Soy un negrito de Villa Francisca y San Carlos, que nunca me he sentido discriminado en mi país. Además de que soy un tiguere de barrio que le puede dar una pelelengua a cualquiera, en nuestro país la discriminación racial es muy reducida, contrario a lo que sucede en Haití. Lamentablemente allá se enseña a detestar a los dominicanos so pretexto que este territorio supuestamente les pertenece. Siempre existen excepciones, el joven profesional, decente y muy estudioso Harold Zances Mojica, está siendo víctima de malévolos locales, que solo sirven para desacreditarnos y que nos tilden de racistas.
Ramieri Delgadillo, distinguida columnista del periódico Hoy, ha publicado un artículo que evidencia con mucha dignidad la injusticia que se ha sometido a este joven profesional, exigiendo que por su supuesta descendencia haitiana debe ser destituido de un cargo diplomático que recientemente ha sido designado. Este joven es dominicano, sin apelación. Lo importante es que los puestos del Estado no necesariamente deben ser desempeñados por nativos, sino por personas calificadas, aun sean extranjeras, lo demás es chauvinismo.
Conozco el caso de Harold, por los comentarios que he recibido de varios de sus compañeros de la Maestría de negocios y relaciones económicas internacionales de la UASD, previamente se graduó magna cum laude en relaciones internacionales en una universidad privada.
No soy profesor de esa maestría, pero tengo el testimonio que este joven fue de los mejores maestrantes y acumuló méritos para desempeñar el puesto que ocupa en el servicio diplomático. Una persona humilde que laboraba en una empresa de La Romana y todos los fines de semana, tenía la trabajosa rutina de trasladarse a la Capital, para asistir a su maestría y retornar a su lugar de trabajo y domicilio. (Este forzoso itinerario, me recuerda a la negrita Evangelina Rodríguez, primera médica dominicana, que realizaba un periplo por la vía marítima para estudiar de San Pedro de Macorís a la Capital).
En los debates durante el operativo docente en la maestría, sus posiciones siempre fueron de defensa del interés nacional, muy bien elaboradas.
¿Cuál es el origen del escándalo? ¿Por su apariencia física? ¿Que tiene algún tipo de descendencia haitiana? ¿Por qué no tiene un apellido aristocrático? ¿Son requisitos para objetar un empleo en nuestro país? No embrome, imposible.
Sí debemos impugnar a gentes que cada vez que se acercan a un micrófono es para despotricar contra todos los criollos, se sienten más antidominicanos que Jean Price-Mars, sin embargo tienen sentencias judiciales que le confieren la condición de “dominicanos”. La nacionalidad es un sentimiento, por eso aquello de dominicano de pura cepa.
Rafael María Baralt, muy prestigioso intelectual venezolano residente en Madrid, fue contratado para diligenciar el reconocimiento de España a la República Dominicana en el segundo Gobierno de Pedro Santana. Esas negociaciones habían sido infructuosas hasta que se designó a Baralt, experto diplomático que logró el objetivo. Amó tanto a los dominicanos, que al morir donó su biblioteca personal al país, y con estos libros se fundó la primera biblioteca pública de Santo Domingo.
Ramón Emeterio Betances, padre de la Patria de Puerto Rico, durante el periodo de los gobiernos del bando Azul, se desempeñó como ministro diplomático dominicano en París de modo honorifico, y fue tan efectiva su misión que sectores influyentes del país lo consideraron como un candidato idóneo para la presidencia. Previamente había sido designado para ocupar esas funciones durante la Guerra Restauradora, no llegó a ejercer el cargo porque fue próximo al final de la guerra.
José Francisco Basora, compañero de lucha de Betances, fue designado por el Gobierno Restaurador, su representante en New York.
Es innecesario mencionar el caso de Eugenio María de Hostos, yo diría que él era un señor de San Carlos.
El ilustre canciller peruano José Fabio Melgar, en 1861 frente al zarpazo que pretendía desaparecer la nacionalidad dominicana, asumió la representación de los criollos ante los demás pueblos de América denunciando la infame anexión cabildeada por Pedro Santana.
Rufino Blanco Fombona, estelar intelectual de América y Venezuela, durante un tiempo fue parte de la misión diplomática dominicana.
El caso de Charles Sumner siempre hay que mencionarlo para los desmemoriados. El benemérito senador de Massachusetts, asumió en el Congreso de los Estados Unidos la oposición radical a la anexión que patrocinaban el traidor por antonomasia Buenaventura Báez y Ulysses Grant, presidente estadounidense.
El honorable historiador y académico, dominico-español presbítero José Luis Sáez, siempre aprendiendo de sus sabias instrucciones lo escuché señalar que a la llegada de la muy importante migración de los republicanos españoles, a María Ugarte eximia historiadora colonial, la pretendían enviar al interior como agricultora, debió intervenir Julio Ortega Frier para rescatarla y resaltar que se trataba de una gran intelectual. La práctica demostró sus extraordinarias cualidades como investigadora, muchos hemos aprendido con sus valiosos aportes al estudio de nuestra historia colonial.
El profesor y poeta haitiano Jacques Viau Renaud, en el ínterin de su labor docente en el país hizo una pausa necesaria para defender con las armas en las manos a los dominicanos en 1965. Sectores retardatarios haitianos de modo avieso pretenden vincular su legado heroico con los planes de unificar la isla. Cayó mortalmente herido el 15 de junio de 1965 en defensa de la soberanía nacional dominicana.
El caso más notorio en nuestra época es el de José Francisco Peña Gómez, a quien el engendro diabólico del trujillismo-balaguerismo pretendió satanizar como “haitiano”, para evitar que los dominicanos lográramos un presidente capacitado, honesto y defensor de la dominicanidad, como podemos ser testigos todos los que residimos en la Zona Constitucionalistas en aquellos días de Abril.
Sin dudas, existe una enorme amenaza contra la República Dominicana, estimo urgen las medidas correctivas sino en un tiempo no tan lejano podríamos desaparecer como Estado. La clase gobernante haitiana ha convertido ese país en una caldera del diablo; como terapia a ese derrumbe autoprovocado, junto a ciertos sectores internacionales están incitando a sus pobladores (previamente prejuiciados con aquella idea de que este territorio les pertenece) a proceder a la invasión demográfica, que atenta contra la dominicanidad.
No obstante, bajo ningún concepto esto puede ser motivo para cometer excesos que tiendan a brindarles argumentos a nuestros críticos pagados, no solo inventando calumnias como la cometida contra Harold, sino creando bandas de facinerosos que intentan presentarnos con tintes xenófobos. Ya lo sentenció un ilustre pensador oriental: Debemos luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarnos.
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