Ya ha consolidado su autoridad. Sí, tiene una voz propia sin andamiajes vanos. Su voz trasciende, conecta pensamiento y acción. No simula. Es libertaria, en libertad y de libertad. No rehúsa compromiso político, sino que lo afirma y reafirma. No promete quimeras. Da realidades concretas. Es una constancia de que ofrece y da su corazón, su humano corazón, entregado por la verdad, para la verdad, y por la verdad.
La verdad, o, la razón es no rehusar asumir el momento histórico que le corresponde.
Es Carolina (y lo saben sus opositores) mujer de convicciones. No una ficticia criatura creada por 'encuestas', ni un híbrido experimento 'cuasi' político de oportunistas.
«Ciudadana Carolina». Es así. Es de la «Ciudadana» de quien me expreso, porque para ser Presidenta de la República, no basta solo con ser biológicamente mujer. Hay que ser «ciudadana», un ser político, una dirigente política con arraigo, no un simple sujeto que no trasciende la esfera de la ingenuidad de los sueños, o, el soñar desde privilegios relativos o relativizados por el poder.
La «causa» (sí, la causa), el empuje de una causa se construye enfrentando los desafíos, no con los encajes de un irrisorio 'deseo' desventajado y apresurado desde la inmediatez.
La «causa» se desentraña día a día, en período de aridez y en período de esperanza.
'Decir': —Quiero ser Presidenta no es una novela rosa de aventura subliminal.
Afirmar: — «Habrá una Presidenta» es un acto de valentía asumido de frente, y porque lo será. Es darle vida a la lucha «a través de la palabra.»
¿Cómo se lucha «a través de la palabra»?
Carolina lo ha asumido:
—Desde la voz, haciéndola resonante, atrayente, seduciendo colectivamente.
Es la voz el instrumento más potente para la seducción colectiva.
¿Será que desde hoy se ha iniciado la provocación femenil en la política nacional (dirán los opinantes) o un juego de naipes donde hay que vencer a una 'dama negra' que es, a final de cuentas, la misma 'dama de picas'?
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