Los que estudiamos en las últimas décadas del siglo pasado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la recordamos por las grandes protestas, quema de gomas, barricadas, lanzamiento de piedras, confrontaciones con la policía, intervenciones policiales, enfrentamientos entre grupos estudiantiles, paralización de las actividades, con repercusión en su entorno, e incluso movilizaciones de impacto nacional.

La UASD ha sido objeto de críticas y ataques permanentes por sus largas y reiteradas suspensiones de docencia, pero también por su protagonismo en las luchas sociales, encabezando los movimientos en defensa de los derechos democráticos y el avance del pensamiento crítico en el país, al punto, de haber aportado grandes mártires por la causa nacional.  Por encima de todos los males citados, la UASD ha sido un pilar en la formación de profesionales, de todas las ramas del saber y múltiples especialidades.

La Universidad Santo Tomás de Aquino, actual Universidad Autónoma de Santo Domingo fue aprobada y fundada por la bula In Apostulatus Culmine del Papa Paulo III en 1538 en la Hispaniola, concediéndole los mismos privilegios que a la Universidad de Alcalá de Henares en España, cuya fundación data del año 1499, por el Cardenal Cisneros, bajo la aprobación del Rey Sancho lV.

Es el primer Centro de estudios superiores del Continente Americano, instrumento, que sirvió como modelo para la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Perú, en el 1551, al igual que la Universidad de México en ese mismo año. Hay que destacar que, entre los principales legados del Reyno Español al nuevo continente, fueron estos Centros, en interés de difundir la enseñanza del derecho indiano y los principios humanistas a cargo de los dominicos.

A pesar del gran impacto de la Universidad Santo Tomas de Aquino en elevar los niveles educativos en los territorios descubiertos, sobre todo en la élite intelectual de la época, la prioridad imperial, consistía en imponer un instrumento de consolidación cultural y política de la madre patria, en las tierras conquistadas,

Sobre las altas y bajas de esta Centro de Enseñanza Superior,  se destaca, el haber sobrevivido a cadenas de amenazas en diferentes fases de su historia, como fueron los embastes, producto de la crisis del poder colonial, su merma y letargo en la llamada España Boba, factores que contribuyeron a reducir la influencia que había ejercido este centro de estudios, así como la competencia con las otras universidades en el continente.

En el 1823, Jean-Pierre Boyer, en medio de la ocupación haitiana, ordenó el cierre de la Universidad, por dos razones puntuales, primero, porque a su modo de pensar, la educación debía ser centralizada bajo un sistema común a los dos lados de la isla, provocando la paralización de la educación superior, y segundo, por el empeño de los invasores haitianos en abolir todas las instituciones coloniales españolas, como muestra de un gran resentimiento en contra del símbolo español.

Con la declaración de independencia de 1844, los nuevos líderes de la proclamada República, tenían la convicción de la importancia que revestía la reapertura de la universidad y la reinserción en la educación superior, como eje transversal de la fortaleza del Estado. Pero las constantes batallas bélicas, los gobiernos efímeros, sumado a la inestabilidad política, no permitieron concretizar el propósito.

No es hasta el 1866, que se crea “el Instituto Profesional”, para reestablecer la educación superior, lo que sirvió de precedente para el lanzamiento de proyecto USD, con el decreto del médico y piloto, Ramón Báez presidente efímero, quien había sido rector del Instituto y proclamaba el lanzamiento de la Universidad de Santo Domingo.

Esta reapertura se desinfló, entre otras cosas, por la intervención militar norteamericana de 1916 a 1924, donde la universidad tuvo que enfrentar una de las fases más difíciles de su existencia, con restricciones a la libertad académica, de este modo, la Universidad se convirtió en un foco de resistencia contra la intervención, con profesores y estudiantes que se oponían a la ocupación, como el caso de Américo Lugo, quien terminó siendo perseguido. El interés de las fuerzas de ocupación estaba enfocado en desarrollar una educación técnica para el aparato productivo según los intereses de las fuerzas ocupantes.

Luego de esta nefasta época, apenas seis años después, se impuso la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo Molina (1930-1961), mediante un régimen totalitario, sin precedentes, que se caracterizó por el control absoluto de la vida política, económica y social, con ideología dominante y propaganda, culto al dictador y un sistema temerario de espionaje y caliesaje. La universidad fue un instrumento de control, limitó la libertad académica y el pensamiento crítico, promovió el culto al jefe, encarcelando, exiliando y asesinando a profesores y estudiantes opuestos al régimen.

Con el magnicidio del tirano en 1961, la universidad se convirtió en el centro de las luchas populares y reivindicadoras en favor de la democracia, obteniendo su autonomía, con el nombre de Universidad Autónoma de Santo Domingo, convirtiéndose en el principal soporte del pensamiento progresista, siendo escenario de grandes batallas por la democracia y oposición al neo trujillismo. En la revolución del 1965 asumió un papel de vital trascendencia en la resistencia a la segunda intervención norteamericana y el retorno a la constitucionalidad.

En los primeros doce años del balaguerismo, la universidad fue botín de cruentas persecuciones y ocupaciones militares, encarcelamientos, desapariciones y ejecuciones de estudiantes y profesores, recorte de su presupuesto, infiltraciones de agentes para identificar y controlar la interioridad del recinto, no obstante, la UASD seguía siendo el epicentro de batallas permanentes.

Al día de hoy, la universidad se conserva como el principal soporte de la educación superior, a pesar de los desafíos permanentes y limitaciones presupuestaria, se erige como el centro de investigación mas importante de la República, con aperturas de centros en la mayoría de las provincias del país, para especializar e impulsar la enseñanza de acuerdo a las necesidades regionales o provinciales.

Con sus fortalezas y debilidades, la universidad lucha contra los escollos históricos, rompiendo con el clientelismo, la lentitud histórica y la burocracia excesiva. Son múltiples los proyectos implementados por elevar la calidad educativa y administrativa, por elevar las especializaciones a los fueros internacionales, por relanzar la formación docente, iniciativas en la creación de proyectos de investigación, digitalización, actualización de los programas académicos y el gran reto de insertarse en las nuevas tecnologías y programas de enseñanza a nivel de las principales universidades del mundo.

A pesar de las adversidades, la Universidad Autónoma de Santo Domingo sigue siendo el principal símbolo de conquistas sociales, el soporte en la formación de los estudiantes de clase baja y media, y el cantero de producción de profesionales que han liderado en todos los niveles de la administración pública y privada.

Nuestra Alma Mater nació para perdurar en el tiempo, hoy está más fuerte que nunca, consolidada y a la vanguardia de la educación superior en la República Dominicana.

José Miguel Vásquez García

Abogado

Egresado como Doctor en derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo Autor del libro de derecho “MANUAL SOBRE LAS ACTAS Y ACCIONES DEL ESTADO CIVIL”. Especialista en materia electoral y derecho migratorio Maestría en derecho civil y procesal civil Maestría en Relaciones Internacionales Maestría en estudios electorales Cursando el Doctorado en la Universidad del País Vasco: Sociedad Democracia Estado y Derecho. Coordinador de maestría de Derecho Migratorio y Consular en la UASD Maestro de grado actualmente en la UASD Ex consultor Jurídico de la Junta Central Electoral 2002-2007 Abogado de ejercicio. Delegado político nacional del PRD 2012-2020

Ver más