Pasiones a un lado y cada quien desde su bando u opinión sobre el nacionalismo y la defensa de la patria, toca reconocer y saludar las medidas anunciadas por el presidente Luis Abinader el pasado domingo, sobre la puesta en marcha de un plan para garantizar el respeto a las leyes, proteger la soberanía y recuperar el control migratorio.
Con el solo hecho de pronunciarse y dirigirse a la nación movida por la misma preocupación, ya de por sí es un paso de avance; reconocer que existe una situación migratoria, a pesar de que desde hace dos años se ha cerrado el paso por la frontera, me parece una gran cosa; y asumir una postura de defensa, con las medidas anunciadas, merece el apoyo de los dominicanos y un voto de confianza en el Gobierno.
Se incrementa la presencia militar en la frontera y se anunció la licitación de 13 kilómetros adicionales del muro, que por primera vez se ha levantado, que se construye en la frontera como una forma de garantizar más seguridad y evitar que bandas haitianas crucen a territorio dominicano.
Se habló de endurecimiento legal, y esta medida aborda por primera vez una problemática que trasciende el Gobierno y las autoridades, para velar por el cumplimiento de las leyes, cuando se trata hasta de algo tan sencillo, pero tan determinante, como un alquiler.
La atención y el costo del servicio de salud a extranjeros ilegales, si se implementan las medidas anunciadas, habremos avanzado en un problema histórico y un drama humano que nos ha hecho sombra todo el tiempo.
Se impondrá orden en el famoso mercado binacional, que si bien representa una oportunidad comercial para ambas naciones, se sabe que necesita de un orden.
La dominicanización de los empleos, es otro paso que saludo y una forma de hacer frente, al tiempo de reconocer una realidad que no se puede ocultar, a través de un incremento salarial y con ello, dignificar las labores en el sector construcción y turismo, principalmente.
Más allá de los intereses y la solidaridad, es evidente que se necesita establecer límites y reglas que no pongan en juego la soberanía y la seguridad de la nación. Sobre todo porque, a pesar de que siempre hemos sido, y seguiremos siendo, los vecinos más cercanos, para el caos y el desorden que impera en Haití, la solución no se encuentra en suelo dominicano.
De manera personal, me gustó la determinación, la firmeza y la empatía con la que habló el presidente. Creo que tanto aquellos que se preocupan por la nación, que les inquieta la seguridad de la patria, como aquellos que también pensamos y nos ocupan los derechos humanos, el trato digno y el respeto cuando se trata del drama humano que se da en las deportaciones, encontramos respuestas genuinas en su discurso.
Saludo las medidas, puedo afirmar que me sentí representada, cuidada y con mi fe puesta en que el anuncio encuentre apoyo no solo de los ciudadanos, sino de todos. Que no dejen solo al presidente en este intento por poner en marcha un plan que desde las palabras, a mí me parece tan firme, como justo.
Nos toca seguir siendo solidarios, pero sin dejar el cuero en el intento ni perder el control de nuestra propia casa, que a fin de cuentas, mar como mar, esta patria con sus luces y sus sombras, es la nuestra, la única que tenemos.
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