiernos invierten tanto en asuntos que magnifican sus imágenes y obras. Se ha de pensar más y mejor en lo que afecta a la gente.

La sociedad espera que la actual Procuradora, Yeni Berenice, revise las políticas de la justicia con respecto a las desapariciones. Es de alto interés esta tarea, para que las familias afectadas recuperen la paz y la credibilidad en la justicia. Se ha de borrar la imagen de que las búsquedas se realizan con criterios desiguales. Mientras más vulnerabilidad económica y social muestra la familia, menos despliegue de esfuerzos en la justicia; tiempo de búsqueda reducido y elevada desinformación. Los avances científicos y tecnológicos tienen que llegar al sistema de justicia de la República Dominicana. Los avances en estos aspectos requieren más inversión y empuje.

La justicia del país ha de fortalecer la formación especializada de su personal. Si avanza en esta dirección, su trabajo en la solución de los casos de desapariciones presentará resultados más efectivos y en tiempos más cortos. Con formación consistente y recursos suficientes y actualizados, las desapariciones dejarán de incrementarse. De igual modo, llevarán la armonía al seno de familias devastadas por la búsqueda incesante de sus familiares, sin información ni apoyo. La justicia dominicana tiene muchas tareas; la que se aborda en este artículo es crucial. Está en juego la paz social. Confiamos en que rasgos distintitos del país como la hospitalidad, su ambiente pacífico y su sentido humano, sean objeto de cuidado, de las autoridades y de los ciudadanos.

Dinorah García Romero

Educadora

Investigadora del Centro Cultural Poveda - Directora  del Proyecto: Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda. - Titular de Formación continuada en el Centro Cultural Poveda. - Docente del  Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales,  Universidad de Valencia-Universidad Autónoma de Santo Domingo. - Co-Directora de Tesis en el Programa de Doctorado en Educación, Universidad de Valencia-Universidad-Autónoma de Santo Domingo.  

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