Era 26 febrero de 2025 cuando el actor estadounidense ganador de dos óscars, Eugene Allen Hackman (Gene) 95 años, su pareja, la pianista clásica Betsy Arakawa, 65 años, y uno de sus perros, raza pastor alemán, fueron hallados sin vida en su residencia de Sunset Trail, Santa Fe, Nuevo México. Los cadáveres no presentaban signos de heridas de balas ni de ningún otro tipo.

El hallazgo ocurrió cerca de la 1:45 de la tarde del miércoles en distintos espacios de la casa. Él, en una habitación contigua a la cocina; ella, en uno de los baños, en descomposición y momificación en manos y pies, y pastillas desperdigadas en el piso.

El alguacil del condado Adán Mendoza informó sobre el caso cerca de la medianoche y adelantó que no se cree que haya producido algún delito. La policía dijo luego que las circunstancias y el tiempo transcurrido hasta que los cuerpos aparecieran inertes son suficientemente sospechosos como para ameritar una investigación más exhaustiva.

https://www.bbc.com/mundo/articles/c23440421.

Sin embargo, no bien ocurría el hallazgo, con los estudios patológico-forenses en curso, en la radio y la televisión nuestra, distante 3,500 kilómetros, hubo afirmaciones determinantes sobre la causa real de muerte del legendario actor intérprete de unos 100 papeles, incluido el de supervillano Lex Luthor en los filmes de superman protagonizados por Christopher Reeve, décadas 70 y 80.

Un comentarista sabelotodo, el Sherlock Holmes criollo, requeté aseguró que se trató de un suicidio acordado. Explicó que ella le dio a tomar las pastillas a él, luego ella las tomó y el perro siguió con la tarea, consumiendo de las que estaban desparramadas. Otros en el coro mediático afirmaron que tales artistas habían sido víctimas de alguna mafia. Sazón para el tema hubo hasta la exasperación.

El 11 de marzo reciente, con resultados de la investigación de los patólogos forenses, las autoridades informaron que Hackman y Arakawa murieron de manera natural.

Ella, una semana antes que él, 11 de febrero; él, el 18. Él por problemas cardiovasculares. “Él no fue totalmente consciente de ello por su avanzado alzhéimer”, dijeron. Ella por un síndrome pulmonar causado por hantavirus (de ratones de campo) que confundió con estado gripal. Sobre el deceso del perro, un veterinario lo atribuyó a sed y hambre.

UNA PRIMAVERA FATAL

Aun no se enfría la espectacularización o farandulización del caso Hackman-Arakawa, cuando por estos lares se aventuran resultados a priori sobre el extravío o paradero desconocido desde el 6 de marzo de 2025 de la turista india naturalizada estadounidense, estudiante de medicina de la universidad de Pittsburg, Sudiksha Konanki, 20 años, huésped de uno de los hoteles Riu República-Punta Cana, al este de la capital dominicana. Registra residencia con su familia en Loudon, Virginia, Estados Unidos.

Había llegado al país el 3 de marzo con otras compañeras de estudios para disfrutar sus vacaciones de primavera. El día 6, a las 4:15 de la madrugada, asistió a la playa junto a un grupo (cinco mujeres y dos estadounidenses conocidos en el lugar), tras una jornada de tragos en el vestíbulo del establecimiento turístico.

Los vídeos de las cámaras de vigilancia captaron a cinco mujeres y un hombre regresando al hotel a las 4:55 a. m. Konanki quedó con uno de los jóvenes, identificado luego como Joshua Steven Riibe, quien se ve regresando solo, descalzo y sin camisa, cerca de las diez de la mañana.

Autoridades dominicanas, indias y estadounidenses, incluido el FBI, investigan. Un operativo de búsqueda por aire, mar y tierra sin precedentes en la República Dominicana se ha desplegado sin resultados concluyentes hasta ahora.

El presidente Luis Abinader ha declarado que investigan el hecho como un accidente y destaca el operativo en el mar. La nueva procuradora general Yeny Berenice Reynoso ha advertido que investigan “más allá de un posible hecho accidental”. El ministro de Turismo, David Collado, luego de un desesperante silencio, ha escrito en X que es necesaria la calma y esperar los resultados. Cada uno de los líderes de los grupos que intervienen en la exploración del área, sin embargo, ha servido a los medios de comunicación versiones distintas, descontextualizadas y extemporáneas. En sus discursos se refieren a olas bravas, arrecifes peligrosos, corrientes marinas, cuándo flotan los cadáveres, de peces que se alimentan de vísceras…

El protagonismo evidencia ancestrales debilidades de la comunicación gubernamental que contribuyen a construir un mar de polisemia y tsunamis de desinformación: actitud reactiva en vez de proactiva, comunicación como simple servicio de prensa en vez de proceso holístico, multiplicidad de voceros, comunicación negativa, silencios no tácticos. El complejo hotelero ha lucido igual de pobre en términos comunicacionales.

Y, en medio de la gran incertidumbre, el Sherlock Holmes  de la TV y la radio dominicana de estos tiempos, ha sentenciado ya que esa muchacha “se ahogó, y ese muchacho, el gringo Joshua Steven Ribe, es inocente”. La plaga corea acríticamente.

