La escritura es un jardín de flores y hierbas en la que se instala una conciencia inmortal que, guste o no a otros, siempre será una tensión entre el sujeto y su época. Para mí, la escritura representa nuestras estaciones de la vida. Por tales razones, la metáfora se encuentra con las vicisitudes, los sentidos temporales y esos mensajes cosmológicos que germinan con profunda sensibilidad, mientras se tiene las manos llenas de caracolas.
El lenguaje es un medio imprescindible para los humanos poder establecer la diferencia entre los animales no humanos y animales humanos. La creación no es una figura decorativa para la vida. Lo creativo es la esencia de la naturaleza y una de las condiciones que define lo humano.
El placer de la botánica y con ello el jardín es el lugar donde puedo encontrar el canuto que permite destilar, lo que he llamado, mi cartografía creativa.
Es la actividad creativa un retiro de carácter existencial que está fuera de la guerra exterior, es un paisaje que no está fuera de ti, porque vive dentro de una, pero está marcada por la soledad del sujeto, ya que necesitamos la esencia meditativa.
Estoy atrapada en un tiempo histórico en donde tengo que beber las infusiones con la cual se anuda y se mira el objeto de conocimiento. Los contextos de gestualidades me muestran los rizomas del jengibre y me arrojan variables o conceptos que no son simples palabras, conforman una rama de cosas que han sido bien pensadas, por una red, que legitima y dispersa varios tipos de hermenéuticas.
Yo germiné con esa lógica binaria que aprendí como toda occidental. Me apego a la compresión que las medidas de todas las cosas, no son dicotómicas. Las mujeres ya somos sujetos visibles que se mueven contra los parámetros de las desigualdades, jerarquías y alienación que no son grabadas por un simple azar, son el producto de una narrativa que nos hace culpables del pecado y del sustrato de la crisis de Tebas.
Con mucha furia arrancamos las hierbas que pretendieron anular nuestra existencia. Desde ese lugar donde nos colocaron en la pura animalidad. La sociedad preparó el cóctel que naturalizó nuestras vidas, instalaron su poder sobre la reproducción y sobre el cuerpo se marcó la identidad con un pivote principal para considerarnos inferiores. El nuevo Código Penal de la República Dominicana (Ley 74-25) incorpora sin cambio ese control sobre el cuerpo femenino y la tutelación.
No obstante, la explosión o el centelleo, alumbra los caminos para actualizar los sustratos que nos acercan a los arquetipos, los mitos y deseos para establecer la lucha que nos permita realizar el agujero y se monté el quilombo que se vuelque en lo colectivo. Produciendo los cambios necesarios, con criterios en que se involucren, los derechos humanos.
El cambio implica que las raíces no solo salgan de un bulbo o tronco. Las mujeres necesitan una narrativa fuera de lo provincial, o cantonal. Se necesita romper con ese ego estatal que maneja criterios cerrados, como anteras que no se abren a las demandas de las mujeres. Se necesita un lugar donde crecen los rizomas y se puedan aceptar otras narrativas.
La dulce complejidad de los aromas de un jardín societal que está vivo con sus flores y frutos debe permitir crear criterios con marcos abiertos de análisis. Una buena gobernanza sólo puede ser posible desde un portafolio con narrativas diversas y reflexiones continuas que resulten visibles y que la tradición pueda ser cuestionada para que el otro pueda hablar.
La lucha solo se puede lograr desde los múltiples cuestionamientos y relatos que apuntan, a los diferentes eslabones semióticos que conectan con diversas teorías. Aceptar el escrutinio y los detalles de diversas percepciones, es lo que permitirá una conciencia abierta de la vida de un jardín colectivo.
Cuando miré y escuché por las redes que tres grandes poderes del mundo se estaban tomando de las manos, encontré que no son simples detalles que parecen pequeños y solo visuales. Se puede situar en estos detalles, nuevas gobernabilidades que se están presentando en el mundo.
El cosmo político no es el mismo. ¿Cuál es esa verdad?
Según Gilles Deleuze, no podemos seguir pensando que con un simple enunciado y pactos políticos con las élites, se puede dar respuestas para la gobernanza.
Existen otras comunidades políticas que no siempre son masculinas con múltiples raíces que están declarando otros diálogos, una estética de fuerza, cuyo manifiesto no es solo intuición o viejas tradiciones de la guerra fría.
Es claro para occidente que no es tan fácil volver a los viejos vicios humanos de un solo poder en la gobernanza del mundo. Hay un nuevo giro lingüístico, por qué continuar pensando en seguir creando relaciones entre hombres y mujeres de carácter patriarcal y aferrarse a las mismas alianzas coloniales. Esos discursos sobre el cuerpo, en el marco de la singularidad que nos aquejan a las mujeres dominicanas están vertidos en ese fatídico Código Penal.
Las luchas sociales son tan vigentes como los mimos, la gestualidad, los colores y las alfombras rojas. Los observadores del Sur Global y el Norte Global miran los vicios del poder en sus cumbres y en los diferentes bloques del mundo.
Yo pensé desde mi cuerpo y volví a lo que Sade se planteó sobre los desenfrenos humanos. Decía que no hay posibilidad de crear una lingüística homogénea y dar como bueno y válido, los códigos de control. ¿Cuál es la verdad? Me vuelvo a preguntar, y yo llego, a pensar que el relato moderno es una ficción conmovedora que se mueve con raíces diversas y es fruto de una pesadilla violenta de fálicos misiles.
Yo tengo como mujer varias intuiciones, a pesar de que estoy tutelada con un código penal colonial y clasista. De que la verdad actual está sometida a la ley del deseo del mercado. Y por eso, todo el poder gira en mostrar las fuerzas bélicas, el ocultamiento de que no van a llegar a producir un marco abierto de respuestas, sino más bien un ejercicio de dominación sostenida en la sangre, la sujeción de las mujeres y los niños. La respuesta, no es una sola, la verdad está sujeta, a los personajes y todos son amos de la guerra.
El ejercicio de dominación es el atrapamiento de la Peste de Tebas, no hay una verdad o varias verdades, sólo pulsión que entra en contradicción con la producción de la verdad, tal como conoce la tradición moderna. Lo que existe es puro deseo. Se van a derramar múltiples lágrimas de sangre, por los egos esquizofrénicos, un puro placer por el vicio de la guerra, la tutela de las mujeres y el exaltamiento por la virtud del castigo.
Sin duda, estos son los mismos signos que expone el Estado con su nuevo Código Penal, en el marco de su singularidad bajo el poder del Leviatán. Esa es la misma narrativa de los gobernantes del mundo.
Ellos son los que ahora cortan y sirven los peces en la mesa. Esto muestra que el texto escritural y el pensamiento actual, está limitado, a una política sostenida, bajo el deseo del mercado y la limitación exterior que tiene el mundo en controlar, los permisos de entrada y salida de los territorios de bonanzas económicas, la sumisión y la guerra.
La ceguera es repetitiva. Yo no creo que se pueda definir claramente la verdad. Ni los filósofos, ni los políticos pueden llegar a definir inequívocamente la verdad. Ni tampoco el acto creativo.
La estética está atrapada en esos juegos del lenguaje. Hay que volver a Tebas, o bien a los recodos de los antiguos territorios indígenas para buscar, otras formas de guiar la imaginación y comprender cómo se repiten los mitos sobre los particulares deseos del mercado.
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