Cuando en 2015 el Estado chino dio a conocer su plan decenal ¨hecho en China 2025¨, Estados Unidos entró en pánico. ¿Y por qué tendría que entrar en pánico? ¿Cuál es el problema de que otro país progrese?

Los problemas de ser muy grandes. Una particularidad que tiene China, lo mismo que la India, es que, al ser países tan grandes, bastaría con que alcancen una cuarta parte del ingreso per cápita que tienen los estadounidenses para que ya su PIB total supere al de Estados Unidos. Y eso aterra a este país.

Por eso, para ambos gigantes asiáticos, la única forma de evitar entrar en conflicto es dejar de progresar o, más sencillamente, dejar de existir.

Para ambas naciones, la primera preocupación era que EUA recelara de su crecimiento e intentara detenerlas, principalmente China por estar más adelantada. La excesiva dependencia económica de las exportaciones hacia EE. UU. conllevaba el riesgo de que en algún momento este le cerrara sus mercados, como efectivamente viene ocurriendo.

Por eso era tan crucial para China desarrollar su mercado interno. Teniendo tanta población, eso no parecería difícil si convirtieran a cada chino en un gran consumidor. Naturalmente, esto resulta más fácil decirlo que hacerlo. Para ello, lo primero era reorientar la economía hacia una mejor distribución del ingreso, lo que implicaba subir salarios y proveer más bienes públicos a sus ciudadanos.

Lo segundo era establecer un sistema de seguridad social que convenciera a los chinos de que, por un lado, no tendrían que ahorrar tanto para la vejez y, segundo, no tendrían que ocuparse tanto de sus padres y abuelos, que para eso está la seguridad social.

Todavía, un tercer elemento, más lento, era inculcarle una sicología consumista al chino, no tan volcada al ahorro. Los norteamericanos han desarrollado una economía inmensamente grande, gracias a que sus ciudadanos son consumidores voraces. Compran cualquier cosa que les vendan.

Aumentar el consumo interno es algo que se ha venido consiguiendo, y hoy China depende mucho menos de las exportaciones, más concretamente, de las exportaciones hacia el mercado norteamericano, que diez años atrás.

Ahora bien, la enorme capacidad industrial y la pérdida de la ventaja competitiva de una mano de obra abundante y barata exigían reorientar la economía hacia los servicios y la innovación como nuevos motores de crecimiento.

Por ejemplo, ahora el turismo interno es un importante sector de la economía, pues los chinos ahora quieren volver a conocer la grandeza histórica de su país que habían perdido hace siglos, aunque las ciudades y pueblos del interior prefieren el desarrollo industrial que el turístico, porque les reporta mejores empleos y salarios.

Subir salarios era incompatible con seguir produciendo bagatelas, por lo que, para evitar caer en la trampa del ingreso medio, el avance hacia una sociedad rica tiene que descansar en lo que llama Xi Jinping “las nuevas fuerzas productivas”, para disminuir la dependencia de la tecnología extranjera y promover las tecnologías emergentes.

Conforme a esa determinación, China ya se ha convertido en un competidor de primer orden en áreas como inteligencia artificial, telefonía 5G, computación cuántica o biotecnología. Y ¡Valla con qué celeridad lo están consiguiendo!

En un artículo reciente de la revista norteamericana Foreign Affairs (The Real China Model) lo ilustran en los siguientes términos:

“El circuito de Nürburgring, conocido por su dificultad, es conocido como el Infierno Verde por su sinuoso recorrido de 21 kilómetros a través de las montañas del oeste de Alemania. Es una pista que pone a prueba incluso a los pilotos más aguerridos y a los vehículos más avanzados. Los coches que suelen tener el mejor rendimiento son diseñados por prestigiosas empresas alemanas como BMW, Porsche y Mercedes, o por fabricantes con amplia experiencia en Italia, Japón y Corea del Sur.

“Pero en junio de 2025, el circuito vio un nuevo récord de velocidad para vehículos eléctricos, y el coche que lo estableció no fue fabricado por los campeones habituales. Lo estableció Xiaomi, una empresa china más conocida por sus smartphones y ollas arroceras de precio moderado. Había producido su primer coche tan solo un año antes. Aun así, Xiaomi fabricó el tercer coche más rápido, eléctrico o no, en la historia del Infierno Verde”. (Dan Wang y Arthur Kroeber, The real China model, Foreign Affairs, sept.-oct. 2025)

https://www.foreignaffairs.com/china/real-china-model-wang-kroeber?s=EDZZZ005ZX&utm_medium=newsletters&utm_source=fatoday&utm_campaign=The%20Real%20China%20Model&utm_content=20250820&utm_term=EDZZZ005ZX

Ahora bien, producir artículos de alta tecnología tampoco era suficiente, puesto que eso también lo hacen, con mucho mayor experiencia, EUA, la Unión Europea, Japón y Corea, los cuales sintieron su industria amenazada, por lo cual, no garantizaba que los Estados Unidos desistiera de su guerra económica. Al contrario, eso volcó la guerra al área tecnológica, restringiendo el acceso chino a los semiconductores y a los medios para su fabricación.

Isidoro Santana

Economista

Ex Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, agosto 2016-2019. Economista. Investigador y consultor económico en políticas macroeconómicas. Numerosos estudios sobre pobreza, distribución del ingreso y políticas de educación, salud y seguridad social. Miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Miembro fundador y ex Coordinador General del movimiento cívico Participación Ciudadana y ex representante ante la organización Transparencia Internacional.

Ver más