Como se ha mal administrado la comunicación en torno al caso, casi seguro que la sociedad dude mucho sobre la veracidad de un informe final de las autoridades, aunque esté revestido de todo el rigor científico.

Se ha instalado una leyenda urbana similar a la de la pareja Hackman-Arakawa, reciente, y de la empobrecida niña Carla Massiel Cabrera, 10 años, motu proprio, en 2015 raptada, violada y asesinada por dos jóvenes delincuentes, pero usada por la “viveza criolla” para montar un falso relato sobre tráfico de órganos y así sacar provecho económico y político.

Quienes fuimos reporteros de salud en los duros años 90 del siglo XX aprendimos del inquieto maestro de la Patología Forense Sergio Sarita Valdez que debemos esperar la determinación de la causa real de muerte, determinada por los estudios histológicos y factores contextuales en que se ha producido el deceso, en el entendido de que –como ha sostenido- “los muertos hablan”.

En 1985, Sarita Valdez y sus pares Yamil Salomón e Iván Brugal, los dos primeros patólogos forenses y el segundo patólogo, determinaron la manera de muerte de Héctor Méndez, 32 años, presidente de la Asociación de Bancos de Cambio de Santo Domingo.

Había sido raptado la noche del viernes 4 de enero al desmontarse de su Mercedes Benz rojo, en el edificio 125 de la calle Francia, sector Gascue, Distrito Nacional, y su cadáver encontrado en estado de putrefacción dos días después en unos matorrales del barrio Los Frailes, Santo Domingo Este.

El médico legista actuante en el levantamiento del cuerpo sin vida certificó fallecimiento por trauma contuso craneal. Desde los corrillos políticos acusaban al gobierno de Salvador Jorge Blanco (1982-1986) de la autoría intelectual del crimen por considerarle con capacidad de manipular del mercado de divisas.

El Ministerio Público ordenó la exhumación de los restos de un nicho en el cementerio de la avenida Máximo Gómez de Santo Domingo, y solicitó a la Asociación Médica Dominicana el apoyo de un equipo de patólogos-forenses. El cadáver fue llevado al hospital universitario Salvador B. Gautier.

Según el resultado determinado por Sarita Valdez, Salomón y Brugal, Méndez murió a causa del impacto de dos proyectiles de arma fuego tipo pistola 45, que fueron recuperados en la cara y el cráneo, respectivamente, muy lejos de lo informado por el legista.

Sarita Valdez ha escrito que con ese hecho se inició la “era de las autopsias” y llevó al presidente Joaquín Balaguer a crear en 1988 el Instituto Nacional de Patología Forense. En la actualidad, el centro lleva el nombre de su principal propulsor y creador de la residencia de Patología Forense de la UASD.

LLOVIENDO SOBRE MOJADO

En cuanto a la turista india extraviada, en el supuesto de que apareciera su cadáver en el mar, no debería llevar a un periodista profesional y ético a afirmar que murió ahogada.

No es aval suficiente el relato polisémico del joven Joshua y las amigas de ella, ni la narrativa de pescadores del área y socorristas de la Defensa Civil, ni la cadena de versiones oficiales, ni las especulaciones de actores mediáticos buscadores de likes, vistas, dinero y fama.

Solo suponga que previamente ella fue ahorcada, o se desvaneció por alguna droga, o recibió un tiro en la sien y tirada al mar… Entonces no se ahogó. Lo único objetivo sería la muerte. La manera como falleció la determinaría el experto. No es una novela de ficción, no es leyenda urbana para alborotar las emociones e inutilizar la razón de los públicos, la moda criminal de estos días.

MISIÓN CUMPLIDA

Durante mis años de docencia en las aulas de la carrera de Comunicación Social en la UASD (30 sin sabático) y un tantito en la Pucamaima, repetí sin cesar a futuros periodistas y relacionistas que un médico, por negligencia o ignorancia, puede provocar la muerte de un paciente y con ello dañar a la familia en términos emocionales y hasta económicos, además de arrancarle una persona productiva a la sociedad. Eso sucede a menudo y es reprochable.

Pero les enfatizaba que un periodista o allegado a los instrumentos de difusión de información, con la mentira daña la sociedad; por tanto, debería ser tildado de criminal como cualquier otro.

Por eso les invitaba a ser empáticos, ponerse en el lugar del lector, oyente, televidente o lecto-autor (usuario del ciberespacio) a la hora de escribir y verbalizar en medios de comunicación, tradicionales y nuevos. Pensarse desde la ética y evitar hacer otros aquello que no les gustaría para los suyos: madres, padres, hermanos, hijos…

Les remarcaba que los embarres al buen nombre y a la intimidad de las personas, así como la transgresión del derecho de la sociedad a ser informada oportunamente y con veracidad, no se limpian con arrepentimientos, ni pedideras de excusas. Tampoco con las conciliaciones o las sentencias en tribunales por difamación e injuria. Son permanentes.

Como sigo activo en los medios de comunicación, sin parar desde 1988, al semantizar practico lo que tanto discurseé en la academia, por coherencia, respeto a los públicos y por la salud de la sociedad. No soy un mercader.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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