Con motivo de conmemorarse el 10 de diciembre los 80 años de la concesión del primer Premio Nobel de literatura a un latinoamericano, que correspondió a la insigne poetisa chilena Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral), el Gobierno de Chile ha declarado el 2025 como «Año de Gabriela Mistral» en homenaje a su benemérita obra literaria y social. Más de 30 países se han unido a esa merecida apoteosis, los dominicanos estamos ausentes del digno festejo colectivo dedicado a tan ilustre americana. ¿Será que el fantasma de Trujillo nos azuza para insistir en soslayar a una intelectual que con mucho valor denunció sus tropelías ante toda la América infeliz, como diría Federico Henríquez y Carvajal?

Gabriela Mistral
Gabriela Mistral tenía el antecedente que fue de los intelectuales de América que protestó por el arresto del poeta Fabio Fiallo, durante la ocupación militar dominicana por el Gobierno norteamericano en 1916-1924.
Para 1931 en pleno auge de la instalación de la maquinaria represiva del trujillato, la poetisa realizaba una gira por varios países de América, un comité constituido por intelectuales hostosianos decidió invitarla para que dictara varias conferencias en Santo Domingo, entre los organizadores Mercedes Laura Aguiar, Federico Henríquez y Carvajal y Fabio Fiallo.
Tras su llegada a Dominicana, la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU) que libraba una lucha pública contra la incipiente tiranía reclamando la autonomía universitaria, invitó a la eximia intelectual a dictar una conferencia, Gabriela aceptó pese a que eran públicas las graves diferencias de la ANEU con la tiranía trujillista. El Listín Diario sintetizaba la participación de la poetisa de la siguiente manera:
“Brillante, por su pura sinceridad, e interesante por los altos principios de alto americanismo que en él se expresaron, resultó el acto que dedicó la ANEU a la ilustre Gabriela Mistral”.
El entonces estudiante universitario Guido Despradel Batista, que había encabezado las protestas antitrujillistas en las calles de Santo Domingo (aunque permaneció en el país, nunca fue trujillista) clausuró la actividad, el Listín Diario recogía en sus páginas las idean centrales de su exposición:
“Despradel Batista hizo ver a la ilustre americana cual es el ideal que anima actualmente a la juventud universitaria nacional; a esa juventud que se ha convertido en fiel centinela de la dignidad de la patria”.
Guido Despradel dejaba claro que esa juventud universitaria fue el último sector que se atrevió a enfrentar en las calles la tiranía en ciernes, hasta el 1946 cuando se lanzaron a promover protestas públicas los jóvenes de la Juventud Democrática, liderados por Pericles Franco, Josefina Padilla y Chito Henríquez. (En ese año Pablo Neruda escribió el prólogo del libro de Pericles Franco La tragedia dominicana, denunciando a Trujillo, publicado en Santiago de Chile, a cargo de la Federación de Estudiantes de Chile ).
Es obvio que Gabriela Mistral pudo empaparse muy temprano de que se trataba la “Era de Trujillo”, seguro que conversaron en torno a la condición de centinela de la dignidad de la patria que se había convertido la juventud universitaria, como sentenció Guido Despradel ante su presencia. Ahora en 1946 de nuevo la juventud dominicana estaba tirada a las calles en lucha contra el tirano.
En aquellos momentos habían transcurrido 14 años de la visita de Gabriela Mistral a Santo Domingo, cuando recibía el Premio Nobel de Literatura, constituyendo esto un gran homenaje para toda América. Esto ocurría en diciembre de 1945 y las celebraciones se extendieron hasta el año siguiente 1946, coincidiendo con la nueva jornada de lucha de la juventud dominicana denunciando la tiranía, la áspera represión repercutió a nivel internacional. Entretanto el 4 de mayo, Harry Truman, presidente de los Estados Unidos, recibiría en la Casa Blanca a Gabriela Mistral con motivo del notable galardón obtenido.
Trujillo por recomendación de sus acólitos, principalmente Minerva Bernardino, ordenó se organizaran actos en honor a Gabriela Mistral el mismo día que sería reconocida por el presidente de los Estados Unidos. Todo para congraciarse no con la poetisa, sino con el estelar momento que disfrutaba por su tesonera labor literaria.
