En una conferencia sobre las implicaciones de las redes sociales, uno de los participantes expresó lo siguiente: “Hoy día, si no leemos las noticias, estamos desinformados, si las leemos estamos mal informados”. La simpática frase resalta una paradoja: dar la espalda a las redes sociales nos coloca en una situación de carencia informativa, pero la exposición a las mismas amplifica los procesos de distorsión informativa.
Según Hegel, “la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno". Este ciudadano que durante décadas asociamos con el consumidor de clase media, educado e informado, confiaba en las informaciones que los grandes emporios de la comunicación le transmitían y en los juicios de los hacedores de opinión que escribían en la prensa escrita. El poder informativo estaba centralizado y como consecuencia, no operaba de manera democrática, estaba regulado. Esto minimizaba el desenfreno en la circulación de la información.
La revolución digital ha modificado de modo significativo los hábitos ciudadanos, entre ellos, el modo de accesar a la información. Leer el periódico es una costumbre reemplazable por la mirada del celular; los viejos diarios se han visto obligados a transformarse para reactualizarse durante todo el día y poder seguir siendo atractivos. La posibilidad de que cualquier usuario se convierta en transmisor de información a través de un dispositivo electrónico personal ha roto la centralización, pero al mismo tiempo, la regulación en la circulación de la información.
Esta situación propicia un escenario de igualdad entre numerosos puntos de vista sobre los problemas sociales en un entorno donde los criterios de discriminación se reducen a los “vistas” y “likes” que pueden mostrar el nivel de popularidad de un contenido, pero no su validez
El otro problema creciente producto de la revolución digital es el aumento de la polarización. El informe titulado Hidden Drug. Un estudio sobre el poder adictivo de la polarización del debate público, analiza conversaciones de los últimos cinco años en Estados Unidos y en Iberoamérica entre septiembre del 2017 y agosto del 2022, mostrando el incremento de la polarización en los últimos cinco años. (https://thehiddendrug.llorenteycuenca.com/en/
Los temas como el racismo, el clima o el aborto se encuentran en el centro de un debate público donde hay pocos signos de entendimiento entre defensores y detractores. El nombre del informe no es coincidencial, asocia la polarización con la adicción a una droga, porque hace del individuo un desenfrenado carente de la prudencia que permite deliberar sobre problemas cruciales.
Siempre hubo polarizaciones, pero la posibilidad de amplificación de las mismas como producto de las nuevas tecnologías no tiene parangón y el viejo espacio público compartido permitía trazar puentes de interconexión.
Hoy día, ese espacio ha sido dinamitado por una multiplicidad de “espacios-esferas” que forman “tribus digitales” enfrentadas con recelo, odio y resentimiento. Se trata de un escenario de conflicto, no de diálogo. Este es el gran peligro para el futuro de las democracias del siglo XXI.