Gabriela Mistral, que conoció de cerca la realidad dominicana cuando hizo su histórica visita, sabía muy bien que Trujillo seguía atropellando a los dominicanos. Decidió no desperdiciar la oportunidad de la entrevista con el presidente Truman para reclamar que cesara su respaldo al tirano criollo. Humberto Diaz Casanueva, poeta chileno que sirvió de traductor entre la poeta y el presidente, apuntó para la historia lo ocurrido en tan memorable encuentro:
“Truman nos recibió con una gran sonrisa y dijo: «Mucho gusto, señorita Gabriela», ¿Cómo está usted? Ella contestó: «Me complace saludarlo, señor Presidente, estoy bien». Truman siguió: «La felicito por el Premio Nobel». Gabriela contestó: «Muchas gracias, señor Presidente». Truman continuó: «Le gusta Washington?». Ella le dijo: «Sí, mucho». Yo comencé a darme cuenta que mi labor se estaba poniendo no fácil sino trivial, hasta que Gabriela, como ella acostumbra, quiso trascender lo convencional con un gran estallido. Y Gabriela dijo: «Señor Presidente ¿no le parece una vergüenza que siga gobernando en la República Dominicana un dictador tan cruel y sanguinario como Trujillo?». Truman por supuesto no contestó, limitándose a una ancha sonrisa. Pero Gabriela siguió: «Yo quisiera pedirle algo, señor Presidente; un país tan rico como el que usted dirige, debería ayudara a mis indiecitos de América Latina que son tan pobres, que tienen hambre, que no tienen escuela», Truman volvió a sonreírse sin decir nada, el embajador se puso nervioso y también el jefe de protocolo. Había que buscar una salida para terminar la entrevista. Y llamaron al fotógrafo, quien nos dijo: «Todos ustedes deben aparecer mirando al Presidente y sonriendo». Y así quedamos para la posteridad”. (Volodia Teitelboim. Gabriela Mistral pública y secreta. Editorial Sudamericana Chilena. Santiago de Chile, 1996. pp. 292-293).
La prioridad de reclamarle públicamente en la Casa Blanca al presidente Truman algún yerro político, pudo enfocarla hacia otro de los tantos enredos del Gobierno de la gran nación del Norte con los países de su periferia, como por ejemplo Nicaragua con la tiranía de Somoza; pero la poetisa universal en su pensar social tenía muy presente que conoció personalmente el desarrollo de la tiranía trujillista y ese fue su objetivo cardinal en ese momento histórico.
La información llegó algo tarde a Dominicana, porque los cables de prensa no tenían la agilidad de hoy en día. En tal virtud los actos programados en honor a Gabriela Mistral para el interior como en Santiago y La Vega se realizaron, pero los destinados en horas de la noche en la entonces Ciudad Trujillo obviamente fueron suspendidos. A partir de esos instantes mencionar a Gabriela Mistral en Dominicana quedó prohibido de modo tácito. Además, fueron contratados sicarios intelectuales para que difamaran a la poetisa, como el intelectual español Pedro González Blanco.
Gabriela Mistral y Pablo Neruda, fueron intelectuales chilenos totalmente identificados de manera desinteresada con la lucha de los dominicanos contra la tiranía del “Jefe” Trujillo. Tras la caída de ese régimen de cieno, en 64 años nunca les hemos rendido los homenajes que merecen por la valiente actitud de ambos contra ese aciago lapso que significó la tristemente célebre “Era de Trujillo”. Entendemos que 22 años fueron manejados por el principal discípulo de Trujillo. ¿Y los restantes?
Es cierto que dos escuelas primarias llevan el nombre de Gabriela Mistral, una en Pantoja y otra en Ciudad Juan Bosch, muy acorde con su condición de maestra en Chile y México. Pero el coraje solidario de ambos intelectuales merece otros homenajes en el gran Santo Domingo y en Santiago. Mientras, avenidas y parques llevan nombres de genocidas como Colón, Ovando y Vasco Núñez de Balboa, o de líderes que nunca alzaron su voz para solidarizarse con los dominicanos como míster Churchill y Kennedy.
¡Gabriela Mistral perdónanos!
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